El vello facial femenino ha causado una profunda ansiedad en las mujeres, se ha considerado anormal tenerlo. ¿Por qué si en la segunda eclosión de la ola feminista, con Simone de Beauvior a la cabeza, sus seguidoras se dejaron crecer los vellos de las axilas como una expresión política? ¿No se ha podido ahora dejarse crecer el bigote?

La eliminación del vello fácil responde a una norma social, según la publicación de Mona Chalabi en The Guardian, quien  señala que estos pequeños bigotes representan las reglas básicas del patriarcado. Merran Toerien, quien escribió su doctorado sobre la eliminación del vello corporal femenino, explicó que "biológicamente, las líneas divisorias en el vello corporal entre la masculinidad y la feminidad son mucho más borrosas de lo que parecemos".

El vello en las axilas pudo convertirse en un símbolo de liberación que tuvo connotaciones sexys señala El País. Incluso algunas marcas retomaron esta práctica. Nike, por ejemplo, se atrevió hace unos meses a promocionar sus sujetadores deportivos con una foto de la cantante de origen nigeriano Annahstasia en la que la artista mostraba unas frondosas axilas. Recopiló 173.000 likes. ¿Por qué no ha pasado esto con el vello facial?

La campaña de Nike protagonizada por Annahstasia

Mona Chalabi escribe que una de cada 14 mujeres tiene hirutismo, desarrollo excesivo de vello debido a un trastorno de las glándulas suprarrenales (se da especialmente en las mujeres). Pero muchas que no se acercan a este crecimiento “excesivo” se sienten incómodas por su vello corporal.

El pelo femenino es valorado solo en la parte superior de la cabeza, se la acuña un signo de feminidad “una melena sana, sedosa y brillante es símbolo de juventud y fertilidad”, escribe la periodista Raquel Pérez, en El País ¿por qué el vello restante no es apreciado? ¿Por qué es incómodo el vello en el bigote, los pechos o el clítoris?

En 1961, un endocrinólogo llamado Dr. David Ferriman y un estudiante graduado publicaron un estudio sobre la "evaluación clínica del crecimiento del vello corporal en las mujeres". Los especialistas estaban interesados en pelos terminales (unos más gruesos, más oscuros y de al menos 0.5 cm / 0.2 pulgadas de largo) en lugar de los vellos finos. Se observaron 11 áreas en el cuerpo de las mujeres, calificando el cabello de cero (sin pelos) a cuatro (pelos extensos). Nació la escala Ferriman-Gallwey.

Desde entonces se ha simplificado, anotando solo nueve áreas del cuerpo (labio superior, mentón, pecho, estómago superior, estómago inferior, brazos superiores, piernas superiores, espalda superior y espalda baja). Luego se suma el puntaje total: menos de ocho se considera normal, un puntaje de ocho a 15 indica hirsutismo leve y un puntaje mayor de 15 hirsutismo moderado o severo.

La depilación del bigote, un ritual de paso

La depilación se ha convertido en un ritual de paso por las adolescentes, donde la madre es la que decide o guía como deshacernos de ese vello facial. En la redacción de El País fue inevitable recordar la primera vez que se depilaron las mujeres, una de ellas comentó: “Mi madre no me dejaba quitármelo porque tenía la teoría de que si lo hacía me saldría mucho más fuerte así que en clase era objeto de todo tipo de mofas. Al final me harté, cogí un cutter y solucioné yo misma la situación sin permiso de nadie”.

En la redacción de La Silla Rota, una de las compañeras compartió que, en la secundaria, en una charla sobre sexualidad le entregaron su paquete de toallas sanitarias junto con un rastrillo; otra comentó que en la primaria, los niños se burlaban de las mujeres que tenían vellos en los brazos.

Pocas mujeres se han atrevido a dejarse el vello facial, entre ellas la pintora del siglo XX Frida Khalo, la cantautora Patti Smith y la teórica Beatriz Preciado. Tanto a Khalo como a Smith no les importó poner en riesgo “su reputación y su dignidad”, como decía Mona Chalabi. La segunda, de hecho, se enfrentó abiertamente a la opinión de uno de los jefazos de Arista, quien le sugirió a ella y al legendario fotógrafo Robert Mapplethorpe que borrar su archifamoso mostachito de la imagen de la portada de Horses sería mejor para su carrera.

La pintora Frida Kahlo en su casa mexicana alrededor de 1945

La activista Harnaan Kaur, quien sufre Síndrome de Ovarios Poliquísticos y pasó toda su juventud depilándose para intentar ocultar su hirsutismo. A los dieciséis años decidió que esa lucha denodada por mantenerse dentro de los límites de una convención social se había acabado.

Su vello fácil le ha permitido participar en programas educativos, aparecer en los medios y trabajar como modelo ocasionalmente pero aún así, su presencia no deja de tener una dimensión fetichista y ‘freak’ innegable: una mujer con bigote y barba está aún muy lejos de poder ser sexy.

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Bulawe Tujhe yaar aj meri galliyan, Basau tere sang main alag duniya ! Na aaye kabhi dono mein Zara bhi faasle, Bas ek tu ho ek mein ho hor koi na. Hai mera sabh kuch tera tu samajh le, tu chahe meri hak ki zameen rakh le! Tu saanso pe bhi naam tera likh de, mein jiyun jab jab Tera dil dadke! Today the streets to my house are calling for you ! I’d build a whole new world with you! May there never be the slightest of distance between us. It’s just you and I and nobody else! Believe that whatever I have is all yours, if you wish you can even take my Property. You can inscribe your name on my breath, I only live as your heart beats! * This whole song is so beautifully deep, the English translation doesn’t do it justice *

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El bigote en el rostro femenino ¿un enemigo por vencer?

El planteamiento de El País y The Guardan es por qué si todas las mujeres tienen vello, insisten en quitárselo ¿responde a un canon de belleza? ¿Por qué ni siquiera el marketing corporativo, que todo puede digerirlo, ha conseguido darle un toque cool al mostacho en la era del activismo pop? Quizá porque los pelos de la cara representan mayores niveles de testosterona.

Una encuesta de Kelton Research realizada en Estados Unidos en 2015 descubrió que 18 millones de mujeres americanas estaban más estresadas por su vello facial que por sus finanzas. Ocho de cada diez mujeres confesaron estar dispuestas a dejar de hacer alguna de sus cosas favoritas durante 30 días si eso significaba que no tendrían que volver a preocuparse por el vello que les crecía sobre el labio superior nunca más. El cincuenta por ciento decía que a cambio de esa liberación estaba dispuesta a dejar el chocolate. El 36 por ciento estaba dispuesta a dejar el sexo.

La estudiosa Karin Lesnik-Oberstein en su libro Mujeres y pelo corporal, señala que el último tabú de las feministas es el vello del cuerpo, se han detenido más al estudio sobre la obesidad como control heteropatriarcal que a la depilación.

“El problema del bigote es que está tremendamente lleno de contradicciones”, dice Mona Chalabi. “Es una característica enormemente habitual entre las mujeres, y aún así es considerada anormal cuando tiene que ver con ellas; es absolutamente natural para un género (masculino) y monstruoso para otro (femenino). Y sin embargo forma parte de físico de ambos. No hay ningún otro “defecto” femenino que genere un rechazo igual”. Quizá precisamente por eso está claramente llamado a ser el último símbolo de la lucha feminista.