Karely Ruiz, se ha convertido en una influencer de mucho peso; su popularidad ha crecido tanto que muchos desean verla en sus fiestas o eventos privados para poder compartir con ella.

Pagar por contratar a una chica de 21 años para convivir en eventos, raya incluso, el morbo, la cosificación y el acoso, de acuerdo con algunos expertos. Las tarifas alcanzan hasta los 300 mil pesos para que la joven se tome fotos, baile y anime el show que por cierto, dudamos mucho, sean fiestas infantiles o familiares, tomando en consideración que los consumidores de su contenido son mayoritariamente hombres. 

En Puebla, los comensales pagaron cerca de 5 mil pesos individualmente por una mesa de 4 (20 mil pesos en total) para poder sentarse en primera fila durante uno de sus shows.

De acuerdo a Olimpia Coral, activista feminista, esto se ha convertido en una manera rápida de generar ingresos, pero sólo reafirma discursos patriarcales sobre la cosificación a través de internet.

¿Realmente representa un empoderamiento para la mujer?

En realidad, no se puede hablar de un empoderamiento femenino cuando se obedece a la demanda de consumo del cuerpo, justificar que se tiene un beneficio económico, no difiere mucho de las imposiciones que el patriarcado ha utilizado para defender estas prácticas desde una falsa idea de “la libertad”, negando otras problemáticas como la pobreza, la violencia estructural o el clasismo, señala la revista Actitud Fem. 

OnlyFans apareció en 2016 y rápidamente escaló para convertirse en un portal de contenido íntimo; la idea de ganar mucho dinero bajo la idea de un empoderamiento y libertad, atrajo la atención de miles de mujeres que sólo perpetúan la cosificación, la violencia y la explotación sexual de mujeres. 

La revista digital Mujeres en Lucha, sostiene que las mujeres nos convertimos en objeto de consumo, mercancías reducidas a una serie de atributos sexuales. 

La viralización de influencers de tan alto impacto, que alcanzaron lo que se considera “éxito” refuerza la idea de que OnlyFans es una gran oportunidad, por lo que muchas jóvenes y adolescentes mantienen la idea de que generar contenido íntimo puede llevarlas a alcanzar sus metas, ya sean económicas o de reconocimiento, ignorando los múltiples peligros que conlleva exponerse a esta plataforma. 

Pensar en rentar los servicios de entretenimiento de una mujer de apenas 21 años, que recibe diariamente comentarios de acoso y amenazas (que la han orillado a acompañarse siempre de elementos de alta seguridad), se convierte en una práctica que obedece a las demandas del hombre, esto bajo el pretexto de que se le ofrece un bien económico; el cuerpo no es, ni será un bien mercantil, finaliza el artículo de Mujeres en Lucha. 

A.D