El bordado reúne, puntada a puntada, una red de hilo que a su vez está compuesta por hebras tan delgaditas que a penas y pueden ser visibles. Pero, también, es una red de mujeres que acuerpan historias que pasan de lo individual a lo colectivo, que dejan de ser secreto para verse como arte en forma de puntadas y con colores vibrantes. El bordado es político, milita en marchas y viste consignas, como lo vimos en la marcha del 8 de marzo.
Colectivas y sociedad civil se resguardaban bajo las escasas sombras que deja el sol de las dos de la tarde sobre Paseo de la Reforma. En círculo, debajo de un árbol, se encontraban sentadas con telas e hilos sobre sus piernas, esa es la primera imagen que llama mi atención de Puntadas Filosas, un círculo de acompañamiento de bordado y reflexión feminista que lleva por lema: #BordarEsReXistir.
El bordado es un acto individual que cuando se hace en colectivo se vuelve un encuentro e intercambio de saberes, de cariño y compañía. Es una resistencia que se construye para romper esquemas patriarcales. Galia González Rosas, creadora de Puntadas Filosas, en entrevista con La cadera de Eva expresó cómo las prácticas textiles son otra forma de relacionarnos con el mundo y desde ahí también acompañar las luchas de las mujeres.
De frente a la Glorieta de las Mujeres que Luchan, el 8 de marzo volaban las puntas de pañuelos colgados en un tendedero, al lado de una manta negra larga que a la distancia parecía ser un filtro entre el cielo y los edificios que se colocaban entre sus hebras. Los pañuelos tenían calcadas a una mano diversas historias y, hasta abajo, la fecha de asesinato y nombre de cada mujer víctima de feminicidio.
“Una voz de hilo y aguja que no se calla”, tenía bordada la tela oscura, que también estaba siendo intervenida por varias mujeres quienes, con hilos, le daban color a un mapa, el de nuestro país; y arriba de México se coronaba un útero con la leyenda: “El abusador eras tú”.
Eli Andrade Olea, quien diseñó el tendedero, en entrevista con La cadera de Eva contó que los feminicidios no son un problema individual y que deben verse como una situación que nos aqueja a todo el país; y que, para ello, es necesario salir a la calle y construir entre todas y todos, señaló.
“Bordamos pañuelos de cada uno de los casos de feminicidio, tratando de visibilizarlos y de hacerlo entre todas y todos”, mencionó Eli Andrade Olea en entrevista con La cadera de Eva.
Galia González, a su vez, compartió que mientras bordaban en círculo con otras mujeres, se les acercó una madre para pedirles que visibilizaran a su hija desaparecida y esta no es una situación aislada, comentó. Es común que al ver los hilos se active una fuerza que atrae o, como lo describe Galia: “Las potencias de los hilos son esa forma de atraernos entre nosotras”.
Hay un montón de posibilidades para las prácticas textiles como prácticas de resistencia, expresó la creadora de Puntadas Filosas. Una de ellas es la manera en que el bordado permite la vinculación entre mujeres, pero también está la de sentir la propia cuerpa al momento de estar bordando e intercambiando hilos con otras mujeres.
“Nosotras tenemos una convicción importante de que el bordado, el tejido y las prácticas textiles en general pueden ayudar a construir mundos de dignidad y alegría para todas”, comentó Galia González.