A Roxana le pesa saber que su primer beso fue dado por su padrastro, aún recuerda sentir su lengua como "una anguila dentro de su boca", dijo para La Cadera de Eva.

“No sé sentía algo horrible pasándome por los dientes, pensé, esto habrá sentido la Cenicienta cuando el príncipe la beso”, contó.

Roxana vivió abuso sexual por parte su padrastro a los ocho años, aunque recuerda que esas sensaciones las había vivido antes, teme haber sido abusada más niña sin saberlo.

El día que un chico de su edad le dio su primer beso, a los 13 años, se sintió sucia. “Aún recuerdo cuando mi novio me dio un beso de ''piquito'', me puse roja y me eché a correr. Todo el día tuve una sensación de culpa”, relató.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa el primer lugar en el ámbito mundial en abuso sexual infantil con 5.4 millones de casos al año.

RECUERDOS

Para Roxana ha sido un largo proceso poder disfrutar su sexualidad, a la fecha, a sus 30 años de edad aún sigue hablando de lo sucedido en terapia.

“De repente como que me vienen imágenes a la mente de mi padrastro”, dijo Roxana.

“Una ocasión, ya grande, desperté en la madrugada sin ropa, me sentí súper vulnerable, le reclamé a mi novio, me dijo que los dos nos habíamos quitado la ropa. Me di cuenta en al madrugada y terminamos discutiendo”.

En México, aproximadamente 32.8% de las adolescentes de entre 15 y 17 años ha sufrido alguna forma de violencia sexual en el ámbito comunitario, de acuerdo con ONU Mujeres.

Roxana decidió hablarlo con su terapeuta y cayeron en cuenta que había decidido bloquear lo que sucedía en la noche como mecanismo de defensa.

De acuerdo con Pilar Polo, psicóloga de la Fundación Vicky Bernadet, dijo para El País que el cerebro humano es sabio y busca mecanismo para enterrar lo que duele.

La joven había aprendido a olvidar lo que pasaba con su padrastro, pero este mecanismo de defensa seguía, ahora le traía problemas.

Lo que le recomendó su terapeuta fue verbalizar con su pareja lo que hacían en las madrugadas. “Me dijo que tanto él y yo dijéramos ‘nos estamos quitando la ropa’, ‘hemos decidido tener relaciones’, así fue como comencé a tomar consciencia de lo que pasaba”.

La situación en que Roxana olvidaba ciertas cosas se ha identificado como un trastorno disociativo. De acuerdo con la página Psicología y Formación, los trastornos disociativos se caracterizan por una pérdida parcial o completa de los recuerdos del pasado, la conciencia y las sensaciones inmediatas.

Estos trastornos se deben a una pérdida del yo o identidad del paciente que s provocada por una negligencia severa, abuso emocional o en familias con padres amenazadores, señala la página especializada en temas psicológicos.

RECOMENDACIONES

De acuerdo con diversas instituciones públicas, las mujeres que han vivido un abuso sexual deben tener un seguimiento terapéutico.

En la Ciudad de México existen las denominadas Lunas, que son unidades de atención y prevención a la violencia de género de la Secretaría de las Mujeres, donde se les brinda atención a las mujeres viven cualquier tipo de violencia.

Algunas recomendaciones son comenzar a reconectarse con el cuerpo a partir de otras sensaciones, olores o sabores. Incluso caricias sutiles.

A Roxana le recomendaron hablar sobre su situación con su pareja y respetar sus ritmos. Si en el momento del acto sexual ella tenía flashback o le venía el abuso a la mente, debía parar y nombrarlo.

Así la joven ha podido recuperar parte de su vida sexual.  El portal feminista Everydayfeminism señala que “el trauma puede literalmente cambiar nuestra fisiología de manera que nuestros cuerpos y cerebros crean que vivimos en el pasado. Organiza nuestras vidas desde un lugar de defensa y supervivencia, y renuncia a nuestro derecho a la alegría y la prosperidad”, por lo que las víctimas necesitan nombrar lo que sienten para convertirse en sujetas de derechos y merecedoras se sentir placer.