En estos días, se ha escrito sobre quién hace las labores domésticas y de cuidados en los diversos tipos de hogares y de familias, si se reproducen o no lo roles, en general pensando que las personas viven acompañadas por su familia biológica o de elección, pero qué pasa cuando las personas viven solas, es decir en un hogar unipersonal. 

¿Cómo es la organización de sus tiempos? ¿Cómo se cuidan? ¿Tienen pareja? ¿De qué se mantienen? ¿Cuándo hacen sus compras? ¿Tienen computadora y/o celular? ¿Tienen internet?

Cabe mencionar que el hecho de que una persona viva sola no quiere decir que está sola, por lo que es importante analizar la presencia de vínculos afectivos a través de las redes familiares y sociales. En México, el crecimiento de los hogares unipersonales ha sido significativo. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que la trayectoria de aumento en los hogares unipersonales tuvo su principal repunte entre 1990 y el 2000 aunque la trayectoria se ha mantenido consistente hasta el 2012.

De acuerdo con el Inegi, en la Encuesta Intercensal (2015) se menciona que, de cada 100 hogares no familiares, que son aquellos en donde ninguno de los integrantes tiene parentesco con el jefe o jefa del hogar y se dividen en hogares unipersonales y corresidentes, 93 son unipersonales, es decir, que vive solo una persona.

De acuerdo con Isalia Nava, en estos hogares es más común encontrar personas no unidas; con ninguna escolaridad o niveles muy altos de educación; sin problemas de salud recientes; no hablantes de lengua indígena; con menor acceso a la seguridad social y mayor afiliación a los servicios de salud y sobresale que hay menor presencia de redes sociales. Podemos notar que hay datos sobre quiénes integran estos hogares, pero poco sabemos aún sobre cómo se cuidan estos días, y si hay alguien que les cuide cuando se enferman o no, si tienen vínculos afectivos y con quién o quiénes.

Es probable que estas personas, en este momento de epidemia del covid-19, están asumiendo su cuidado, como antes lo hacían, es decir, limpiar su casa, hacer las compras, cocinar, si tienen mascotas cuidarlas, incorporando nuevos elementos para quienes no trabajaban remuneradamente en casa y ahora lo hacen; posiblemente ha incrementado el uso de la tecnología en su hogar, el gasto de luz, el consumo del gas y no sabemos si estas personas se enferman a quién le avisan, si tienen alguna discapacidad, si hay personas que les apoye o no, ni cómo resuelven si se sienten mal y no hay comida, así que vivir sola o solo durante esta epidemia implica plantearse crear otro tipo de relaciones con las y los vecinos, además de tener a la mano el teléfono de una amiga o amigo.

Relacionarnos es una forma de cuidarnos, vivamos solas o no, pero si cada vez, nos interesa saber menos de quienes viven cerca, así que una propuesta para el cuidado en estos hogares y en todos es fortalecer la comunidad, en la que las personas nos apoyemos estemos en una crisis como el covid-19, pero también no estándolo, ya que si nos cuidamos entre las personas, podremos redistribuir las cargas de trabajo pagado y no pagado.

*Actualmente docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad social, vida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).

Twitter: @Luzapelusita