Los vínculos afectivos son una constante en el ser humano, debido a ello se deben cuidar en todo momento; vínculos de amistad, familiares y de pareja deben ser alimentados con responsabilidad afectiva. La responsabilidad afectiva puede definirse como: tener en cuenta lo que sienten los demás mientras también tenemos en cuenta lo que sentimos nosotras. En otras palabras, es ser responsable con nuestras propias emociones y las de los demás.
La responsabilidad afectiva
Es cierto que se han normalizado ciertas violencias que muestran una clara ausencia de responsabilidad afectiva, por lo que es importante conocer algunos de los rasgos más importantes para construir relaciones sanas con cualquier persona.
Empatía. La empatía consiste en tener la habilidad y la capacidad para poder identificarse con otras personas y compartir los sentimientos de estas. Una persona con una correcta responsabilidad afectiva debe ser también una persona empática.
Respeto. Ser consideradas con los demás es también de vital importancia. Aunque no estemos de acuerdo con la opinión o los sentimientos de alguien, si no nos perjudican, es necesario respetarlos para poder considerar que somos personas responsables.
Comunicación y escucha activa. El comunicar cómo nos sentimos y cuáles son nuestros sentimientos es igual de relevante que saber escuchar de manera correcta los de los demás.
Consenso. Muchas veces habrá desacuerdos, es decir, lo que queramos o sintamos será diferente a lo que quieran y sientan los otros y esto puede ser motivo de conflicto. Una persona con responsabilidad afectiva es capaz de llegar a un consenso que beneficie, si es posible, a ambas partes.
Poner límites. En el caso de que consideres que la otra persona se está sobrepasando es importante que sepas poner los límites necesarios. Las personas que tienen una correcta responsabilidad afectiva no tienen reparo a la hora de poner dichos límites.
Pensar en las consecuencias de nuestros actos. Otro aspecto clave es tener claro que las cosas que hacemos y decimos tienen consecuencias en los demás. Por ello, es interesante reflexionar sobre estas posibles consecuencias antes de tomar decisiones o hacer/decir cosas que podrían causar malestar en los demás.
Cuidado. Todo lo anterior supone cuidar a los demás y dejar que los demás nos cuiden a nosotras.
¿Cómo desarrollar responsabilidad afectiva?
Todo se aprende y debido a la sociedad en la que vivimos es importante comenzar a aprender a tener responsabilidad afectiva:
Desarrolla la empatía. La empatía y el respeto son dos de las premisas de la responsabilidad afectiva. Por un lado, para desarrollar la empatía es importante que desarrolles la escucha activa, que no prejuzgues a la gente y que intentes entenderte tanto a ti misma como a los demás.
Desarrolla el respeto. Es relevante que aprendas a respetar las opiniones y necesidades de otras personas, aunque no estés del todo de acuerdo con ellas. Si esas personas no dañan a nadie con sus opiniones y necesidades, debemos respetarlas.
Desarrolla las habilidades sociales y la comunicación asertiva. Como habrás podido intuir, las personas que tienen responsabilidad afectiva son aquellas que son asertivas. Por ello, es fundamental desarrollar la asertividad. Analiza las consecuencias de tus actos, es crucial que, antes de actuar, te pares a reflexionar cuáles son las consecuencias de las cosas que dices o haces.
Aprende a incluir los conflictos en el día a día. Discutir siempre no está bien, pero en las relaciones no todo es favorable e idílico. Por ello, que se creen conflictos de vez en cuando es saludable y tenemos que aprender a vivir con ellos. Evitar los conflictos o generarlos siempre que tenemos ocasión no son indicadores de una buena responsabilidad afectiva.
Con información de PsicoGlobal.
APVB