Las relaciones de pareja pasan por diferentes etapas, en las que su amor ‘se pone a prueba’ ya que se presentarán problemas que la pareja tendrá que enfrentar para así sacar la relación a flote. Es un hecho que no hay fórmula mágica ni existe la relación perfecta, sin embargo, estar con la persona indicada puede hacer que la relación dure muchos años.
Jed Diamond, psicólogo, señala que aunque no existe la relación perfecta, sí es posible encontrar a una persona con la que se quiera mantener una relación duradera, pero para que la relación funcione se deben pasar varias etapas donde la pareja se conocerá más a fondo y, al mismo tiempo, como seres individuales.
Claves para que tu relación de pareja funcione
Durante el enamoramiento sólo te enfocas en ver lo mejor de tu pareja y puedes pensar que la relación será para siempre, todo el tiempo te sientes feliz.
Cuando ‘inicia la relación’, hay interés por ambas partes. La pareja quiere hacer todo juntos, por lo que empiezan a conocer más a fondo al otro. En este momento crees haber encontrado al amor de tu vida.
Surge la ‘decepción’, o mejor dicho, ahora sí ves a tu pareja como es realmente, con defectos. En este momento ya no es necesario compartir todo con el otro. Muchas parejas creen que el amor ha terminado, pero en realidad es una prueba de fuego para ver cuántos logran pasar al siguiente nivel.
Una vez superada la crisis, hay calma. En esta etapa puede decirse que ya están del ‘otro lado’, o sea, que pasaron la prueba. Comprueban que se aceptan tal y como son, por lo que el amor está a flote.
Saben que su relación no siempre se tratará de puro amor, sino de superar pruebas. En este momento luchan juntos por sus objetivos como seres individuales y como pareja.
Si bien, estas etapas no están hechas a manera de regla, parece ser un inicio que ayudará a deconstruir las ideas de amor romántico que se han inculcado, aquellas que dictan que mágicamente llegará la “media naranja” con la que estarás toda tu vida y que la relación se mantendrá a flote por si sola.
Amor romántico
El amor romántico es una construcción cultural y social, un mito que se consolidó durante el siglo XIX en nuestra cultura occidental y que se expandió por todo el planeta gracias a la globalización. Hoy es un fenómeno universal que une a las personas de dos en dos, y que constituye un gran negocio para una industria centrada en las parejas y sus creaciones de nidos, comenta Coral Herrera.
La ideología que subyace al mito del amor romántico en la actualidad del siglo XXI es capitalista, colonialista y patriarcal. Es decir, que sus mensajes van dirigidos a mantener a las mujeres sometidas al dominio del varón, y presas de un engaño que dura hasta que maduran o se hartan. Las mujeres son educadas para amar sin condiciones, en una posición de sumisión, y desde pequeñas invierten toneladas de tiempo y energía en el amor romántico. Tanto que incluso el hombre más pobre y mísero del planeta tiene a una mujer trabajando para él y cuidándolo gratis, en nombre del amor.
Son millones de horas las que dedican las mujeres a trabajar gratis: la doble jornada laboral de las mujeres no solo es un rol femenino de nuestra cultura patriarcal, también se considera una demostración de amor hacia el marido y los hijos e hijas, afirma Coral Herrera.
Responsabilidad afectiva
La responsabilidad afectiva tiene que ver con una plena consciencia de las decisiones que se toman en relación con otros y su posible afectación, de manera positiva o negativa, en ellos. Por lo tanto, la capacidad de comunicar tanto de las necesidades y deseos propios como de escuchar los de las otras personas hacen parte de ser responsables afectivamente, afirman distintos expertos.
Esto también implica hacerse cargo de las emociones propias, así como los actos y decisiones tomadas individualmente, entendiendo que esto puede afectar las emociones de la otra persona y ejercitando la empatía. Estas son algunas acciones que se pueden llevar a cabo para tener responsabilidad afectiva, no sólo en las relaciones de pareja, si no con cualquier persona que se tenga un vínculo emocional como amigos y familiares.
Construir una comunicación clara y honesta: a la hora de expresar nuestra forma de ver las cosas, de manifestar cómo nos sentimos con respecto a determinadas actitudes, acciones o circunstancias, es importante sentar las bases para poder expresarnos cómodamente.
Asimilar las consecuencias de nuestros actos: parece algo obvio, pero no lo es. Muchas veces no somos verdaderamente conscientes de que lo que hacemos puede afectar a otros. A nivel emocional, por ejemplo, algunas actitudes o actos pueden causar en los demás desde falsas ilusiones hasta alegrías genuinas. En cualquier caso, debemos asumir y, sobre todo, asimilar los efectos de lo que hacemos.
Trazar límites: los límites en las relaciones interpersonales son fundamentales para un ejercicio afectivo sano y de reciprocidad. La ausencia de estos devendrá en problemas de distintas índoles. Límites en las relaciones: ¿por qué es importante establecerlos y respetarlos?
Cuidado mutuo: la responsabilidad afectiva implica el cuidado mutuo. Cuidar al otro, especialmente, de uno mismo. Esto no significa que uno deba hacerse cargo de las emociones del otro. Si la claridad y la comunicación ha sido una práctica constante, cada uno debe responsabilizarse de sus emociones, pero también de no ocasionar afectaciones negativas en el otro.
Validar al otro: el ejercicio de la validación es también central cuando buscamos ser responsables a nivel afectivo. Impedir que el otro exprese o no validar sus emociones son prácticas que deben evitarse para impedir conflictos y todo tipo de problemas asociados a una relación afectiva.
No engañar: el engaño es una conducta de amplio espectro, pero engaña tanto el que oculta sus emociones cuando dice manifestarlas como el que busca causar una emoción en el otro sin que pretenda corresponderla. Intentar ser coherentes y sinceros es siempre recomendable, especialmente para nuestro propio bienestar.