Latinoamérica como lo conocemos actualmente, es la construcción de un sistema constituido por el eurocentrismo colonial que atraviesa la raza, régimen, la clase, la heterosexualidad y se extiende por todos los países colonizados, algo que el escritor y antropólogo Aníbal Quijjano reconoce como la “colonialidad del poder” que evidencia la manera en que se considera como matriz y centro de la modernidad al continente Europeo.
Todas las personas que habitamos la región estamos sujetas a los contextos poscolonial y es así, que parte del proceso de rechazar estas prácticas, la comunicación ejerce un papel fundamental para difundir la palabra sin perpetuar la estructura de dominación y explotación; el colonialismo.
Desde el feminismo, es necesario cuestionarse, reconocer el pensamiento y anular, en medida de lo posible, el pensamiento colonial y dar pie a visibilizar las experiencias particulares a través de la autorepresentación. Ochy Curiel, antropóloga social y activista lésbico feminista y antirracista explica esto de la siguiente manera.
“Esta colonialidad ha atravesado también al feminismo, incluso al feminismo hegemónico de América Latina y otros países del Tercer Mundo. Lo que ha generado que las mujeres del tercer mundo sean representadas como objeto y no como sujetos de su propia historia y experiencias particulares (…) sitúa a las feministas no europeas en el “afuera” y no “a través” de las estructuras sociales, vistas siempre como víctimas y no como agentes de su propia historia con experiencias importantes de resistencias y luchas y teorizaciones.”
Con esta poderosa cita, se da inicio a una serie de recomendaciones para que las personas que se encuentran haciendo un trabajo periodístico o de difusión, cuenten con las herramientas suficientes para descolonizar de las narraciones el discurso violento que, como explica Ochy Curiel, excluye a las mujeres y desvaloriza sus resistencias al considerarlas “fuera de”. Nombrar las luchas, los nombres, reconocer el colonialismo y a través de la escucha y la palabra es, por más, un acto necesario en las redacciones.
¿Cómo escribir un artículo periodístico descolonizado?
En el marco del seminario Claves para descolonizar las narrativas sobre mujeres y sus luchas sociales, las periodistas Luciana Peker y Amanda Meza abonaron a la conversación con algunos consejos necesarios para construir historias periodísticas inclusivas y con perspectiva de género. Junto con la Fundación Galo, estos son los puntos concluyentes para descolonizar la prensa.
Entender que el proceso de colonización tiene un impacto distinto en la mujer
Ejercer el periodismo no se trata únicamente de exponer historias y contar vivencias, sino de ahondar en la manera en que funcionan las estructuras y sobre todo, ser conscientes que el cuerpo feminidad se ve atravesado por distintas violencias, es decir, la interseccionalidad.
Reconocer esto es trascender en el ejercicio periodístico y evitar todo discurso de dominación y/o exclusión en contra de grupos que históricamente, han sido borrados, por ejemplo, mujeres indígenas de la diversidad sexual.
“El periodismo como actor politico y de poder sobre las narrativas tiene que plantearse sus propios desafíos, por esto, es necesario tomar las historias y el valor que tienen las personas en sus diferentes formas de vida”, señala Andrea Meza.
¿Por qué es importante entender el colonialismo desde la interseccionalidad?, a esto, Luciana Peker señala que este pensamiento colonial se aloja en todas las estructuras de poder, en las dictaduras, en los gobiernos de todo Latinoamérica, en los sistemas de salud y en todos los niveles del estado y a raíz de esto, se ejerce el dominio sobre los cuerpos de la mujer.
“En Perú, se obligó a las mujeres campesinas a ligarse las trompas en programas de esterilización del gobierno. La decisión apuntaba que la pobreza acaba exterminando a los pobres”, señala Amanda Meza.
Es decir, que la mirada colonial tiene la facultad de invadir y utilizar los cuerpos de las mujeres al beneficio del estado. En este contexto, al no existir un escudo contra los Estados colonizados, el trabajo del periodista es señalar los fenómenos de este corte, nombrarlo y dimensionar qué sectores son los más afectados de esta dominación colonial.
Trabajar desde la escucha y no masificar la información: la revolución del periodismo
En la misma línea del ejemplo de Perú, las periodistas acotan a que a través de la escucha y la compañía a las mujeres a quienes se les realizó la ligadura de trompas, se logró visibilizar el impacto que esta acción tuvo en la sociedad peruana y plantarse de frente a la “caridad” del Estado que lo manejó como un acto necesario por la prosperidad.
¿Esto se hubiera logrado con un periodismo tradicional?, para Amanda Meza, la respuesta es concreta: No.
“Se analizó la manera en que esta política nacional fue totalmente racista, ello se logró no con un periodismo tradicional sino con uno enfocado a los derechos humanos”, señala.
Por otra parte, las dos especialistas convergieron en que, el periodismo no puede, ni debe ser un acto capitalista que lucre con las historias de vida y las masifique, Luciana Peker contextualiza en esto indicando que los periodistas tradicionales el silencio es inconcebible porque quieren sacar las historias.
“Más que tanta tecnología, necesitamos tiempo, silencio y paciencia. Hay que tener más tiempo para contar las historias que realmente queremos contar (…) hay mujeres a quienes les cuesta hablar, entonces hacen falta entrevistas e investigaciones más duraderas (…) los medios y empresas, al fin y al cabo, son capitalistas y tienen un sentido colonial que veta (de la agenda) ciertos temas”, señala Luciana Peker.
A manera concluyente, las dos periodistas acotan que a estas alturas, hay otro desafío que se debe visibilizar y es que, existe una sobreexplotación por intentar contar buenas historias que se demandan en los medios pero, además de esta pasión periodística, también se le debe añadir el levantar la voz por buenas condiciones laborales y de igualdad.
América latina debe trabajar en ello, pero también Europa debe concientizarse
Todo el contenido, movimientos, protestas y palabra que consumimos en Latinoamérica proviene del eurocentrismo y del norteamericanocentrismo. Todo lo que sabemos proviene de allá, se toma como modelo referencial y se convierten en maestros de cómo es que debe funcionar una sociedad, sus leyes e incluso, su revolución; ¿por qué nos parece grandiosa la lucha en Francia pero se acusa de guerrilleros cuando ocurre lo mismo en las comunidad indígenas de nuestro país?
Para Luciana Peker es urgente que se entienda que en América Latina se dan muchas luchas sintonizadas, que acá también hay denuncias como el Ni Una Menos (2015) que quedó opacado por el Me Too del 2017; no porque una lucha sea más importante que otra o más válida que otra, sino porque es necesario visibilizar que en nuestra región también somos actores en la historia.
“En un principio, es importante que para que Europa se descolonice, debe escuchar” (Luciana Peker)
Paralelamente, Amanda Meza concluye esta intervención señalando que Estados Unidos y Europa siempre quiere mostrar sus virtudes para que los demás aprendan, pero nunca quieren aprender de América Latina lo que representa un importante desafío y es que, descolonizarnos es un acto que nos compete a todos no sólo a nosotros.
“Por ejemplo, las restricciones de las leyes de aborto en Estados Unidos generan que hoy, por primera vez, el norte tenga que aprender del sur” (Luciana Peker)
Cuestionar, indagar y buscar respuestas
Uno de los objetivos principales que se abordaron en el conservatorio fue el cambio del periodismo tradicional hacia uno que tuviera una carga más profunda orientada a los derechos humanos y a la perspectiva de género, pero para ejercerlo, es necesario indagar, cuestionar y no ver un sólo lado de las historias.
Por ejemplo, señalan las periodistas, en el tema de la migración, es normal que se realicen artículos relacionados al tema de la criminalidad o el trabajo sexual, pero se hace desde un sentido estigmatizan que criminaliza a estas personas, por ello, en el periodismo se debe cuestionar, ¿qué no estoy viendo?
“Sólo se ve el mismo lado desde hace décadas y no se ahonda todavía más en las historias de las mujeres, cómo han llegado ahí, lo que han tenido que afrontar. Se debe implicar la interseccionalidad y hablar de distintas desigualdades como el color de piel, clase, sexo o procedencia”, señala Amanda Meza.
A través del ejercicio periodístico es viral no replicar conductas que invisibilicen y borren cuerpos diversos, voces, experiencias de vida y derechos.
Asimismo, las dos especialistas recalcan que el periodista no es un ser que posea el conocimiento absoluto, por el contrario, es una profesión que requiere salir, escuchar y aprender.
El periodismo siempre debe partir de un “no sé” y para luchar contra el colonialismo, hay que aprender a escuchar.
“La principal característica negativa de los periodistas es la soberbia, creer que sabemos todo, pero no, no lo sabemos. Hay que bajarse de esa nube, hay que consultar y preguntar”, concluye la periodista Andrea Meza.
Mujeres periodistas conscientes tejiendo una red de apoyo y difundiendo la palabra
Finalmente, al igual que la resistencia contra múltiples violencias, surge el trabajo conjunto y la colectividad como herramienta fundamental para luchar contra el pensamiento colonial y replicar discursos inclusivos y diversos.
Las dos especialistas indican que, por ejemplo, una acción importante es realizar talleres de periodismo ciudadano, incorporar columnistas racializadas de distintas voces o grupos. Amplificar la palabra y abrir los espacios es necesario para visibilizar las violencias que poco se abordan en los medios tradicionales.
“Hay que abrir el micrófono, las grabadoras, las máquinas de escribir y las computadoras para contar las historias de las otras”, indica Luciana Peker.
En este punto, las especialistas abonan en un punto coyuntural y es que, existe una tendencia en la que los medios feministas se autocensurarse al pregonar con una “excelencia absolutamente purista”, algo que se debe cuestionar, pues el feminismo, explican, no es una dogma, todo lo contrario, es libertad.
En un mundo donde la violencia misógina y el pensamiento colonial es imperante, los medios de comunicación tradicional replican discursos violentos es impensable que los medios feministas crean que deben pedir permiso para contar historias; “no hay que pedir permiso”, acota Luciana Peker.
“El mundo está cada vez más agresivo, racista y machista con las mujeres, sobre todo, con las mujeres empobrecidas. En ese sentido tenemos que contar sus historias y no hay que pedirles permiso a los medios más feministas “excelencia purista”, porque mientras, los medios más racistas continuan generando discursos de odio cada vez peores”, (Luciana Peker)
*Con información del artículo Cómo descolonizar las historias sobre mujeres en el periodismo: 8 consejos de Luciana Peker y Amanda Meza, escrito por Kirvin Larios para Fundación Galo