Las modalidades de violencia en contra de las mujeres son diversas, trascienden sociedades y culturas; los medios de propagación en los cuáles se estereotipan a las mujeres se diversifican ocasionando diferentes tipos de violencia.
El anime es un tipo de animación de dibujos creado y desarrollado en Japón, el cual simula de manera artística la realidad social nipona, encarnada a través de un mundo imaginario que cuenta con el uso de la ficción y la fantasía, radicando así en la subjetividad de quien lo aprecia, lo que genera una implicación emocional y psicológica, direccionada hacia el desarrollo de una postura cultural en las formas de pensar y relacionarse de quien lo consume.
¿Por qué es importante prestar atención a este fenómeno? De acuerdo con los datos presentados por la plataforma pornográfica PornHub en 2019, la categoría de “hentai” (el porno anime) fue una de las más buscadas en México. Otro dato es que en 2017 se generó en México más de 25 millones de pesos en taquilla y más de 150 mil asistentes en el Konnichiwa Fest (que consta de un festival de cine Anime), esto de acuerdo con datos de la empresa KEM Media .
¿Cómo llegó el anime a ser tan importante en nuestra sociedad?
El atractivo de este contenido se debe al uso de varios elementos, tales como el color y las bandas sonoras; pero también existe otro elemento bastante llamativo, y este es fanservice, que consiste en situaciones eróticas no relevantes para la trama, este es creado exclusivamente para satisfacer las fantasías sexuales de lxs espectadores.
Debido a esto, han aparecido nuevos conceptos como el de waifu, el cual hace referencia a personajes femeninos que tienen la función de cumplir ciertos estereotipos y ser altamente atractivas para la audiencia, los cuales suelen escoger una chica favorita y referirse a ella como su “esposa”, su tipo de mujer ideal. Dichos estereotipos se basan en el color de cabello, ojos y vestimenta, para así determinar a una “chica pura”, hasta calificar a la mujer de cabello corto y oscuro con prendas apretadas y diminutas como “la sexi villana” de la historia; así como su posición en la trama, cuyas “acciones básicas” se concentran en amar, ayudar y sufrir, que denotan una relegación de la mujer a “segundo plano”, protagonizando en su mayoría sólo labores de cuidado, sanación, y consejo (aunados al papel de “la buena esposa/novia”), así como de satisfacción sexual y ser el interés amoroso del protagonista.
Son muy comunes las escenas en las que se muestran mujeres semidesnudas o que, a través del propio diseño de las vestimentas, se muestran los atributos femeninos que además suelen estar exagerados en cuestión de proporcionalidades. En otras ocasiones aprovechan las típicas escenas en la ducha, en la piscina o las transformaciones de las chicas mágicas para recrearse con numerosos planos de sus senos y sus glúteos. También utilizan la imaginación o los sueños del personaje para mostrar alguna escena sexual o que contenga desnudos femeninos.
Después están las escenas clichés de la “cabeza en el busto”, que se da cuando un personaje masculino conoce a una chica con un busto prominente y por algún motivo termina con su cabeza entre los senos de la chica. Otra escena muy común es aquella en la que a alguna chica se le ve la ropa interior, también llamada pantsu y el chico mira de forma voluntaria o involuntaria muy excitado, incluso llegando al punto de que le sangra la nariz (otro cliché muy común para mostrar excitación de forma visual).
Al consumir este tipo de dibujos animados, se perpetúan roles y estereotipos de género particulares que fomentan la normalización de conductas violentas entre los géneros. La audiencia de este tipo de contenidos puede identificarse y, en consecuencia, contemplarlo como una “verdad” universal, reafirmando conductas violentas hacia la población femenina; es decir, ver a la mujer como un mero objeto sexual que debe tener un determinado tipo de cuerpo y comportamiento alrededor de la satisfacción masculina.
Entonces ¿la solución está en dejar de ver anime? No, nosotrxs como audiencia, debemos fomentar la crítica y reflexión de lo que consumimos, cuestionar lo que vemos y el por qué lo vemos, aunque sean “simples dibujos”.
Es de suma importancia colocar nuestros puntos de vista al respecto de lo que consumimos para nuestro tiempo de ocio, ya sea en materia de cine, música, dibujos animados, literatura, entre otros, con el discernimiento del cuidado de los derechos humanos y una mirada de igualdad de género, en donde se respeten códigos de convivencia libres de violencia.
Andrea Seomara Fernández Vargas
Twitter: @AndoriaUchiha
Estudiante de la licenciatura en Sociología en la FES Aragón UNAM. Realizó su servicio social en el programa “Igualdad de Género en la FES Aragón”. Pertenece a la colectiva “Monitas chinas feministas”. Interesada en temas de sociología con perspectiva de género y de la cultura, enfocada en la tribu urbana otaku. Desarrollando una investigación denominada “Waifurismo: La influencia de la narrativa del anime shounen en la asignación de roles de género dentro de las comunidades otaku digiales”.
Tania Lizbeth Meléndez Elizalde
Twitter: @MelendezTania20
Socióloga, Maestra y Candidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: Sociología de la Familia, Sociología de la Religión, Perspectiva de Género, Cambio social y cultura.
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