La maternidad, de origen es considerada un hecho biológico, natural e inherente al cuerpo de la mujer. Sin embargo, en un contexto social la maternidad cubre históricamente una función, convirtiéndose en un tema bastante más complejo y donde deja de ser una decisión personal para convertirse en algo más social. Ejercer o no la maternidad se convierte entonces en un dilema para las mujeres a partir del impacto y sus implicaciones en los diferentes ámbitos de la vida.   

Al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de salud materna durante el embarazo y el posparto, en la cual considera a la maternidad como una experiencia personal y que para muchas mujeres es sinónimo de sufrimiento, enfermedad e incluso la muerte. Por otra parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) nos habla del concepto de Maternidad Segura como la promoción y protección del derecho para las mujeres-madres y los recién nacidos, a los cuales se les facilita el acceso a servicios adecuados de salud y sistemas sanitarios seguros y eficientes.

Maternidad y paternidad responsables

La maternidad y paternidad responsables van más allá del hecho biológico, el cual se sustenta a través del vínculo entre éstos y sus hijas e hijos, a partir de un reconocimiento social, de derechos, obligaciones y responsabilidades, encaminados al desarrollo de su familia.  

Si bien, podemos estar o no de acuerdo con estas definiciones, el tema nos lleva a reflexionar como sociedad y mujeres si realmente podemos decidir sobre nuestro cuerpo, cuando hay una serie de sanciones culturales que muestran lo contrario, en específico en el tema de la maternidad. Si revisamos la historia y miramos en el presente, la maternidad ha cumplido diversas funciones y expectativas estereotipadas para ejercerla, tanto económica, social, de estatus, político y demográfica, entre otras. Es decir pareciera que un “hecho natural” está a merced de responder a los diferentes contextos sociales en los que vamos transitando como sociedad y a los cuales las mujeres tenemos que responder conforme a lo que “se requiera”

Por ejemplo, después de la segunda guerra mundial había que volver a poblar los países para generar mano de obra y producir. Durante las guerras, revoluciones y conflictos entre países sabemos que las mujeres son violadas y al término de los conflictos sancionadas, marcadas y expuestas aun cuando fueron utilizadas. En tanto, años después en 1979 una China sobrepoblada lanza una política de un hijo por pareja, lo cual llevó a un alto índice de abortos y de abandono infantil en orfanatos, pasando de un “acto natural” a un hecho que vulnera los derechos humanos, lo cual vuelve a recalcar que las mujeres no somos dueñas de nuestro cuerpo y tampoco de la decisión total de ejercer o no la maternidad.   

La romantización de la maternidad

Es decir más allá de hablar de la maternidad como tal, tendríamos que considerar la diversidad materna a nivel nacional e internacional. Por ejemplo, desde los roles y estereotipos el entorno cultura lo considera como un momento crucial en la vida de las mujeres, donde la culminación de ser mujer se logra a través de la maternidad. Se habla así, de una mujer completa y plena, la cual ha respondido a su función.   

La romantización de la maternidad nos lleva a pensarla como la posibilidad de dar vida a un nuevo ser, el cual representa el símbolo del amor entre la pareja. Vista y vivida como pasión y sin queja alguna para además ser considerada “buena madre” lo cual podemos observar en las imágenes televisivas, campañas publicitarias, y en los entornos familiares tradicionales, entre otros. Las imágenes estereotipadas de felicidad, equilibrio y dulzura durante la gestación, conflictúan y “califican” a muchas mujeres que transitan un embarazo en solitario, violento, con muchos miedos y con depresión posparto, en donde difícilmente se pueden hacer cargo de sí mismas, y mayor conflicto aun cuando no pueden establecer un vínculo con su bebe al nacer, y se piensan algunas dónde está eso que dicen o escuche toda la vida del instinto materno, reclamándose ¿porque ellas no lo tienen?  

Finalmente, la decisión y el ejercicio de la maternidad responde a diversas necesidades y circunstancias, mezclando lo personal y lo social: aquellas mujeres que quieren ser madres y no pueden serlo biológicamente buscan alternativas como la adopción, o los tratamientos de fertilidad para cumplir su deseo. Madres que por “equivocación” lo son y aun así ejercen de manera amorosa y cercana su maternaje. Madres a consecuencia de una  violación a las que no les dejaron ejercer su derecho de abortar y viven conflictuadas y vulneradas por su historia.  Madres que inconscientemente necesitan saberse pertenecientes de algo (embarazo adolescente) y la vía es a través de un hijo-a, lo cual en realidad acrecienta el vacío. Madres que logran a través de los hijos e hijas un estatus mayor, frente a aquellas que renuncian a serlo.  Hogares donde hay dos madres que asumen la responsabilidad de criar a un hijo-a. Madres que lo son a través de la maternidad subrogada que en algunos países ya es legal y madres con hijos-as con alguna discapacidad, que en muchos casos se castigan por culpa. Como vemos la maternidad no es una decisión fácil de tomar cuando pensamos en lo que realmente implica. Cada una lleva un simbolismo diferente, pero también una carga sociocultural que determinará su ejercicio.

Norma G. Escamilla Barrientos es licenciada en pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y tiene maestría en psicoterapia psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.

@EscamillaBarr