La brecha de género obstaculiza que las mujeres tengan acceso a las mismas oportunidades, derechos recursos y emancipaciones económica, por ello, en un país que vive atravesado por la violencia de género y las disparidades es urgente colocar acciones que, de manera paulatina, agilicen la paridad de género para construir sociedades libres de violencia en todas las escalas. Según información del Foro Económico Mundial, cerrar la brecha de género a nivel mundial tomaría un aproximado de 132 años.
Este dato resulta inquietante, pues es impensable que podamos acceder a sociedades más justas hasta dentro de más de un centenar de años, quizás, hablar de una solución pronta y duradera es complicado, pues las violencias deben entenderse como un conjunto sistémico que va desde el estado, el proceso histórico, la familia y un largo etcétera. De acuerdo a información del Centro de Investigación en Política Pública, el cambio no es tajante, sino que se debe construir y a través de acciones que visibilicen las disparidades, acelerar el cierre de la brecha de género.
Uno de los puntos más importantes que destaca el IMCO, es que los detalles, el cambio de dinámicas y sutilezas abonan en gran medida para comenzar a eliminar las violencias y desigualdades que viven las mujeres, especialmente, en el mercado laboral. Ante este panorama, se debe nombrar la manera en que los roles de género ahonda en la brecha de género y cómo, es urgente que exista una mirada con perspectiva de género, desde lo individual al relacionarnos con otros, hasta lo sistémico, levantando la voz y exigiendo políticas públicas que realmente garanticen una vida libre de violencias.
“Garantizar políticas públicas con perspectiva de género no es sólo una cuestión de género, es por la libertad y la democracia. Las mujeres no demandamos que nos vayamos al 50/50 en todos los espacios, sino en dignificar nuestra vida, que seamos respetadas y escuchadas, no queremos seguirnos enfrentado a desigualdades, injusticias, agresores (...), cerrar la brecha es un acto que nos beneficia a todos por igual y salvaguarda nuestros derechos”, Yndira Sandoval, feminista, activista e impulsora de la Ley 3 de 3
Brecha de género en el mercado laboral
En la Universidad de Nurenmberg (Alemania) se realizó un estudio donde reunieron a un grupo de profesionales para resolver algunos problemas, el objetivo era observar sus comportamientos y manera de relacionarse. Los resultados arrojaron que, aunque las mujeres estaban mejor preparadas profesionalmente, los hombres fueron quienes tomaron las decisiones y dominaron los espacios, mientras que las mujeres tomaron una postura más pasiva y menos participativa al momento en que sus congéneres organizaban al equipo de trabajo.
Este caso es una evidencia palpable de cómo, aunque exista esta visibilización de que las mujeres deben ocupar cierto porcentaje en las compañías o instituciones gubernamentales, es necesario dar una lectura más profunda a las dinámicas de trabajo, a la masculinización de los espacios y de qué manera, se están tomando en cuenta las ideas o posturas de las mujeres.
Sobre esta línea, el IMCO exhorta a que se comiencen a cambiar las culturas laborales y qué acciones violentas se están ejerciendo en contra de las mujeres que forman parte del mercado laboral, pues el hecho de que exista mayor representación y diversidad, no quiere decir que las personas sean respetadas, escuchadas y valoradas en equidad de condiciones.
Por otra parte, existe un rol de género muy trazado en las mujeres y que abona a que exista la carga insostenible de trabajo y el abandono del mismo. Por ejemplo, las mujeres que son cuidadoras y se dedican a las labores del hogar, no tienen las mismas oportunidades para acceder a empleos completos por falta de tiempo, entonces, aceptan trabajos de medio turno o aceptan arreglos laborales poco favorecedores, lo que dificulta que tengan mayor crecimiento laboral además, y perciban ingresos bajos. A diferencia de sus congéneres que tienen la posibilidad de trabajar jornadas completas, escalonar, prepararse y acceder a mejores oportunidades.
En México, 85 de cada 100 personas de 12 años o más dedican tiempo a realizar alguna actividad de trabajo doméstico en los hogares y seis de cada 10 son mujeres que dedican más de 20 horas en promedio a la semana a los quehaceres del hogar. (Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el informe “Estadísticas a propósito del trabajo doméstico”
Al respecto, el IMCO sostiene que no basta con políticas con buenas intenciones que perpetúen el problema, se debe atender la raíz de todo esto y sobretodo, mirar con una perspectiva de género los fenómenos que colocan a las mujeres en una posición de vulnerabilidad y con base en ello, implementar verdaderas acciones públicas que empujen al cambio.