El trabajo que dedican cuidando a sus familias limita los ingresos económicos de mujeres y niñas, así como su salud, años de escolaridad y por ende posibilidades de desarrollo profesional, alertó Oxfam.

Rocío Stevens, directora de campañas y comunicación en Oxfam México, dijo este lunes a Efe que el trabajo de cuidado implica quehacer doméstico como cocinar, lavar, planchar, además del cuidado directo de niñas y niños, personas enfermas, adultos mayores y trabajo comunitario.

Rocío Stevens, directora de campañas y comunicación en Oxfam México

Este trabajo, indicó, lo hacen en tres cuartas partes las mujeres, lo que crea desigualdad de género y económica entre mujeres y hombres.

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En México el trabajo del cuidado no es remunerado

En México, la carga de trabajo en cuanto al cuidado del otro recae en las mujeres. El estudio señala que los hombres solo dedican cuatro horas, en promedio, al trabajo no remunerado y en los hogares con ingresos más altos este tiempo disminuye.

Esto se atribuye en parte al sexismo que impera en el país, así como el racismo y clasismo que deja esta carga de trabajo a las mujeres que muchas veces son discriminadas por su color de piel, etnia, idioma, edad, nivel de educación y estatus migratorio, entre otros.

Cuando las mujeres reciben una remuneración por el trabajo de cuidados (llamado trabajo doméstico o del hogar), esta no implica beneficios laborales o están por debajo de la ley.

De esta manera, según la Oxfam, en México el trabajo de cuidados no remunerado equivale al menos a 1,7 billones de pesos (unos 90.900 millones de dólares). "Es decir, es equiparable a casi dos veces a la producción minera anual", apuntó el organismo en un boletín.

Según datos de Oxfam, el 98 % de las trabajadoras domésticas no cuenta con un contrato, solo 5 % obtiene vacaciones y el 15 % recibe aguinaldo.

De acuerdo con datos de Oxfam, se calcula que en 2050 habrá 100 millones más de adultos mayores y 100 millones más de niñas y niños entre 6 y 14 años en todo el mundo que necesitarán atención y cuidados.

Por otra parte, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo especializado de las Naciones Unidas, a nivel global existen 67 millones de trabajadores del hogar de las cuales 80 % son mujeres y tan solo una de cada 10 están protegidas por una ley laboral. EFE


El cuidado limita al desarrollo de las mujeres

Stevens añadió que el trabajo de cuidados aumenta la pobreza de tiempo, es decir que las mujeres no tienen tiempo de descanso y ocio debido a las cargas de trabajo excesivas o a dobles jornadas.

"Se ha demostrado que cuando hay pobreza de tiempo se reducen los años de escolaridad y se incrementa de manera paulatina el riesgo de embarazos no deseados, especialmente en la adolescencia", destacó.

Añadió que a nivel global se ha observado que las mujeres cuidadoras son más vulnerables a enfermedades derivadas del exceso de trabajo y presentan con mayor frecuencia trastornos mentales como depresión y ansiedad que las personas no cuidadoras.

Destacó que en el caso de mujeres migrantes "existe una alta incidencia de enfermedades respiratorias, temas de salud mental, derivadas de problemas de espalda y musculares", los cuales debido a su estatus migratorio no son atendidos por falta de acceso a servicios de salud.

En el informe "Tiempo para cuidado: El trabajo de cuidados y la crisis global de desigualdad" que se presentó en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, se dio a conocer que a nivel mundial las niñas y mujeres realizan 12.500 millones de horas de cuidados todos los días, indicó Stevens.

Este trabajo tiene un valor económico de 10,8 billones de dólares y, sin embargo, no siempre se remunera a pesar de que es una labor que provee bienestar social y permite que otras personas se integren a la economía formal.

El problema se agudiza ya que a partir de los 12 años las niñas comienzan a tener trabajo de cuidados al hacerse cargo de hermanos menores, ayudar en las labores del hogar e incluso cocinar para ellas y otras personas.

Esto, advirtió la especialista, tiene un efecto sobre los ingresos, años de escolaridad, salud, opciones y posibilidades de desarrollo profesional, tiempo de descanso y ocio que finalmente incrementa las brechas de desigualdad de género y económicas.