Desde el 12 y hasta el 14 de marzo distintas organizaciones civiles de países de América Latina, entre ellos México, presentaron observaciones escritas a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en una opinión consultiva, con lo cual, se buscará establecer un marco jurídico que reconozca, proteja y garantice el derecho al cuidado como parte integral de los Derechos Humanos, así como las obligaciones que tienen los Estados al respecto.
Esto como parte de la solicitud que envió la República de Argentina a la Corte IDH para que se pronuncie acerca del contenido y el alcance del cuidado como derecho.
Esta audiencia es importante porque será la primera vez que la Corte IDH se pronunciará sobre el derecho al cuidado, sus alcances y las obligaciones que los Estados tienen al respecto, de acuerdo con Intersecta, una de las organizaciones participantes.
En el caso de México, por ejemplo, está pendiente la creación de un Sistema Nacional de Cuidados, con el cual se busca que el Estado reconozca su responsabilidad en la atención de las personas adultas mayores, con discapacidad, niños, niñas y adolescentes, para que las labores de cuidado se distribuyeran equitativamente y no solo entre las mujeres.
Foto: Cuartoscuro
Y es que el cuidado ha recaído históricamente en las mujeres, en todo el mundo ellas dedican, en promedio, 3.2 veces más tiempo que los hombres a las tareas de cuidado. En América Latina la brecha es aún mayor: los hombres destinan el 7% de su tiempo, mientras que las mujeres invierten casi el 20% del día en trabajos de cuidado no remunerados ni reconocidos. Esta distribución desigual de los cuidados perpetúa las desigualdades de género.
Por ejemplo, en América Latina y el Caribe solo 14 países garantizan el mínimo de semanas remuneradas para licencia de maternidad (14, según la Organización Internacional del Trabajo) y apenas seis países brindan más de 18 semanas de licencia remunerada. Mientras tanto, las licencias de paternidad más amplias apenas llegan a 20 días (México) y en algunos casos no superan los dos días (Argentina).
Eso significa que ellas asumen solas la carga de cuidados del recién nacido durante casi todo el periodo de posparto, y eso puede generar serias consecuencias para el desarrollo y bienestar de las mujeres.
¿Por qué es importante la opinión de la Corte IDH?
Una opinión consultiva es un dictamen donde la Corte Interamericana de Derechos Humanos desarrolla estándares sobre algún tema de derecho internacional de los derechos humanos. A diferencia de los casos contenciosos, en las opiniones consultivas no se determina si un Estado violó o no la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Corte IDH se pronuncia sobre una pregunta abstracta, sin que se involucren presuntas víctimas.
Las opiniones consultivas de la Corte IDH son vinculantes para algunos países como México, es decir, su opinión podría implicar también cambios importantes para los cuidados en el país, esto es importante en un contexto donde las mexicanas realizan el 75% de los trabajos de cuidado en el país, de acuerdo con el INEGI.
Para emitir su opinión consultiva, la Corte acepta amicus curiae (también llamadas observaciones escritas), son documentos a través de los cuales una persona, organización, institución, o Estado presentan su opinión, información sobre las leyes y estándares internacionales existentes así como datos relacionados sobre los aspectos sometidos a consulta, en este caso el derecho al cuidado.
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Yo cuido, pero ¿quién me cuida?
A lo largo de los años el trabajo que realizan las personas cuidadoras ha sido invisibilizado, por esto organizaciones como el colectivo “Yo Cuido” busca que se reconozca la corresponsabilidad que debe de tener la sociedad, el mercado y el Estado para garantizar que tanto las cuidadoras como las personas de quiénes están a cargo tengan oportunidades dignas.
Durante la audiencia, Margarita Garfias, integrante de Yo Cuido México señaló que acosta de los cuerpos, tiempos y proyectos de vida de las mujeres se ha garantizado el cuidado de personas que, por edad, situación o condición de vida, no pueden proveerse ellas mismas y que lejos de que el Estado reconozca este trabajo no remunerado precariza las condiciones de quienes lo realizan.
“Nos hacemos cargo 365 días al año, 24 horas al día de una persona o más que requiere cuidados intensos, extensos y especializados. Hemos abandonado nuestro proyecto de vida escolar, laboral o familiar por falta de servicios y políticas públicas del Estado, un Estado que nos asume como un medio gratuito y feminizado y no como personas” (Margarita Garfias)
De acuerdo con la comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el derecho al cuidado entendido como el derecho a recibir cuidados a cuidar y al autocuidado implica la garantía de los derechos de las personas cuidadoras, el reconocimiento al valor de sus labores y la erradicación de la violencia de género y discriminación en su contra.
Al respecto, “Yo cuido” señaló que hacen falta políticas integrales en América Latina que garanticen el acceso a sistemas integrales de cuidados porque se siguen promoviendo políticas con términos contradictorios, precarios e injustos que representan una fuente de desigualdad, discriminación y violencia para las mujeres.
“Las mujeres cuidadoras no encontramos puerta de salida a la espiral de violencia, ese que se desatan con la precarización y explotación de nuestros cuerpos y nuestros tiempos, así como de la ignorancia, la discriminación en contra de las personas a quienes cuidamos y que nos afecta de manera directa la discapacidad y el estigma que pesa sobre ella” (Margarita Garfias)
Cuidados y justicia fiscal feminista
El derecho al cuidado no es algo nuevo, de hecho, está implícito en diversos tratados y normas nacionales e internacionales, sin embargo, aún no es considerado como un derecho fundamental, esto implica aún no exista una corresponsabilidad para llevarlo a cabo y que tampoco tenga presupuesto, medidas de fiscalidad, legislativas y judiciales. Tampoco existen datos demográficos, censos y padrones desagregados, para el análisis interseccional de las personas que requieren cuidados y de las personas proveedoras de cuidados -remunerados y no remunerados-.
En entrevista para La Cadera de Eva, Estefanía Vela, Directora Ejecutiva de Intersecta, explicó que el derecho al cuidado requiere una perspectiva interseccional que permita visibilizar las distintas necesidades y realidades de las personas que necesitan cuidados y de quienes los realizan, para esto es importante que el Estado se involucre no sólo en la creación de políticas, sistemas y mecanismos, sino que también asigne recursos para implementarlos.
“La falta de recursos para los cuidados no es algo que ocurre en la naturaleza. No es que simplemente no hay dinero y no haya nada más que hacer, sino que esa falta de dinero para los cuidados tiene que ver con las decisiones políticas que toma el estado respecto de cómo recauda recursos y después cómo gasta esos recursos” (Estefanía Vela)
Estefania Vela explica que en México no recauda muchos impuestos y que una gran parte de lo que recauda se va a transferencias a estados, municipios, pago de pensiones, deuda y también a corrupción, es decir, el gasto público del Estado tiene otras “prioridades” en donde no se contemplan los cuidados.
Para visibilizar que para que el derecho al cuidado sea operativo, se necesita dinero, Intersecta junto a otras organizaciones como Oxfam, Fundar, GIRE, GENDES presentaron un amicus curiae en la Corte IDH.
Durante su presentación en la audiencia, Isabel Mateos, coordinadora de Inversión Social para el Futuro señaló que en México no existen los recursos para garantizar el cumplimiento de un derecho al cuidado porque la garantía de un derecho no es una cuestión de recursos, sino de voluntades.
“La economía es una decisión política, nos enfrentamos muy seguido a la realidad de estar exigiendo derechos y luego que se nos conteste, pero no existen los recursos suficientes para garantizarlos. ¿La pregunta ahí es, por qué no existen los recursos suficientes para garantizarlos? Invitamos abiertamente a la Corte y a todas las personas presentes aquí y escuchándonos a cuestionarnos porque no existen estos recursos suficientes” (Isabel Mateos)
Cuidado y autonomía reproductiva
En esta solicitud a la Corte IDH, el Centro de Derechos Reproductivos e Ipas LAC, con el apoyo de otras organizaciones de la sociedad civil, hicieron un llamado para que el tribunal reconozca la interrelación del cuidado con el derecho a la autonomía reproductiva para que los Estados comprendan la importancia de garantizar el acceso universal a derechos y servicios de salud reproductiva, incluido el aborto seguro y legal, como parte fundamental del derecho al cuidado.
Durante su participación en la audiencia, Fernanda Díaz de León, subdirectora de Incidencia en Ipas Latinoamérica y el Caribe explicó que los 33 millones de embarazos no deseados que ocurren cada año en el mundo, son una maternidad impuesta que afecta, entre otros derechos, el derecho a cuidar de las mujeres y personas con capacidad de gestar y el derecho de las infancias a ser cuidadas.
"Para garantizar el derecho al cuidado y a ser cuidado, los Estados deben garantizar la autonomía reproductiva mediante el acceso a la educación sexual integral, métodos anticonceptivos adecuados y accesibles y servicios de aborto para quienes desean interrumpir su embarazo” (Fernanda Díaz de León)
Al respecto, Carmen Cecilia Martínez, directora asociada de Estrategias Legales para América Latina y el Caribe del Centro de Derechos Reproductivos, señaló que la Corte Interamericana tiene una oportunidad única para consagrar el derecho al cuidado como un derecho humano autónomo, destacando su íntima conexión con la autonomía reproductiva.
“Necesitamos ejercer el cuidado, en todas sus dimensiones, de forma libre y no coaccionada. Por eso es crucial que se reconozca y garantice, entre otros, la educación sexual integral, información sobre salud sexual y reproductiva, métodos de anticoncepción, servicios de aborto y post aborto, así como condiciones de vida digna. El cuidado es esencial para la vida, por ello este llamado es urgente” (Carmen Celia Martínez)