Ángela tenía 21 años cuando un par de hombres la señalaron como una mujer “asquerosa” por tener vellos en las axilas; explicó que al ser huérfana de madre no sabía que una mujer debía depilar su cuerpo. “Me sentí muy avergonzada”, compartió para La Cadera de Eva. 

Cuando Ángela tenía ocho años se encerró en el baño, agarró un rastrillo y se depiló el bigote por un comentario que le había hecho su hermano mayor. En ese momento su mamá, que aún vivía, le dijo que no debía depilarse con rastrillo porque le saldría más grueso el bello y no lo volvió a hacer hasta los 21 años cuando supo que las axilas “no debían” tener pelos.  

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EL CUERPO FEMENINO 

Durante años se ha enseñado que el cuerpo de la mujer debe cumplir estándares de belleza, que en muchas ocasiones les exige hacer cambios, modificaciones o generar violencias a sus propios cuerpos. “¡La mayoría de las mujeres tenemos una relación tormentosa con nuestro cuerpo!”, señaló Nosortikas, en su reportaje “Realidades del cuerpo femenino”.  

Pensar en este tema me hizo recordar las diferentes acciones que le hice a mi cuerpo por intentar “ser más bonita”, “ocultar que mi cuerpo cambiante” y sobre todo, por “gustarle a los hombres”. Más de un vez mentí sobre mi peso; más de una vez le puse pasta de dientes a mis granitos pensando que era lo mejor para quitarlos; más de una vez me sentí incómoda porque me dijeron que tenía bigote; más de una vez pensé que mi cuerpo no era suficiente. 

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La sensación de culpa, vergüenza, enojo y reproche se vuelve cada vez más constante mientras una mujer va creciendo. Nos preocupamos por nuestra apariencia y empezamos a practicar conductas de automaltrato lastimando nuestro cuerpo de forma física y emocional. La investigación de Nosotrikas señaló que las mujeres encuestadas afirmaron que la etapa donde se han sentido mejor con su cuerpo fue a los siete años. 

Sin embargo, la esperanza de vida de una mujer en México es de 78 años, lo que representa que durante casi toda su vida la mujer se ha sentido incómoda, criticada y juzgada por no cumplir ciertos estándares, generalmente impuestos para gustarles al sexo opuesto. 

CUANDO CAMBIA EL CUERPO 

Cuando la adolescencia llega a la vida de una mujer el cuerpo sufre muchísimos cambios, pero la sociedad nos ha enseñado que debemos alinearlos para convertirnos en mujeres atractivas, sin importar las medidas que tomemos. María tenía mucho busto, su padres la vendaban para que no se vieran sus pechos porque creían que podía provocar a los hombres. Esta sensación de incomodidad con su cuerpo sigue presente, compartió.

A sus 57 años de edad, María ha sufrido sobrepeso y ha atravesado por diversos proceso para bajar de talla, desde sólo comer un alimento a base de semillas por 40 días, insertarse un globo dentro del estómago porque lo vio en la televisión con la “bodoquito” o hasta pensar en hacerse una liposucción.

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Parece que la belleza de la mujer es el elemento más importante invisibilizando el intelecto, la inteligencia emocional o las habilidades motrices. La sexualización del cuerpo femenino es la primera gran violencia que sufrimos todas las mujeres porque durante años “el mandato social” nos ha dicho que llegará el momento cuando debemos ser deseadas. 

LA PRESIÓN DEL ESTÁNDAR

María no es la única que ha sufrido con su cuerpo, también su hija, Sandra desde la adolescencia se sometió a procesos de alimentación que le causó gastritis. Por querer controlar su peso siguió un régimen alimenticio que se basaba en comer sólo jugos, lo que le provocó una descompensación alimenticia.

“Me ha costado trabajo tener un proceso amoroso con mi cuerpo. A veces si he dejado de comer o he pagado muchísimo en medicamentos para bajar de peso. Pero nada ha funcionado”, dijo Sandra. 

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Cada etapa de la mujer tiene un “fin” biológico diferente; durante los veinte el cuerpo es sumamente sexualizado porque es el momento para encontrar pareja; la siguiente década se relaciona con el reloj biológico y la maternidad; y durante los cuarenta la mujer “abandona” toda sexualización y se encarga de maternar, señaló el reportaje mencionado anteriormente. 

Sin embargo, el cuerpo sigue sufriendo cambios y momentos de incomodidad. En la investigación de Nosotrikas el 65 por ciento de las mujeres encuestadas afirmaron que los nuevos procesos biológicos que indican envejecimiento también les han avergonzado y ocho de cada diez sostuvieron que han tenido un encuentro sexual sin tener ganas de hacerlo por cierta incomodidad corporal. 

LA AUTOVIOLENCIA 

Las conductas que aplicamos las mujeres van desde comentarios agresivos a nosotras mismas, restricción alimenticia, modificaciones, descompensaciones, ejercicio en exceso, cirugías estéticas o daños autoflagelados. El 98 por ciento de las mujeres afirmó haber cometido alguna clase de autoviolencia para ser parte del “estándar de belleza” cultural, señaló el reportaje. 

Paulina siempre fue una niña delgada, pero ver que su mamá se sometía a diferentes dietas hizo que ella las practicara desde muy joven. Mientras más crecía, más le preocupaba su apariencia física; dejó de comer largos periodos de tiempo, practico ejercicio en exceso y se llegó a provocar el vómito para mantener su peso. 

“Deje de vomitar cuando empecé a salir con mi actual novio porque no quería que se diera cuenta”, compartió. Las conductas de riesgo y violencia a nuestro cuerpo aún son poco visibles porque durante años nos enseñaron a esconder lo no normativo, a avergonzarnos por no parecer una modelo y por hacer los cambios necesarios para sentirnos “mejor con nosotras mismas”. 

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Sin embargo, la realidad es que aún existe un sufrimiento constante por no vernos como nos dicen que deberíamos y a pesar de discursos como body positive, body neutrality, amor propio, autoaceptación, autosanación y mucho más,  sigue siendo un proceso doloroso donde cada mujer va aprendido con su propio proceso a aceptarse, conocerse, entenderse y no lastimarse. 

Con información de Nosotrikas