Mariel Hawley fue la primera mexicana en lograr la Triple Corona de Nados en Aguas Abiertas, es la persona número 15 en el mundo en completar los Siete Mares (Canal del Norte, Estrechos de Tsugaru, Canal de Molokai, Estrecho de Gibraltar, Canal de Catalina, Canal de la Mancha y Estrecho de Cook) y en 2019 fue la Mujer del Año de Natación en Aguas Abiertas. 

Mariel Hawley también es mujer, madre de dos jóvenes adultos, abogada, conferencista, escritora de “Días Azules” y “Corazón de Mar”. La natación ha representado un acompañamiento en los diferentes momentos de su vida que le ha ayudado a disfrutar las pequeñas cosas de la vida. 

De madre enfermera y padre doctor, Mariel Hawley creció con una perspectiva servicial ante la vida y ha encauzado sus nados para beneficiar a diferentes causas como cirugías para bebés y niños con labio y paladar hendido, niños con tratamientos oncológicos o personas privadas de su libertad. 

EL ORIGEN DE LA NATACIÓN 

Cuando era niña, Mariel tuvo la oportunidad de aprender diferentes disciplinas deportivas como gimnasia, tenis y ciclismo, cuando descubrió la natación se enamoró. 

Uno de los sueños y objetivos que tuvo la escritora y nadadora estaba relacionado con el Canal de la Mancha. “Mi abuelo, el papá de mi papá, fue soldado en la Primera Guerra Mundial por Inglaterra, y cruzó el Canal de la Mancha como soldado”, relató. Para su abuelo cruzar a Francia representó poner la vida por su país, y cuando partió lo último que quería ver eran los Acantilados de Dover. 

Nadar fue un reto para Mariel, cada experiencia ha significado una lucha diferente. 

Mariel creció con la historia del Canal de la Mancha y sabiendo que su abuelo volvió a ver los Acantilado de Dover lo que significó que regresó con vida de la guerra. Años después su abuelo llegó a México, donde formó a su familia. 

“Desde niña aprendí a nadar en el mar, no me daba miedo y disfrutaba pasar las horas ahí”, relató Mariel. Sus vacaciones de la infancia las disfrutó en Acapulco con los padres de su madre, cerca del mar. 

Desde 2001, comenzó a nadar en eventos de aguas abiertas en México, que es tanto nadar en ríos, lagos y mares. Mariel los considera retos y logros personas que se han convertido en parte de su vida integral.  

SALPICANDO SONRISAS

El primer gran nado de Mariel Hawley fue un cruce cuádruple del Canal de la Mancha, de Inglaterra a Francia, de Francia a Inglaterra, dos veces. El equipo de seis personas, cuatro hombres y dos mujeres nadaron la máxima distancia que jamás se había realizado en el Canal y hasta hoy mantienen un Record Guinness. “Queríamos que esto tuviera un significado más allá de un logro deportivo”, explicó la nadadora. 

Tras la jubilación de su padre del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), él fue invitado a participar en un programa dentro del Centro Médico ABC, junto con un grupo de médicos,  para hacer cirugía a bebés y niños con labio y paladar hendido. Las brazadas del Canal de la Mancha se convirtieron en sonrisas ya que los deportistas recaudaron fondos para realizar cirugías a bebés y niños con labio y paladar hendido. 

Mariel no es médico, enfermera o terapeuta de lenguaje, pero encontró la forma de ser parte del proyecto junto a su padre y haciendo una actividad que disfrutaba. 

“Puedo decir que mis brazadas más que agua salpicaron sonrisas”, después de ese nado,  durante muchos años siguió recaudando fondos para el proyecto que la enamoró. 

LOS TIBURONES 

Después del primer cruce en relevo al Canal de la Mancha decidió que deseaba hacerlo sola y comenzó a prepararse. En 2009, Mariel nado alrededor de la Isla de Manhattan durante ocho horas y ocho minutos. Fue su primer gran nado individual, 46 kilómetros, con su padre en la marcación acompañándola. 

“Con ese nado me di cuenta que sí podía”, expresó Mariel.

La abogada y nadadora compartió que las mujeres debemos tener claro que sí podemos cumplir nuestros objetivos porque somos capaces y tenemos todas las facultades para lograrlo sin importar el sexo. Para lograrlo hay que trabajar, entrenar, esforzarse, ser disciplinada, responsable y ser constante pero no tiene que ver con ser mujer la posibilidad de hacer algo o dejar de hacerlo, afirmó. 

“En uno de mis nados, salió un tiburón y yo quería salir”, contó Mariel, “el kayakista me dijo:  ‘¿Qué pasa? Sigue nadando’”. La nadadora de aguas abiertas explicó que los tiburones dentro y fuera del agua son distracciones que en muchos momentos mueven el camino previsto, pero para lograr nuestros objetivos hay que ignorarlos y seguir. 

MEDIA HORA MÁS

Meses antes de nadar el Canal de la Mancha de forma individual, el padre de Mariel falleció, pero su nado representaba más cirugías de un proyecto que habían empezado juntos. 

“Desde dónde esté mi papá le hubiera gustado verte nadar”, se dijo en aquel momento.

Después de nueve horas y media nadando el Canal de la Mancha, de forma individual, cada brazada le pesaba más que la anterior. Estaba por hacerse de noche, hacía frío y en las respiraciones tragaba agua. Un “ya no puedo” rondó por la cabeza de la escritora hasta que sonó el silbatazo de descanso y lo gritó con lágrimas y desesperación. “Mariel, media hora más”, se dijo a sí misma y después de 14 horas y 33 minutos acabó su nado. 

EL FONDO DEL MAR

En 2014, su esposo enfermó y durante un año Mariel abandonó el agua y acompañó a su pareja que falleció a principios del año siguiente. Tras la muerte de su marido; su hijo de 15 años en ese momento, le dijo que quería nadar el estrecho de Gibraltar con ella y hacerle honor a la memoria de su padre; y tras pensar que abandonaría el mar por siempre, Mariel regresó con su hijo en el agua y su hija, de 14 años, en la embarcación cuidando a ambos. 

“Deje dolor y tristezas en el mar y ese nado me enseñó que la vida sigue, al igual que los proyectos, aún con la pérdida de un ser querido”, compartió Mariel.

Al año siguiente fue a Japón y después de cinco días logró nadar el Estrecho de Tsugaru, con tormenta lo que provocó que parara el nado. Al sumergirse se dio cuenta que la tormenta no llega al fondo del mar y a pesar del oleaje y el viento en la superficie, el mar está en absoluta calma en el fondo.  

“Hoy quiero tener un corazón como el corazón del mar que siempre está en paz, aún en medio de la tormenta”, concluyó la abogada, escritora y nadadora de aguas abiertas.