Preguntarnos por qué matan los feminicidas es complejo, si lo queremos explicar desde el comportamiento humano. No existe ninguna justificación para que se cometa tal acto, existe una delgada línea entre lo subjetivo y objetivo de la conducta, y por ende, entenderlo desde la psicología se convierte en un tema de estudio.

Desde esta mirada, existen diversas herramientas de análisis para la comprensión del comportamiento animal y humano, en este caso vamos a intentar explicar el segundo, describiendo cómo sería una conducta operacional, o cómo opera el agresor sin tomar en cuenta subjetivismos, esto es, lo que hace el sujeto de estudio (animal/ persona) definiendo acciones y movimientos muy específicos y claros, todo lo que pueda ser observable y comportamientos que se puedan cuantificar, así como, sonidos que acompañen las conductas como estímulos que deben considerarse para su análisis.

Cuando se menciona subjetivismos, queremos referir que no se toma en cuenta emociones y sentimientos del sujeto de estudio, en términos observables es imposible deducir qué está sintiendo y pensando cuando se ejecuta el comportamiento y por lo tanto, es una variable que no está en manipulación, así que objetivamente sólo podemos tomar en cuenta aquello que podemos ver.

Ahora, imaginemos un ejemplo ficticio para “intentar” comprender cómo funciona la conducta del feminicida desde esta mirada.

¿Por qué es importante analizarlo desde este ángulo?

Cuando escribimos #PeligroEnCasa estamos queriendo explicar que el asesino y la víctima están en casa, comparten un espacio e intercambian comportamientos que los llevan a una escena violenta llamada feminicidio, hablemos de un caso hipotético:

Violeta se encuentra escuchando la canción Libre, atrevida y loca de Rebeca Lane, mientras ordena su librero. Su pareja, el presunto asesino, está en casa viendo un partido de fútbol de hace un año, con una cerveza en mano, se levanta de ver su partido, se acerca a un metro de distancia a gritarle a Violeta para que apague “su música”, debido a la neurosis que le provocaba verla haciendo "otras cosas". Cabe señalar que en esta historia reconstruida, el hombre ya tenía antecedentes de conductas violentas como gritos, insultos, empujones.

Retomando la historia, cuando ella voltea a verlo, deja los libros que tiene en mano sobre una mesa y le menciona que tiene derecho de escuchar música mientras se ocupa de sus tareas, el asesino da la vuelta y camina hacia el televisor, pasados los 15 minutos toma un objeto de madera con el que juega softbol se acerca a medio metro de distancia de donde ella acomoda libros, sostiene el instrumentos de madera con ambas manos, toma impulso hacia atrás y la golpea en tres repetidas ocasiones cerca de las costillas. Ella cae de inmediato tocándose el lugar donde fue herida e intentando verbalizar, cerrando y abriendo los ojos… y ¡oh sorpresa! Sin querer la costilla donde le golpeó se fracturó y comenzó a cortar órganos con los que ella sobrevive y de inmediato pierde la vida, el asesino en casa se acerca, se agacha, le toma el pulso y se da cuenta que la ha matado mientras ella acomodaba sus libros en un librero que acababa de pintar días atrás con su color favorito (amarillo). 

El final de la historia ya la sabemos el asesino que estaba en casa comienza a hablarle, la sostiene en sus brazos, intenta explicar que no lo quiso hacer en su agonía, habla para pedir auxilio y la salven, le dice a las autoridades que no era su intención matarla, que la estaba castigando por no haberle obedecido. Todo ese cuento que ya sabemos que hacen, en fin.Lo anterior, son conductas explicadas que realiza un feminicidio mediante el intercambio comunicativo y conductas explícitas de cómo actúa la víctima y el feminicida en una situación de hogar. 

¿Se imaginan la infinidad de escenas que podríamos reconstruir en una situación de encierro con el asesino en casa?

Así de fácil y sencillo es acabar con la vida de una mujer. Sin tanto preámbulo e historias complejas, a las mujeres las matan por razones que, a ojos de alguien diferente, puede ser sin sentido, pero en realidad, estas razones resultan ser conductas patriarcales en operaciones que se vuelven complejas hasta acabar con nuestras vidas. Es importante visualizar cómo operan las conductas de los feminicidas porque justo son actos sencillos donde no se toman en cuenta cuestiones subjetivas como: el odio, la ira, el coraje, el resentimiento, los celos, etcétera, constructos que si los analizamos desde el subjetivismo concluimos que sí, nos matan por su escasez de control emocional y nula solución de problemas para enfrentar conflictos, nos matan por ser incapaces de dialogar y por creernos desechables, además de que se sienten con la autoridad de ser seguidos, obedecidos, idolatrados y todo aquello que tiene que ver con sus privilegios.

Efectivamente, en tiempos de contingencia a las mujeres las han estado acosando, manipulando, abusando, violando y matando en dentro de sus casas, donde el cual debería ser un entorno seguro para ellas, la cultura machista en México visualiza la atención de emergencia en promover cambios culturales en nuestra población mexicana para prevenir y erradicar feminicidios en casa, este texto pretende recalcar que las mujeres mexicanas en tiempos de encierro están muriendo por una violencia cruel que las priva de sus vidas en sus propios hogares. 

Ningún tipo de violencia es justificable, creíamos que el #Quédateencasa tenía un mensaje prometedor con la disminución de desapariciones de mujeres porque no íbamos a salir a estudiar, trabajar o a fiestas y por lo tanto, no estaríamos expuestas al peligro. En estos primeros tres meses se han asesinado a mil mujeres, reportó el diario The Independent. 

Además, las desapariciones son sumamente preocupantes porque se visualiza otro feminicidio en puerta, seguimos siendo las mujeres las que desaparecen, las que no regresan a casa y dejan de contestar el teléfono, seguimos siendo nosotras las que gritamos cuando nos suben a un auto a la fuerza, las que tiramos manotazos cuando nos colocan un pañuelo con líquido mientras nos meten a un terreno abandonado, aunado, durante la contingencia se imposibilita la búsqueda y procesos legales, se vuelve complicado dar respuesta a familiares y amigos por sus paraderos, se limitan los protocolos para rastrear sus vidas como emergencia.

El mundo y las mujeres no están preparadas para resistir más delitos por motivos de género, imposible tolerar violencia patriarcal y en específico el maltrato a niñas y mujeres de la tercera edad. La resistencia somos las mujeres que están en la lucha y son escasos los recursos para sostener tantas denuncias y tantos auxilios durante el confinamiento, nuestra escucha y nuestra voz son nuestros más fuertes recursos y es desde ahí que sostenemos de la mano a las mujeres.

Se acerca una fecha conmemorativa donde cada año se exponen y actualizan datos estadísticos de feminicidios; 25 de noviembre, donde son explicados por edad, origen, ocupación y datos donde se menciona la relación entre víctima y asesino, sexo de los agresores e información legal correspondiente al enjuiciamiento, con nulos datos fiables e insuficientes para erradicar estos homicidios por razones de género contra las mujeres: feminicidios. Nuestro México violento, va a evidenciar que ni en tiempos de contingencia pudimos estar seguras, no eran las calles, ni las faldas cortas y muchos menos los comportamientos incisivos de las mujeres para ser merecedoras de sus muertes, fue, es y será la maldita violencia patriarcal.

*Te invitamos a sumarte con las colectivas que pertenecemos al Frente Nacional Feminista a la protesta virtual vía Twitter, con el hashtag #PeligroEnCasa, para que visibilicemos juntas este 9 de mayo #9M las violencias contra las mujeres durante el confinamiento, en exigencia de políticas públicas que nos protejan.

*Escrito por Área de psicología del colectivo Mujeres de la Sal