Cada día, las mujeres conquistan derechos por los que ni siquiera debería haber una lucha y una de las batallas más grandes ha sido el derecho a la educación. Hasta hace algunos años era imposible pensar que las niñas, adolescentes y mujeres pudieran asistir a una escuela para desarrollarse profesionalmente, esto debido a los roles de género en donde se piensa que las mujeres deben dedicarse a la crianza y mantenimiento de un hogar, creencia que ha limitado el libre desarrollo de las mujeres.
Actualmente, las mujeres tienen más posibilidades de acceder a la educación en todos los niveles y así poder desarrollarse personal y profesionalmente para tener otras opciones de vida; de acuerdo con información publicada por la UNESCO en el año 2015, en México aumentó de 68% a 86% la tasa de escolarización en educación secundaria y media superior en el periodo 1999 a 2012.
Si se consideran solamente las estadísticas que indiquen este crecimiento de la presencia de mujeres dentro de las escuelas se podría afirmar que existe una igualdad en el sistema educativo en donde ya no se segrega a las mujeres por el hecho de ser mujeres, sin embargo, al analizar este proceso de incorporación de las mujeres a la educación se han encontrado otras desigualdades sistémicas que dificultan la permanencia de las mujeres dentro del sistema educativo y truncan sus estudios, estos factores pueden ir desde el matrimonio infantil hasta el acoso dentro de las aulas.
Según el Banco Mundial, la educación de las niñas, adolescentes y mujeres no se limita solo a lograr que estas asistan a la escuela. También se trata de garantizar que aprendan y se sientan seguras mientras están en la escuela; tengan la posibilidad de completar todos los niveles de educación consiguiendo las habilidades necesarias para competir en el mercado laboral; adquieran las habilidades socioemocionales y de preparación para la vida activa para desenvolverse y adaptarse a un mundo en constante cambio; tomen decisiones sobre su propia vida, y contribuyan a sus comunidades y al mundo en general.
A nivel mundial, las tasas de inscripción en la escuela primaria y secundaria se están acercando a la paridad entre niñas y niños (90% de los hombres, 89% de las mujeres). Pero si bien las tasas de inscripción son similares, las tasas de finalización de las niñas son más bajas en países que se encuentran en vías de desarrollo: en nivel primaria el 63% de las alumnas concluyen su educación frente al 67% de los niños; en la secundaria sólo el 36% de ellas completan la escuela secundaria en comparación con el 44% de los hombres.
Estereotipos de género en la educación
Si bien la escuela es el lugar donde se debería desarrollar el pensamiento crítico para así lograr cambios estructurales en el pensamiento machista, dentro de las aulas aún se continúan reproduciendo estereotipos de género.
Los estereotipos de género dentro de las escuelas también pueden reforzar los mensajes que afectan las ambiciones de las niñas, sus propias percepciones de su papel en la sociedad y producir disparidades en la participación en el mercado laboral y segregación ocupacional. Cuando los estereotipos de género se comunican a través del diseño de entornos de aprendizaje en la escuela y el aula o a través del comportamiento del cuerpo docente, el personal y los compañeros de la escuela, continúan teniendo un impacto sostenido en el desempeño académico y la elección del campo de estudio, afectando especialmente de manera negativa a las mujeres jóvenes que cursan carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, explica el Banco Mundial.
Según la Iniciativa por el Derecho a la Educación (RTE, por sus siglas en inglés), idealmente, los sistemas educativos deberían ser puntos de partida para combatir los estereotipos de género. Sin embargo, en algunos casos, el sistema educativo, el plan de estudios, los libros de texto y los docentes juegan un papel importante en la perpetuación de los estereotipos de género dañinos, que tienen amplios efectos en las niñas a lo largo de sus vidas, desde sus opciones de cursos y asignaturas que cursan hasta cómo influye en sus perspectivas de empleo, pasando por su capacidad para tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y reproductiva.
Es así como distintas autoras han reconocido que las influencias más determinantes de la orientación profesional en las mujeres son extraescolares: la sociedad patriarcal que marca los roles de género, una familia que refuerza estos roles y los reproduce y las escuelas que, lejos de ser una institución neutra, acepta y educa a través de los roles de género.
Las trabas en la educación
Dentro de las condiciones sistémicas existen tres factores importantes que determinarán si una niña puede acceder a la educación y completarla y aunque existen personas que, a pesar de encontrarse en situaciones vulnerables, han logrado salir de estos círculos es muy importante saber que esto no sucede en todos los casos, por lo que se necesitan acciones que muevan las opresiones sistémicas para así llegar a una verdadera igualdad de oportunidades.
Pobreza
Distintas investigaciones afirman que las niñas que enfrentan múltiples desventajas, como ingresos familiares bajos, residencia en lugares remotos o comunidades vulnerables, discapacidades o pertenencia a grupos étnicos y lingüísticos minoritarios son las más rezagadas en cuanto al acceso a la educación y la finalización de los estudios.
Violencia
El vivir en contextos de violencia donde se agrede a las niñas dificulta que ellas puedan asistir a las escuelas, pero el problema de violencia también se encuentra dentro de las aulas. De acuerdo con estudios recientes de The Global Women’s Institute, aproximadamente 60 millones de niñas son agredidas sexualmente cada año mientras caminan a la escuela o cuando se encuentran al interior de los centros educativos. Esto tiene graves consecuencias para su salud mental y física y su bienestar general, provocando al mismo tiempo una menor asistencia a la escuela y mayores tasas de deserción escolar.
Matrimonio infantil
Según la organización Girls Not Brides, 15 millones de niñas menores de edad se casan cada año. A nivel mundial, se estima que actualmente hay 720 millones de mujeres que se casaron antes de cumplir 18 años, lo cual equivale a 10% de la población mundial.
Por otra parte, según las estadísticas del Banco Mundial y el Centro Internacional de Investigación sobre la Mujer, entre 10% y 30% de los padres, dependiendo del país, informaron que su hijo o hija abandonó la escuela secundaria debido al matrimonio infantil o a un embarazo a temprana edad.
Sus investigaciones también indican que por cada año que una niña se casa antes de los 18 años, la probabilidad de que termine su educación secundaria disminuye de 0,22 años, en promedio. En América Latina y Asia, las niñas que se casan antes de los 12 años tienen una posibilidad reducida de 21% de terminar la educación secundaria.
Embarazo adolescente
Vinculado al matrimonio infantil está el embarazo adolescente no deseado. La organización Girls Not Brides informa que 90% de los nacimientos de adolescentes en países en vías de desarrollo corresponden a niñas casadas. Con frecuencia se prohibe a las niñas embarazadas asistir a la escuela y tampoco suelen tener acceso a programas de transición que les permita recuperar el tiempo perdido para luego volver a la educación formal. Así mismo, la falta de atención de la primera infancia gratuita y la creencia profundamente arraigada de que el cuidado de los niños es responsabilidad de la madre, contribuyen a que muchas mujeres y niñas no vuelvan a retomar sus estudios.
Consecuencias de la invisibilización
De acuerdo con el portal IEIE, existen consecuencias graves ante la discriminación de las mujeres dentro de las escuelas, estas consecuencias sociales continúan perpetuando la supuesta superioridad de los hombres debido a que son ellos quienes se encuentran liderando muchas áreas.
Limitación en el desarrollo personal de las mujeres
Uno de los ejemplos de desigualdad de género que impulsan la discriminación de la mujer en la educación, es cuando se limita a una niña a que solo debe ser madre, cuando se piensa que está mal visto que una mujer quiera desarrollar un emprendimiento o ser profesional en vez de dedicarse a las labores del hogar o cuando se le restan méritos a su trabajo debido a su género.
Brechas salariales entre hombres y mujeres
Al pensarse que mujeres y hombres están determinados por su género para diferentes profesiones, se crean brechas salariales como otra de las consecuencias de la discriminación de la mujer en la educación.
Este paradigma impulsa la discriminación de la mujer en la educación, ya que trae como consecuencia una enorme brecha salarial, porque se considera que una mujer es más apta para trabajar con niños, mientras que a los hombres se les inculca a pensar que tienen mayores posibilidades de trabajar en áreas de ciencia y tecnología.
Invisibilización de la mujer en los planes educativos
De acuerdo con diversas investigaciones, la mayor parte de los planes educativos han sido propuestos por hombres, por ende, las diferentes variables tanto de lenguaje y conceptos proponen una educación machista en la que la mujer es vista desde un rol tradicional, y en donde se invisibiliza lo que han aportado a la sociedad como escritoras, investigadoras o científicas.
De allí que al ser parte de los mismos textos que se estudian, el profesorado en general se preste a promover la desigualdad de género en la escuela, ya que muchas veces ni siquiera son conscientes de la discriminación de la mujer en la educación.
La escuela como un transformador
Es así como la escuela también se encuentra bañada por los estereotipos de género y el sistema patriarcal que continúan impidiendo el libre desarrollo de las mujeres, por lo que es necesario transformar también este ente para así lograr un verdadero cambio estructural, esto acompañado de una atención a los derechos humanos y problemáticas de desigualdad que ha traído consigo el capitalismo.
En torno a esto, Nicola Grinstead, Presidenta del Consejo Mundial de la Asociación Mundial de las Guías Scouts, propone tres pilares fundamentales para así llegar a una educación más igualitaria:
Reevaluación
Se trata de darle continuidad a la educación en todos los niveles escolares, con formación real y no sólo una inscripción formal. Para que sea verdaderamente transformadora debe ser garantizada para las mujeres y niñas de cualquier parte del mundo y proporcionar herramientas para fomentar un aprendizaje continuo.
Reenfocar
La educación no se trata simplemente de aprender a hacer cálculos y a leer y escribir. Debe, además, enseñar a las niñas cuestiones como ciudadanía, liderazgo, confianza y autoestima. Y debe abordar los desafíos a los que las personas se enfrentan en el siglo XXI, por ejemplo, la cuestión de la seguridad del cuerpo para las niñas.
Reedefinirla
Si bien la definición de la UNESCO para educación condensa tres pilares clave (formal, no formal e informal), la educación formal tiende a eclipsar las otras posibilidades. Los planes de acción, por tanto, se restringen y encauzan para apoyar la educación en escenarios escolares y formales, de los cuales naturalmente derivan las normas, la financiación y los esfuerzos. No obstante, la educación no formal puede, y de hecho ya es así en muchos casos, resultar útil para la superación de lo que a menudo se consideran desafíos difíciles, como la violencia de género, los conflictos y la sostenibilidad.