La poesía de Alejandra Pizarnik se caracteriza por plasmar el dolor y la soledad, por ser profundamente nostálgica y apelar a los sentimientos más profundos. Pizarnik nació en Buenos Aires, el 29 de abril de 1936. Su pasión por la escritura nació a muy temprana edad, y su carrera como escritora comenzó en 1955 con su libro “La tierra más ajena”, que fue publicado en 1955, cuando tenía 19 años.
Actualmente es una de las poetas femeninas más conocidas y reconocidas de América Latina; sus letras han impactado la vida de lectoras y lectores alrededor del mundo. Aunque los temas en sus textos son variados, los expertos afirman que hay una constante de tristeza, obsesión por la muerte, nostalgia, soledad y desdicha atravesadas por su condición de género, su lugar en el mundo como mujer.
Su vida
“La poesía no es una carrera; es un destino”, es una de las frases más famosas de Pizarnik, cuya vida marcó el destino hasta la poesía como vocación. Fue hija de una pareja de inmigrantes, que le dejaron por herencia cultural una parte rusa y una parte judía. Al llegar a Latinoamérica su familia adoptó el apellido “Pizarnik”.
La poeta vivió una vida estable económicamente; sin embargo, durante su infancia y adolescencia se presentaron cosas que marcaron su vida y su arte. Para empezar, Pizarnik era asmática y algunos la consideraban poco agraciada por tener acné, cuestión que, en realidad, la llevó a romper con mandatos de belleza como el cabello largo y la ropa acostumbrada por las damas. Su estilo rompió con los estereotipos de belleza de la época.
Fotografía tomada de internet.
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Además, Pizarnik era tartamuda y constantemente resentía las comparaciones con su hermana, quien se caracterizaba por ser bella y sana. Sus problemas emocionales de autoestima, relacionados profundamente con los estereotipos de belleza, representan una parte de los temas de sus textos.
Su historia familiar arrastraba las secuelas de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo, otro tema relevante dentro de su obra. Los temas de sus textos se muestran a las y los lectores no solo como profundas reflexiones de su estado emocional, sino también como una forma de expresar que lo personal es político y artístico.
Poesía dolorosa
En Pizarnik, las palabras escritas son una forma de crear catarsis; ella es el ejemplo ideal del artista que escribe para sobrevivir, para verter dentro del texto las emociones que se desbordan del alma, especialmente aquellas emociones que ahogan y acercan a la muerte.
Más allá de mirar la escritura como una forma de obtener reconocimiento en las élites sociales, Pizarnik utilizó la escritura para desahogar su soledad, su tristeza, su angustia y sus desfortunios.
Esa forma tan personal de hablar del dolor desde múltiples voces la hace tener una conexión instantánea y duradera con muchas de sus lectoras y lectores, incluso en la actualidad.
Su lado feminista
A Pizarnik se le recuerda como una mujer que rompió con los modelos ideales de feminidad desde su juventud. Era una mujer rebelde y subversiva: su apariencia lo gritaba. Alejandra, durante su adolescencia, se convirtió en el modelo contrario al molde de la joven clasemediera argentina de los años cincuentas.
Fotografía tomada de internet.
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El lado feminista de Pizarnik se encuentra en el valor, la rebeldía y la resistencia que significaba romper con los moldes de “mujer moral y decente” de su contexto. La ruptura de los moldes también incluía su enorme pasión por el conocimiento y su apego a la filosofía, lo cual la guió hacia el existencialismo.
Por otra parte, Pizarnik fue una mujer crítica de la realidad de las mujeres y consciente de los obstáculos que representaba ser mujer. Sobre su experiencia personal, en una entrevista para la revista Sur de 1970, Pizarnik dijo:
“Aunque ser mujer no me impide escribir, creo que vale la pena partir de una lucidez exasperada. De este modo, afirmo que haber nacido mujer es una desgracia, como lo es ser judío, ser pobre, ser negro, ser homosexual, ser poeta, ser argentino, etcétera. Claro es que lo importante es aquello que hacemos con nuestras desgracias.”
En la misma entrevista, la poeta declaró estar en favor del divorcio y en favor de que las mujeres accedieran a los mismos derechos que los hombres ostentaban. Pizarnik creía en la necesidad de un cambio radical de la sociedad en beneficio de las mujeres:
“No creo que la sociedad actual necesite una reforma. Creo que necesita un cambio radical, y es en ese sentido que pueden redundar beneficios para la mujer”, dijo la autora.
Pizarnik escribió sobre las mujeres, sobre su condición genérica y la realidad social que aprisiona al género femenino; también escribió sobre la lucha y la resistencia de las mujeres:
“Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero”.
Los últimos años de la vida de Pizarnik fueron tormentosos emocionalmente, hasta que el 25 de septiembre de 1972 se quitó la vida. Sin embargo, su legado poético vive y prevalece en la actualidad.