De manera paulatina, se abren las aguas para América Latina, una región colonizada que históricamente, se ha vivido desde la discriminación y el abuso, ahora, se posiciona frente a los órganos internacionales y obtiene una puntuación sumamente positiva en lo que respecta a la erradicación de prácticas discriminatorias contra mujeres y niñas, superando con creces a otros iguales como Asia. En sólo tres años, las generaciones más jóvenes impulsan el cambio a través de mejores prácticas sociales y levantando la voz en contra de la discriminación por género, especialmente, las juventudes en México, Argentina y Chile.
De manera generalizada, la región obtuvo un total de 22 puntos en una escala de 0 a 100, de acuerdo con el Índice de Género e Instituciones Sociales (SIGI), esta medición se realiza entendiendo que el 0 es nula discriminación y el 100, es el puntaje más alto de discriminación. Con esta clasificación de 22 puntos, latinoamerica reafirma que desde colectividad social el cambio es imparable.
En una comparación con 2019, se encuentra que hasta ese momento existían 8 países latinoamericanos con un índice muy alto de discriminación, este 2023, sólo se tiene registro de tres.
¿Este importante hito debe aplaudirse?, la respuesta se obtiene de por dónde se observe la interrogante, pues aunque se tengan resultados favorables ante el SIGI, el reporte también expone lo imperante del pensamiento misógino y la división sexual del trabajo en latinoamérica y es que, sólo basta con observar que la población regional considera más importante el trabajo de hombres que el de mujeres.
Antes de trastocar los datos más alarmantes, es importante colocar sobre la mesa qué es el SIGI, qué postulados utiliza y de qué manera contribuye a entender las violencias estructurales de todo el mundo. Un índice que tiene la facultad de determinar la calidad de vida de la ciudadanía global.
¿Qué papel juega el SIGI?
El índice de Instituciones Sociales y Género se extiende alrededor de 60 países y coloca bajo el lente algunas interrogantes para entender de qué manera se relaciona la ciudadanía, el acceso a la justicia, los roles de género y las acciones que toman los gobiernos para salvaguardar la integridad de las mujeres y niñas de la nación.
Si alguna vez te has preguntado sobre las relaciones patriarcales en el hogar y la manera en que esto se traduce en la socialización en lo público, el SIGI se encuentra observando de cerca cómo funciona la figura paternal y la violencia de género. Estos son las cinco dimensiones en las que sostiene el SIGI para clasificar y puntuar a los países
- Código de familia discriminatorio: ¿cuál es el poder de decisión de la mujer?, ¿de qué manera funciona la autoridad paternal?, un ejemplo de esto son las herencias y el matrimonio infantil.
- Integridad física restringida: todas aquellas prohibiciones que tienen las mujeres sobre sus cuerpos, por ejemplo, la mutilación genital femenina, el aborto y la obstrucción para una autonomía reproductiva.
- Preferencia por los varones: sesgo intrafamiliar y desvarolización de las hijas
- Restricción al acceso de recursos: ¿qué obstáculos existen para que las mujeres puedan acceder, controlar y ser propietarias de sus propios bienes?
- Libertades civiles: toda aquella restricción a la que se enfrentan las mujeres para acceder, participar, tomar decisiones y opinar en lo público. Por ejemplo, la voz política de las mujeres.
"El SIGI clasifica a los países e incluye descripciones detalladas de la discriminación de género en cada país de la región así como también la base de datos de Género, Instituciones y Desarrollo (GIDDB). El índice sirve como una herramienta para la investigación, el diseño de políticas públicas y la promoción de la igualdad de género." (información oficial del Centro de Desarrollo de la OCDE)
Discriminaciones a la alta en relaciones familiares: una estructura de poder
¿Las mujeres y los hombres tienen la facultad de decidir equitativamente en su hogar?, ¿los hombres y las mujeres pueden casarse a la misma edad?, a esto, el SIGI arroja una disparidad importante que apela a lo enraízado del rol de género al interior del hogar.
Una estructura de poder cimentada en el patriarcado que, considera como único individuo valioso al hijo, mientras que la hija es desvarolizada, o al menos, es así como el 39.2% de las mujeres mexicanas lo identificaron, siendo uno de los países de la región en señalar la estructura familiar como el principal espacio discriminatorio que habitan.
Más allá de la facultad de decidir sobre sus cuerpos, su valor civil o la percepción de obtener mejores oportunidades, el hogar mexicano se convierte en el principal espacio discriminatorio de la mujer.
En comparación, países como Chile y Argentina registraron 8.5% y 8.7%, respectivamente. Es decir, poco más de 30 puntos porcentuales menos que en México, siendo el país más allegado a este número Bolivia con 36.7% de percepción de discriminación en la familia.
La sociedad mexicana está construida sobre un profundo sistema patriarcal que se instaura en la institución más vitalicia de todas: la familia. Sólo para, posteriormente, extenderse en la sociedad en general y perpetuar las relaciones jerarquizadas de poder, una dicotomía absurda que oscila en la persona que sirve y la que es servida. Ana Josefina Cuevas rescata lo siguiente en su libro "Familias y relaciones patriarcales en el México Contemporáneo".
La familia es uno de los espacios privilegiados de reproducción del patriarcado en tanto que constituye la unidad de control económico, sexual y reproductivo del hombre sobre la mujer. El dominio masculino se manifiesta y se institucionaliza desde el seno familiar y se extiende a la sociedad en su conjunto
En esta línea, se inscribe otro punto coyuntural y es que, el 56% de la población mundial refirió que, en caso de existir escasez de trabajo, era preferible que las vacantes disponibles fueran ocupadas por hombres. Con el objetivo de contextualizar, en México, el 75% estuvo de acuerdo con este postulado, mientras que en Países Bajos fue el 0%.
Asimismo, se encuentra en el enunciado "Cuando las mujeres buscan empleo los niños sufren", el 56% de la población global afirmó esta sentencia. México lo hizo con un 53%, Argentina en un 38% y Bolivia en un 81%.
Es así, que el Índice de Género e Instituciones Sociales (SIGI), cierra esta edición, quizás, con más preguntas que respuestas, pero con la certeza de que, latinoamérica avanza gracias a las mujeres que cuestionan la dinámica familiar, levantan la voz, toman las calles y se apropian de nuestras leyes para crear espacios más incluyentes. Su representación se vuelve necesaria y su rebeldía, el motor para encaminar a la región a un futuro más próspero.