La intención de centralizar la información referente a la emergencia sanitaria (a través de las conferencias mañaneras y la vespertina) por parte del poder federal tuvo efectos adversos en temas de libertad de expresión, de acuerdo con CIMAC. Ya que se incrementaron el número de atentados contra la prensa.
Durante el 2020, CIMAC documentó un total de 41 ataques contra periodistas a partir de que se decretara el período de alerta por la pandemia en México; del 30 de marzo, hasta el 31 de diciembre del 2020. Tanto la Ciudad de México, como Coahuila fueron las entidades con más atentados en contra de mujeres periodistas. Seguidas de Puebla, Guerrero y Morelos.
Las reporteras que se dedican a cubrir la fuente de sociedad y política fueron las más agredidas durante este periodo. Las agresiones que enfrentaron incluyen bloqueo de información (43%), intimidación (26%), campañas de desprestigio de su labor (24%), hostigamiento (19.5%), despojo de su material de trabajo (14.6%), siendo los principales perpetradores funcionarios públicos (53%), que de esta forma atentan contra el pleno ejercicio de su labor.
IMPACTO ECONÓMICO
La pandemia tuvo un pacto en la libertad de prensa y también en las condiciones de sostenibilidad de los medios, sobre todo de los pequeños y locales, quienes tuvieron que luchar pasa sostenerse económicamente.
Algunas de las periodistas fueron despedidas o se redujeron sus salarios drásticamente. El impacto más fuerte fue para las que son freelance, quienes perdieron su empleo.
Además, las y los periodistas se convirtieron en un sector de la población vulnerable, tras estar en contacto con la población. Se observó que no hubo protocolos de seguridad para protegerlos de contagios.
La situación de la pandemia, afectó la salud mental de las periodistas. Una encuesta realizada por CIMAC refirió que las periodistas padecieron problemas de insomnio, estrés, fatiga crónica, depresión e incluso perdieron esperanzas de seguir ejerciendo el periodismo.
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