Asaari Bibang nació en Guinea Ecuatorial en 1985, pero a los seis años emigró a España. A los 15 incursionó en el mundo del espectáculo, donde se dio cuenta de que a las personas negras y afrodescendientes les daban papeles que perpetuaban estereotipos desde el imaginario colectivo, por lo que, 15 años después, comenzó a escribir monólogos de comedia.
En su comedia, Asaari Bibang posiciona un mensaje antirracista y de denuncia, donde señala cómo en España todavía hay gente que no asume que una persona negra también pueda ser española. Así mismo, destaca cómo el feminismo debe reajustarse hacia una perspectiva más interseccional y plural.
En sus redes sociales, Asaari Bibang también crea contenido para reflexionar con humor, en uno de sus videos habla sobre el blackfishing, una tendencia por parte de personas blancas, sobre todo influencers y artistas, que imitan la apariencia de personas negras. Esto refuerza los estereotipos y estigmas en torno a las personas negras, a quienes no se les vería de la misma manera a pesar de sí ser negras.
Actualmente, por medio el monólogo “Humor negra”, Asaari Bibang reflexiona sobre la empatía desde una perspectiva feminista y antirracista. Al respecto, comenta que si en sus shows el público femenino es el doble que el masculino es porque las mujeres están más sensibilizadas en el tema y que, además, la comedia se ha destacado por perfiles opuestos al suyo.
“Me siento más cómoda en la comedia en primera persona, que cuenta la realidad de una, las cosas que le gustan, las que no, las que la atraviesan. Resulta curioso que cuando los hombres hacen exactamente lo mismo, nadie le pone apellidos a su comedia”, señala Asaari Bibang en entrevista con Efeminista.
También forma parte del equipo que del pódcast antirracista No hay negros en el Tíbet, sobre lo que significa ser una persona afrodescendiente en España, y es autora del libro Y a pesar de todo, aquí estoy, en el narra la historia de cómo una niña de Guinea llegó a España y se convirtió en actriz y monologuista.
Asaari Bibang confiesa en el libro sentirse apátrida: “demasiado españolata para ser guineana, demasiado negra para ser de aquí”, y agrega que cuando le explicaba este sentimiento a una persona blanca casi siempre le acababa aconsejando que dijera que era ciudadana del mundo. “Nunca, jamás en mi vida, le he oído decir esa sobrada a un negro. No soy ciudadana del mundo, ya tengo suficientes contradicciones siendo de dos sitios y de ninguno como para apropiarme del mundo entero”, concluye.