Amador (nombre utilizado para resguardar su identidad) se prostituye. Antes de que iniciara la pandemia,  acostumbraba a fungir como acompañante de mujeres de clase alta, generalmente pertenecientes a empresas poderosas que acostumbran viajar frecuentemente a Madrid por cuestión de negocios. 

Con la prostitución obtenía el dinero suficienta para vivir una vida cómoda en Malasaña, España hasta que la pandemia provocó que sus clientas dejaran de viajar, la pérdida de ese ingreso lo motivó a cambiarse de casa y compartir un departamento con otras persona. 

A pesar de la pérdida de ingresos por la emergencia sanitaria, Amador afirma que su situación económica no es mala, "No estoy mal. En Madrid, todavía puedo encontrar alguna clienta. Ya no puedo hacer despliegue de medios, pero hay muchas mujeres solas a las que su marido no hace mucho caso porque el negocio le va fatal por la pandemia", dijo en entrevista para El País.

La prostitución masculina, sin prejuicios

En general, las mujeres que se dedican a la prostitución son señaladas, juzgadas, rechazadas e incluso violentadas. Se les llama de forma despectiva “putas”, “callejeras” y “rameras”, incluso se les mira como si fueran mujeres “sucias” o sin valor, esto no pasa con los hombres que se prostituyen. 

Amador se vende a si mismos como masajista erótico, aunque admite puede considerarse como prostitución, destaca que, en su caso, vender sexo no está tan mal considerado como cuando se trata de una mujer. "Yo no recibo el mismo rechazo que recibe una mujer. Lo saben mi familia y mis amigos. Soy un hombre. A mí no me juzgan. A ellas sí". 

Según cuenta Amador, uno de sus compañeros de casa le ha insistido para que le muestre el negocio, en comparación con las mujeres, a la vista de otros hombres, dedicarse a la prostitución resulta algo atractivo y deseable.  “Insiste en que le enseñe el negocio. Pero yo no me atrevo a recomendarlo a mis clientas. No lo conozco tanto", afirma Amador. Sus compañeros ven la prostitución casi como una buena fortuna.

Hombres y mujeres en condiciones diferentes

Mientras para los hombres la prostitución es una profesión envidiable en la que buscan entrar para ganar dinero de forma fácil, con o sin pandemia, para muchas mujeres, la pandemia las ha orillado a regresar a la prostitución de la que alguna vez salieron. 

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Un diagnóstico de la organización Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer reveló que en Ciudad de México se han duplicado las trabajadoras sexuales, pasando de 7.700 antes de la crisis a 15.200 en la actualidad.

Por otra parte, la prostitución en hombres es una actividad a la que deciden dedicarse de forma libre en la mayoría de los casos, mientras que, cuando se trata de mujeres, existen redes de explotación sexual dedicadas a coptar y explotar mujeres. 

Las abolicionistas feministas mexicanas han alertado sobre las consecuencias que traerá la profunda recesión económica mundial por el covid-19, que va a aumentar la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas para ser captadas por los tratantes.

Con información de: El País