En mayo de este año, Erika decidió hacer pública su historia de acoso dentro de su trabajo, en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), con un nombre falso, para proteger su identidad y su proceso legal.  

Erika recibió insistentes propuestas por parte de su jefe para que ella se quedara en la habitación de él en varias ocasiones. Tras la negativa constante de Erika, su jefe comenzó a acosarla laboralmente  e incluso llegó a amenazarla, afirmando “Te guste o no vas a tener que dormir conmigo". 

Tras hacer las denuncias correspondientes dentro de la institución y enfrentarse al acoso laboral como consecuencia de su denuncia, este 9 de julio se le informó a la víctima que el Área de Quejas, Denuncias e Investigaciones del Órgano Interno de Control de la SSPC determinó que “no es dable acreditar ningún tipo de responsabilidad administrativa atribuible a algún servidor público adscrito a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana”. 

De acuerdo con Erika, las autoridades cuentan con pruebas de audio donde su agresor acepta lo que pasó y lo que hizo, pero aún así determinaron que no tenía responsabilidad. 

“Todas estas situaciones yo las reporte antes dos titulares de unidad el 12 de febrero de 2020 y posteriormente, el 24 de febrero de 2020, me manda llamar este señor [su jefe] a su oficina y minutos después entra uno de estos titulares, cierran la puerta y se genera como un tipo de enfrentamiento, según ellos para que se me ofreciera una disculpa, en ese momento yo grabe la conversación. En ese audio (que fue una de mis pruebas ante la Secretaria de la Función Pública y por ende el OIC), este señor acepta haber hecho las proposiciones de que yo me quedara con él su habitación de Tijuana y la propuesta de rentar una habitación en Guanajuato. Asimismo, me indican que le dé la vuelta a la página y me ponga a trabajar. Como justificante, los señores en ese audio me quieren hacer ver como persona conflictiva y yo me defendí, después dijeron que no, que solo eran chismes y que no me estaban conflictuando”, contó Erika para La Cadera de Eva.

Además, otra de las pruebas entregadas al OIC fue un audio en el que Erika sostiene una conversación con el chofer de su jefe para preguntarle cuestiones sobre los costos de habitación. Con ese audio queda en evidencia una incongruencia entre la información que el chofer tiene y la información que su jefe le dió a Erika, sobre costos y disponibilidad de habitaciones en un hotel. A base de mentiras y presión, el jefe de Erika pretendía obligarla a quedarse en una habitación con él:

“Ese mismo día el Capitán, que es la persona que me hostigó sexualmente, menciona los costos de habitación, que según eran muy caros y que por eso me había hecho la proposición, sin embargo, cuento con otro audio de un plática entre entre su chófer y yo donde el chófer me da otro costo, totalmente diferente y menciona que la habitación del Capitán era sencilla y no doble, o con dos camas, motivo por el cual quería convencerme de quedarme con él en su habitación”, dijo Erika

“Todo esto, es una mentira de estos señores, el Capitán con mentiras quería que me quedara con él. Que si la habitación era doble, que por mi seguridad, que ya se había hecho la reservación con anterioridad, todo es una mentira.Y yo sigo pagando todas las consecuencias de algo que no provoque, ni nunca pedí”, agregó.
 

"Te guste o no vas a tener que dormir conmigo", acoso en la SSPC

Erika, quien decidió ocultar su nombre real y el de sus agresores por seguridad, fue acosada en su entorno laboral: la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. A pesar de hacer las denuncias correspondientes, no ha recibido el apoyo necesario por parte de la institución, por el contrario, se ha enfrentado al rechazo y burlas de sus compañeros, así como al hostigamiento por parte de sus superiores. 

Erika es abogada, y fungía como directora de área en la SSPC a nivel federal cuando su historia de acoso inició. En enero de 2020, empezó a trabajar con un Director General Adjunto, y como parte de su trabajo, ella debía atender reuniones sobre temas de seguridad. “Todo iba normal: mi trabajo era básicamente ir a las reuniones, tomar notas, hacer las minutas, generar los acuerdos. Yo tomaba nota de los acuerdos para darles seguimiento”, cuenta Erika en entrevista para La Cadera de Eva

“Con el paso del tiempo, él [su nuevo jefe] me solicitó que yo llevara su agenda; básicamente yo estaba ahí sin nombramiento, pero como su particular”, agregó la abogada. De acuerdo con su testimonio, no había cumplido el primer mes de trabajo con su nuevo jefe cuando el chofer le notificó que debían ir a una reunión en Tijuana, y no le dio más información sobre el viaje. 

“Con el paso de los días yo les preguntaba: ¿a dónde vamos?, ¿a qué vamos?, ¿cuántos días? Yo no tenía toda la información de la reunión, y en todo ese tiempo solo me decían que no tenían aún la información; me daban largas”, cuenta la abogada, quien requería la información para temas logísticos personales, como su hospedaje y la administración de sus viáticos. 

De acuerdo a lo que ella contó, en esas reuniones los titulares suelen quedarse en el hotel sede y los demás (secretarios, acompañantes, ayudantes), se quedan en un hotel alterno, debido a que los viáticos son diferentes. El chofer le informó poco antes de viajar que el Estado de Baja California les daría, a ella y a su jefe, dos habitaciones dentro del hotel sede como cortesía, es decir, sin costo para ellos.

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En el aeropuerto, dos horas antes de tomar el vuelo, su jefe le dijo que no había habitación para ella en el hotel sede. “Yo le dije que su chofer me había dicho que lo de las habitaciones ya se había visto y que él me había dicho que nos iban a dar dos habitaciones de cortesía [...] Yo le estuve preguntando con anticipación precisamente para no llegar a Tijuana a ver en dónde me iba a hospedar”, narró Erika.

El jefe le contestó que, precisamente, no le habían dado la información porque quería proponerle que se quedara en su habitación. “Yo le dije que no, que eso no iba a suceder”, dijo Erika, por lo que el jefe se molestó. “Me dijo: ‘no es para que te ofendas. Yo te quiero decir las cosas porque al parecer tú no sabes que Tijuana es una ciudad muy peligrosa. Yo no sé si tú lo sepas, pero cuando llegamos personas del poder federal a algún estado, el hotel normalmente está coludido con la delincuencia organizada, entonces ahí les avisan, y por eso, vienen los levantones de la gente en los hoteles’. Me quería intimidar”, dijo Erika.

En el aeropuerto ella le explicó que no era la primera vez que viajaba por trabajo, debido a que había estado en la Conferencia de Secretarios de Seguridad Pública y dentro de sus funciones estaba en la logística. Como parte de la organización, viajó a varios estados sola, pero la reacción de su jefe fue la misma. 

“No sé por qué te pones en ese plan de necia y no quieres entender lo que te estoy diciendo: Tijuana es muy peligroso”, fue la respuesta del jefe, quien continúo insistiendo en que Erika se quedara en su habitación. Además, le dijo que no había un hotel cerca donde ella pudiera quedarse y que no le darían traslados. 

“Las dos horas que estuvimos esperando para subir al avión fueron dos horas de hablar del mismo tema y de seguir insistiendo para que durmiera en su habitación”, cuenta Erika; de acuerdo con su testimonio, la intimidación fue una constante, e incluso, su jefe le  aseguro que en ocasiones pasadas tuvo un incidente en el que sus subordinados fueron levantados por personas de la delincuencia organizada. Le dijo que a las mujeres de su equipo las encontraron desnudas, violadas y golpeadas:

“Me dijo: ‘¿tú quieres que te pase algo así? Yo le dije que no, obviamente no, pero que no me iba a quedar en su habitación”, contó Erika. “Ese día recuerdo que se paró y se fue al baño y yo me pasmé. Ni siquiera reaccionó mi cerebro para poner mi celular a grabarlo o algo; recuerdo cómo me corría la sangre fría. Yo estaba muy impactada”, agregó.

Tras continuar rechazando la propuesta de su jefe a pesar de la insistencia, Ericka buscó un hotel para quedarse, y encontró uno justo atrás del hotel sede, que fue donde finalmente se alojó. “Ese día no dormí; cualquier sonido que escuchaba me paraba y veía por la mirilla, porque tontamente caí en su juego. Me metió miedo, y yo no me sentía segura”, cuenta Erika. La incomodidad e inseguridad incluso la hizo pensar en su ropa. Aunque llevaba un vestido para el día de la reunión, decidió no ponerselo para no dar pie a comentarios o insinuaciones por parte de su jefe.

A partir del rechazo de la proposición del hotel, Ericka comenzó a identificar las actitudes  su jefe, quien era grosero e insistía en comer con ella. Incluso, le propuso entrar al cine. Erika se negó en varias ocasiones: 

“Ante sus proposiciones yo me la pasaba diciéndole que no, y él se hacía el indignado y me ignoraba. Tontamente yo creí que, al regresar del viaje, todo iba a quedar claro, que iba quedar clara mi postura, pero no fue así”.

Segunda propuesta en un hotel

El viaje a Tijuana no fue la única vez en que Erika recibió proposiciones para entrar en un cuarto de hotel con su jefe, quien se aprovechaba de los viajes de trabajo que debían hacer. En febrero de 2020 viajaron a una reunión en el C5 de Guanajuato. Su jefe aprovechó para proponerle nuevamente entrar en una habitación de hotel con él, pues la salida y el regreso de los vuelos los obligaba a permanecer muchas más horas en ese estado.

Una vez más, Erika fue notificada de la información del viaje a última hora; recibió los boletos de avión un día antes, a las once de la noche, y la salida del avión fue a primera hora. El vuelo de regreso se abordaría hasta las nueve de la noche, y la reunión solo duraría tres horas, cuestión que dejaba a Erika con su jefe durante muchas horas sin trabajo. 

Al llegar a Guanajuato, su jefe se negó a comer en otro lugar que no fuera el restaurante de un hotel que se encuentra en una plaza cercana al C5. Después de desayunar, se dirigieron al lobby para esperar a que diera la hora de la reunión. En ese momento, el jefe le propuso rentar una habitación juntos para “descansar”. Erika nuevamente se negó a estar en un cuarto de hotel con él. La reacción del jefe siempre era la misma:  “cuando yo le decía que no, siempre explotaba y se enojaba”, cuenta Erika. 

“Te guste o no, te vas a tener que quedar a dormir conmigo”

Tras continuar rechazando las propuestas de su jefe en diversas ocasiones, un día, molesto, el jefe le dijo que se mentalizara para dormir con él: 

“Yo nada más te voy a decir algo para que te vayas mentalizando: tarde o temprano, te guste o no, te vas a tener que quedar a dormir conmigo, sea en un hotel, sea en un coche, sea cuidando los trenes o donde sea, pero mentalízate, porque te guste o no, quieras o no, va a suceder”, fueron las palabras que el jefe le dirigió a Erika.

Tras ese comentario, la abogada comenzó a tener miedo, por lo que decidió reportarlo:

 

“Cuándo fue muy directo en ese sentido lo reporté en la Unidad de Prevención de la Violencia y el Delito de la Secretaría. Yo les dije que no me sentía cómoda, que no me sentía segura. Si yo hubiera aceptado su proposición, siendo él policía federal, que puede someter a una persona sin el mínimo esfuerzo, no me imagino lo que hubiera pasado en esa habitación”

A pesar de reportar el asunto, los encargados de la comisión mencionada le dijeron a Erika que actuara con normalidad ante su jefe para después proceder, pero pronto identificó que lo que ella reportó ya se lo habían informado a su agresor.  Además, los encargados de la Unidad de Prevención de la Violencia y el Delito le dijeron que, tras hablar con el Subsecretario, habían acordado que lo que ella merecía era una disculpa por parte de su jefe, por lo que la llamaron a una oficina y la pusieron frente a frente con su agresor. 

“Me empezó a decir que yo lo había malinterpretado, que su lenguaje es operativo y mi lenguaje es administrativo y que, por ese motivo, yo malinterpreté lo que él me quería decir”, cuenta Erika. Además, identificó que el Jurídico apoyaba la declaración de su jefe, “el de jurídico le empezó a decir, ‘tú no quisiste decir eso ¿verdad?’ Obviamente, el jurídico lo asesoró antes de esa reunión”, agregó la abogada, quien afirma que dicha reunión giró entorno a la idea de que ella era quien había exagerado las cosas. 

“El jurídico dijo que ‘por seguridad del área’ ya no íbamos a viajar juntos, ni siquiera fue por mi seguridad, dijeron que era por seguridad del área”, enfatizó Erika. 

Acoso laboral

La situación escaló y movieron de área de trabajo a Erika. A partir del 5 de marzo de 2020 comenzó a trabajar como subordinada del mismo jurídico que había atendido la situación previa, y comenzó a experimentar acoso laboral.

“Yo estaba ya como en un estado zombie. Yo, en la secretaría, ya estaba todo el tiempo sola. Había días en los que justo a la hora de la comida todo le urgía al jefe, pero yo iba y ya no estaba él, lo hacía por no dejarme salir a comer. Aunado a eso comencé a recibir comentarios de los compañeros de que yo era una ‘putita’, de que yo era una ‘calienta huevos’, que yo lo había provocado todo y que, por eso, me habían cambiado de área”.

Su nuevo jefe le daba sobrecarga de trabajo y le exigía cumplir con jornadas laborales más amplias. “En la secretaría les daban salida a través de un grupo de whatsapp a las 7 o 7:30. A mí nunca me metieron en ese grupo; me tenía que quedar hasta las nueve. Había días en los que se enojaba porque me había marcado 9:15 a la oficina y yo ya no estaba, a pesar de que mi turno terminaba a las nueve de la noche”, cuenta la abogada. 

Erika continuó alzando la voz y pidiendo ayuda en las entidades correspondientes; sin embargo, lo que recibió a cambio fueron más señalamientos por parte de sus compañeros:

“A mí la gente me dio la espalda, hombres y mujeres. Una compañera, en especifico, me dijo que no quería que la vieran conmigo, que no la buscara ni le mandara mensajes porque estaban interviniendo mi teléfono”

“El 19 de abril de 2021 regresé a la Secretaría, y a una compañera se le hizo chistoso decir cuando me vio: ‘ay, esta mujer sigue aquí; pensé que ya la habían desaparecido, como habían dicho’. Para mí, hacer chistes sobre la desaparición de personas en la Secretaría de Seguridad no es algo gracioso”, narró Erika entre lágrimas. 

A pesar de tener un diagnóstico de estrés post traumático debido al acoso, el hostigamiento y las burlas que ha enfrentado en su trabajo, la institución se negó a brindarle atención psicológica; le dijeron que debía pagarlo por su cuenta. Erika asegura que no puede dormir y que tiene pesadillas. 

Autoridades omisas 

Erika no ha parado de exigir justicia. En el pasado envió un escrito a Alfonso Durazo Montaño, quien en ese momento era el titular de la SSPC, donde también solicitó el apoyo de Inmujeres y la CONAVIM, instancias que tampoco le ofrecieron ayuda. “En todas me dijeron que, como yo ya había hecho algo en la Función Pública, ellos no podían hacer nada”, cuenta Erika.

“La de Recursos Humanos lo único que hizo fue cuestionarme por ir primero al Órgano Interno de Control antes que a Recursos Humanos. Me cuestionó por nunca ir a decirles lo que estaba pasando. Me dijo: ‘ya tiene mucho tiempo que pasó esto y apenas estás haciendo algo’”, cuenta la abogada. 

Tras hablar con Recursos Humanos, se tomó la decisión de cambiar de área a Erika; sin embargo, todo eso le fue notificado a sus agresores. “La de recursos humanos tomó la decisión de decirle a mis agresores a donde me iban a mover porque, según ella, era lo adecuado”. 

Desde marzo del 2020 hasta marzo del 2021, Erika no tuvo un lugar físico en la Secretaría. “Me aislaron completamente; nunca me integraron en el equipo de trabajo, y todo este tiempo ellos [sus agresores] siguen ahí, como si nada”, cuenta la abogada.

Con el cambio de titulares le informaron que, de acuerdo con Recursos Humanos, su reubicación era temporal e iba a tener que regresar a trabajar con su agresor. “No he tenido el apoyo de la institución; metí una queja con derechos humanos, pero cerraron mi expediente”.

La denuncia penal de Erika sigue avanzado porque le ofrecieron un Mecanismo Alternativo de Solución de Controversias, por lo que la canzalizaron con una facilitadora; sin embargo, Erika no se encuentra satisfecha con las soluciones que le proponen.