Laura comenzó a ocupar las calles arriba de su bicicleta desde hace 10 años, cuando el transporte público comenzó a consumir su tiempo y su salud mental. Laura afirma en entrevista para La Cadera de Eva que el estar un tiempo prolongado dentro de una “lata con ruedas”, rodeada de gente y sufriendo agresiones por parte de otros usuarios le causaba brotes de claustrofobia hasta que descubrió que en la bicicleta podía transportarse libremente.
Me incliné al ciclismo por el hartazgo del tráfico y de la ciudad, pero me mantengo en el ciclismo por el amor que le tengo a la bici, me llena de vida y de mucha energía, afirma Laura para La Cadera de Eva.
A partir de ese momento la bicicleta de Laura quedó bautizada como Marcela y juntas han recorrido cientos de kilómetros, visitado lugares nuevos y conocido a personas que, con la misma pasión que Laura, recorren la caótica ciudad en dos ruedas. Laura y Marcela han llegado hasta Veracruz y dice que esos viajes han significado la “libertad y apapacho” que tanto buscaba.
Al encontrar este amor por los viajes en bicicleta, Laura conoció también las ‘rodadas’ en donde un grupo de personas se reúnen para recorrer caminos con sus bicicletas y al tener tantos años apropiándose de espacios junto a Marcela, Laura se ha topado con todo tipo de personas y ha podido identificar que en el mundo del ciclismo las mujeres son dejadas de lado y son acosadas por los hombres que ruedan con ellas.
Creo que el ambiente para las mujeres ciclistas varía bastante, yo me he rodeado de personas muy lindas, pero también sé de muchos espacios donde a las mujeres se les acosa y se les minimiza; he sabido de hombres ciclistas que han sido abiertamente señalados como personas violentas, el hecho de que seas ciclista no quiere decir que eres una gran persona, comenta Laura.
Debido a estas agresiones, Laura se ha acercado también a las espacias separatistas que están conformadas únicamente por mujeres; afirma que en esas espacias es donde se siente una verdadera red de apoyo ya que todas se mueven al mismo ritmo y están al pendiente de las necesidades de la otra para evitar que alguna se quede sola si llega a tener algún percance con su bicicleta y esa comunidad se lleva más allá de las calles ya que siempre se encuentran en contacto para seguir apoyando a quien lo necesite.
Por ejemplo, cuando yo me pincho [refiriéndose a la llanta de la bicicleta] siempre se acerca un vato y como que quiere algo más y suele ser muy incómodo, pero he rodado en grupos separatistas y el ambiente es súper amable, todas vamos, todas regresamos, todos vamos juntas, si alguien se pincha nos esperamos todas. Entonces creo que también hay que fomentar ese tipo de ese tipo de espacios entre nosotras, reafirma Laura.
Las mujeres en el ciclismo
De acuerdo con el estudio Una mirada a la desigualdad de género en el uso de ciclovías de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), el 97% de las personas que hacen uso de las ciclovías son hombres, por lo que existe una falta de políticas públicas que velen por las mujeres que utilizan esta infraestructura para el uso de bicicletas.
Los estudios y lineamientos convencionales de movilidad y transporte no están atravesados por una perspectiva de género. Asimismo, no existe el interés por parte de las autoridades para observar los patrones de comportamiento de las ciclistas; no atiende a las necesidades de las mujeres, no contempla los horarios, la protección, qué hacer en situaciones de acoso, luminaria e identificar las horas pico en las que mujeres utilizan las ciclovías, especialmente, para realizar actividades de cuidado.
A diferencia de los hombres, las mujeres utilizan la bicicleta como un medio de cuidado para llevar y traer a sus hijos (hasta un 34% más que los hombres), también para realizar labores de acompañamiento a menores y utilizar la bicicleta como soporte económico, de acuerdo al estudio.
En opinión de Laura, las ciclovías implementadas en la Ciudad de México son muy distintas cuando se trata de las diferentes Alcaldías ya que hay lugares donde las ciclovías son usadas como estacionamientos y les hace falta el mantenimiento adecuado para poder ser usadas por las y los ciclistas.
Así mismo, a Laura le parece importante generar las condiciones estructurales óptimas para que las y los ciclistas comiencen a ocupar espacios públicos sin correr riesgos, así como el crear una estrategia de sensibilización dirigida a toda la población para saber cómo actuar en las calles y quitarles las preferencias y privilegios a los automóviles.
Me impresiona, por ejemplo, cuando viene una ambulancia y todo el mundo se hace bolas, nadie sabe ni para dónde moverse y la ambulancia no puede pasar porque no tiene espacio y nunca falta el estúpido que viene atrás de la ambulancia para sortear el tráfico, ¿no? Entonces falta mucha sensibilización, comenta Laura.
Mejorar las políticas públicas que incentiven a las mujeres a utilizar las ciclovías es un tema urgente que compete a las tres órdenes gubernamentales; no sólo se trata de darle mantenimiento a las ciclovías de las zonas urbanas, sino también, a las mujeres de la periferia que se sienten inseguras al no contar con luminaria, ni señalamientos, que son acosadas y que la mala infraestructura las orilla a salirse del espacio destinado, ir en contraflujo o subirse a la banqueta y en ocasiones, arriesgando su vida.