“Un brazo pasa por debajo de mi cuello y otro por encima de mi cintura y me abraza, fuerte. Más fuerte. Más fuerte. Abro los ojos, mi corazón se acelera. ¿Qué está pasando? Los brazos me aprietan cada vez con más fuerza. No puedo respirar. Me muevo un poco, apenas. Quizá, si no me muevo demasiado, me suelta. Parece que funciona porque ha disminuido la fuerza con la que me abraza, pero me siguen rodeando. Me siento intranquila y no puedo ya cerrar los ojos. ¿Debería sentir esta sensación de peligro? Se supone que es mi amigo y no haría nada para lastimarme, creo”, escribió Ana, estudiante del Colegio de México, en su cuenta de Facebook, después de asimilar que fue víctima de abuso sexual.

Ana decidió alzar  la voz  hasta que se lo contó a una amiga, quien la ayudó a reconocerlo. “Me sentía increíblemente tonta, culpable, sólo pasaba en mi cabeza: ‘cómo a mí, cómo a mí que soy feminista, cómo a mí que se supone que podría reaccionar ante esas cosas, que podría identificar a los agresores’. Me sentía tonta y culpable”, comparte para La Cadera de Eva.

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Las denuncias sobre abuso sexual toman su tiempo. Al respecto, Michelle Gama, titular del Comité de Género de la Universidad Iberoamericana, comenta: “Las mujeres nos tardamos en denunciar porque no nos damos cuenta que fuimos agraviadas. Tenemos tan normalizada la violencia patriarcal que creemos que es normal. Nos cuesta trabajo asimilar que fuimos violentadas. Ahora, nos estamos dando cuenta de cosas que no son normales, y que eso debe cambiar. Es un proceso muy doloroso, es muy doloroso darnos cuenta que crecimos en un contexto donde somos ciudadanos segunda, donde nuestras vidas no valen lo mismo que nuestra contra parte hombre y que está llena de privilegios”.

El 88.4% de las mujeres que viven violencia decide no tomar ninguna acción ante las instituciones o las autoridades, esta tendencia tiene un carácter extendido a nivel nacional, ya que el total de delitos no denunciados o que no derivaron en averiguación previa es de 93.6%. Las principales causas para la no denuncia son: considerarse una pérdida de tiempo (33.1%) y la desconfianza en las autoridades (16.5%), revela el informe de Luchadoras sobre violencia.

TENDEDEROS DE DENUNCIAS

En 2019, el grito del 8M se distinguió por el performance de Las Tesis, Un violador en tu camino, que se replicó en diversos países, sobre todo en las universidades. Las estudiantes montaban un tendedero de denuncias, donde nombraron a sus abusadores. En ese año se registraron 364 quejas en 20 planteles, lo que derivó en la destitución de 27 profesores, tres denuncias penales y la expulsión de un alumno, reportó en su momento Milenio.

“Los tendederos se llevaron a cabo en diversas universidades de distintos centros de investigación, institutos tecnológicos. Se visibilizó lo que ocurre en el sector educativo. Algo a lo que no se le había dado la atención debida y que no es nuevo”, dice en entrevista para La Cadera de Eva, Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara,  Coordinadora Nacional de la RENIES (Red Nacional de Instituciones de Educación Superior por la Igualdad de Género).

Lourdes narra que desde que era estudiante, en los años 80s, se veían esas prácticas. “No teníamos palabras para nombrarlo ni tampoco teníamos teorías que nos permitían elaborar discursos, lo veíamos como acoso de malos maestros a estudiantes indefensas, normalmente eran hacia estudiantes que venían de los ranchos, de los pueblos, muchachas más vulnerables”, comparte.

Dentro del ambiente académico prevalece un personal docente constituido mayoritariamente por hombres, y un estudiantado mayoritariamente femenino. “Las mujeres somos alrededor del 53% en todas las universidades del país, ahí se encuentra un caldo de cultivo, ahí se reproducen estas relaciones asimétricas”, comenta Lourdes.

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“En la prepa tenían a un maestro que siempre nos veía los senos a todas. Me sentía tan incómoda que los días que yo tenía clases, me ponía sudadera y me la subía hasta el cuello para evitar sus miradas. 24 años”, denunció una de las estudiantes de la Ibero en 2019.

NORMALIZAR LA VIOLENCIA

Otro caso es del de Esperanza, ex alumna del Colegio Williams y de la Escuela Superior de Música, quien actualmente estudia derecho en el ITAM, fue acosada por Jaime Andrés Tapia Osorio, alias “el Fauno”, en la secundaria, a los 14 años. Jaime Andrés Tapia Osorio, ahora un hombre de alrededor de 41 años, contacta a mujeres jóvenes vía Facebook.

Esperanza conoció a Andrés por un profesor del Colegio Williams, se lo presentó supuestamente porque compartían el gusto por la música. Ella comenzó a considerarlo como un amigo, fue hasta que se lo presentó a sus padres cuando notó que era mayor de edad. Los padres de Esperanza la alertaron. Ella trató de alejarse. Sin embargo, lo seguía viendo en la Escuela Superior de Música, donde se dedicaba a vender discos.

Aunque, ella fue a denunciarlo al Colegio Williams junto con sus padres. No recibió ni una respuesta. Ella cuenta a La Cadera de Eva que hablaron con el director técnico de la institución general y les contestó que no era un delito presentar alumnos. También intentaron denunciar con la policía cibernética, tampoco obtuvieron respuesta. “¿Cómo poder denunciar que un profesor te presente a un exalumno que puede ser un probable abusador?”, dice en una entrevista por Facebook en El Destapadero.

Este no es el primer caso que presenta el Colegio Williams. En 2017, los padres de Tefany, de tres años de edad denunciaron la violación de la que fue víctima por parte de un profesor. La menor fue abusada sexualmente por su maestro de deportes a uno de los baños de alumnos del Colegio Williams plantel Mixcoac, de acuerdo con la carpeta de investigación número CI-FDS/FDS-6/UI-FDS-6-03/00707/06-2017.

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El testimonio de la niña de tres años ratificó ante los peritos de la Procuraduría capitalina cuando le tomaron su declaración a través de la herramienta especial para estos casos.

Al respecto, Lourdes Pacheco señala que las instituciones nos saben cómo actuar ante estos casos, ya que solía ser un ambiente masculino. “Las instituciones educativas no están preparadas para eso. Lo han tomado como una sorpresa porque estaban acostumbradas a tener ambientes masculinos donde los hombres toman las decisiones, son quienes imponen el ritmo de las dinámicas. Es hasta que las mujeres entran, cuando establecen otra agenda”, dice.

No sólo Esperanza ha evidenciado los actos de Jaime Andrés Tapia Osorio; también Abril Luna lo hizo en su muro de Facebook. La joven escribió que Andrés Tapia le había confesado que le gustaban las menores de edad. “Me contó que a él le gustan ‘las chavitas’ y que había estado con chavas de 14 y 16 años cuando el ahora tiene 37 años porque a él le gustan jovencitas y que huelan rico”.

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En otro de los puntos agregó: “Me dijo que él se reúne en grupos para tener sexo y me invitó a asistir a lo cual me negué de inmediato”. Abril lo bloqueó de Facebook. Sin embargo, cuenta con pruebas de que siguió preguntado por ella a través de sus compañeros.

Abril ha denunciado que Jaime Andrés Tapia Osorio asistía a los eventos donde ella solía estar. “Él vende discos fuera de la sala de conciertos y yo soy una melómana en busca de música en esas mismas salas, así que podíamos coincidir hasta dos veces a la semana en un mismo evento. En principio se me hacía normal pero después, él empezó a conseguir los boletos y me hacía sentir mal ya que por el boleto me pedía estar con él mucho más tiempo a lo cual no accedí”, denunció.

La Cadera de Eva se comunicó dos veces al Colegio Williams vía telefónica, la respuesta de las personas que tomaron la llamada fue que ellas no eran las indicadas para atender el asunto. También se les contactó vía mail y Messenger de Facebook, hasta el momento no ha habido alguna postura de la institución.

QUÉ ES SER HOMBRE

“Hoy los universitarios hombres tienen que reflexionar sobre qué es ser hombre, qué es la masculinidad… El acoso no sólo se da entre relaciones jerárquicas, profesor – alumno, se da entre compañeros. Porque ellos llegan con la superioridad masculina y vemos problemas como estos, que se llaman problemas  de manada, donde los hombres se conforman como un colectivo… Estas acciones pasan por la subjetividad, es donde las instituciones deben intervenir. Las universidades escolarizan, pero no cambian las subjetividades de los estudiantes”, señala Lourdes.

La percepción de cómo ser una pareja también influye. “Los estudiantes llegan a la universidad queriendo construir relaciones como estuviéramos en el siglo XX. Los hombres quieren casarse con una mujer como su abuelita, que sea comprensiva, haga la comida, cuide a los niños. Las mujeres quieren un hombre trabajador, que sea comprensivo que tampoco existe. Las universidades no sólo deben escolarizar sino contribuir a transformar las subjetividades de las relaciones sociales que es transformar”, explica Lourdes Pacheco.

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En este trabajo de intervenir en las subjetividades y deconstruir los procesos jurídicos que tienen una base patriarcal. Michelle Gamma, titular del Comité de Género de la Universidad Iberoamericana, explica que para atender las denuncias por abuso y acoso sexual dentro de la institución, tuvo que cambiar la forma de trabajo, hacerlo por duplas, entre una académica y una abogada, no hacer que la denuncia fuera atendida por la titular.

También, dentro del Comité se capacitaron en la generación de dictámenes, para que el lenguaje dejara de ser meramente técnico y las agraviadas pudieran entenderlo. Michelle señala que para acompañar a las estudiantes, las universidades deben tener voluntad política, como fue el caso de la Ibero, donde ella ha obtenido el apoyo de la dirección en todo momento.

“ME AYUDÓ A DARME CUENTA QUE NO FUE MI CULPA”

Ana denunció su caso ante la Unidad Jurídica Especializada en Género de El Colegio de México, para entonces la institución ya había creado un protocolo contra el acoso y hostigamiento sexual. El proceso fue siempre empatizo con la víctima aunque tardado por la pandemia. 

El Colmex hizo un convenio con Inmujeres para brindar apoyo psicológico y asesoría legal a quien lo necesite. Ana sólo pidió acompañamiento en la parte emocional y comenta que le fue muy útil.

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“Me ayudó a darme cuenta que no fue mi culpa. Yo me reprochaba por qué me había quedado quieta. Sólo le quité las manos. Por qué no hice más, me preguntaba. Como si hubiera sido mi culpa dejar que me tocara. La psicóloga de la Luna me hizo ver que lo que hice fue para sobrevivir, para ponerme a salvo con el menor daño posible”.

Ana pudo salir de la casa del  abusador hasta que empezó a amanecer. Salió del cuarto por sus cosas. Recogió la compu que había prestado para poner música e intento abrir pero estaba cerrado con llave. Tuvo que despertarlo. Él “como si nada”, le ofreció desayunar. Ana lo único que quería era salir de ahí.

Una semana previa al 8 de marzo, la Secretaría de Gobernación, Educación, Inmujeres y ANUIES marcaron directrices contra el hostigamiento y acoso sexual las Instituciones de Educación Superior (IES). En una entrevista con Azucena Uresti, la secretaria, Olga Sánchez Cordero, dijo que en sus tiempos de estudiante había profesores que se jactaban de no haber dejado a ninguan estudiante sin conquista o incluso seducir. Debido al movimiento feminista, la situación está cambiando. "Gracias a las futuras generaciones que vienen que tienen otra manera de pensar es como estamos cambiando", dijo en entrevista.

VIOLENCIA EN PANDEMIA

Durante esta pandemia, aunque las clases han sido en línea. Las alumnas incluso profesoras han denunciado que han vivido acoso. Daniela Cerva, investigadora y feminista, dijo en un Facebook Live organizado por La Cadera de Eva que el acoso que se vive en las reuniones virtuales no es solo contra las estudiantes, sino también contra profesoras, quienes al dar su cátedra son violentadas con comentarios sexistas e imágenes inapropiadas. 

Las formas de acoso y violencia contra la mujeres perpetradas a través de internet son cada día más notorias y más denunciadas por mujeres estudiantes, docentes y políticas.

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Respecto a los agresores en el entorno digital, el 86.3% de quienes agreden a las mujeres eran desconocidos y sólo el 11.1% eran conocidos, de los cuales el 5.9% eran amigos, el 4.5% eran compañeros de clase o de trabajo, 2.2% eran pareja o ex pareja y el 2.3% un familiar, reporta el informe de Luchadoras.

Las mujeres han decidido comenzar hablar sobre las violencias que han vivido en grupos de Facebook o entre sus amigas, este acompañamiento ha sido de gran importancia para darle sentido a sus historias. 

“Tener estos espacios seguros donde una mujer puede hablar de lo que sucedió, es fundamental para apropiarse de su narrativa, lo que sucede en un episodio de violencia es que alguien más se apropia de tu narrativa, y pasa algo que no estaba en sus planes y no saben como ponerle discurso, en estos grupos , la agraviada se apropia de su historia”, señala Michelle.