En la página de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia (Conavim) se señala que “El Día Internacional de la Mujer es un día que se conmemora alrededor del mundo para hacer consciencia sobre la importancia de empoderar a las mujeres en todos los entornos, proteger sus derechos y garantizar que éstas puedan alcanzar todo su potencial”.

Es claro que esa fecha permite valorar los avances y los desafíos del movimiento de las mujeres, y las responsabilidades que la sociedad en su conjunto debe adoptar para acelerar la erradicación de la violencia hacia las mujeres y para el logro de la igualdad sustantiva. Sin embargo, si consideramos que el género es relacional, cabe preguntar ¿qué debemos celebrar los hombres en este día? O, planteado de forma diferente ¿los logros del movimiento de mujeres sólo benefician a las mujeres?

De manera general, habría que decir que las mujeres han cuestionado los cimientos sobre los que se edifican todas nuestras certezas. En este breve escrito, quisiera rescatar algunas cuestiones que tienen incidencia –o podrían tenerla– en aspectos cotidianos de los hombres.

Lo primero tiene que ver con desnaturalizar a las masculinidades mismas; es decir, no se puede encontrar un gen que determine el tipo de hombre que somos, pues ello depende de las creencias prevalecientes en las diferentes culturas. En términos prácticos, esto implica que los hombres no necesitamos comportarnos en función del modelo que se nos quiere imponer, lo que debería ofrecernos la libertad de actuar desde nuestros deseos y necesidades profundas: aceptación de nuestras preferencias sexuales y el respeto a otras posibilidades, exploración de nuestras emociones, incursión en actividades consideradas femeninas y un largo etcétera. Para muchos niños y jóvenes debería ser un alivio saber que no les debe gustar el fútbol, que no tienen que comportarse en forma abusiva, o que ser sensibles no los convierte en “débiles”; entre otras posibilidades.

Lo siguiente tiene está conectado con el tipo de relaciones que establecemos. Pensemos en el espacio laboral. En ocasiones, las mujeres lloran en el centro de trabajo y el comportamiento masculino suele ser de descalificación o incomprensión, que se expresa en frases como “si quiere llorar que lo haga en su casa, aquí se viene a trabajar”. Esta frase parece tener sentido en un ambiente masculino, pero si se reflexiona un poco la frase resulta francamente absurda: un ser humano sano no esperaría a llegar a su hogar para expresar la frustración, la impotencia o la alegría que se experimenta durante la jornada laboral. Quizá las reacciones emocionales de las mujeres nos están mostrando a los hombres la “amputación” emocional que nos está limitando en nuestras interacciones.

Siguiendo en el ámbito laboral, algunos hombres sienten que su espacio ha sido invadido y quieren seguir comportándose como siempre: burlándose de todo mundo, albureando constantemente, invadiendo el espacio de otras personas. En el trabajo que realiza GENDES, hemos detectado que la forma de socialización masculina –aparentemente divertida, pero en realidad “llevadita”– en realidad genera entornos de violencia aceptados por los hombres, pero que no generan ambientes de confianza para compartir situaciones personales; como consecuencia, el clima laboral es tenso y los hombres establecen relaciones muy superficiales. Cuando las mujeres expresan su insatisfacción por los niveles de acoso sexual y laboral, en realidad no están exagerando: están evidenciando lo que los hombres no nos hemos atrevido a cuestionar.

Este escrito busco visibilizar que la lucha de las mujeres tiene como consecuencia cuestionar las identidades y las relaciones que los hombres hemos normalizado. En lugar de ver al movimiento feminista como una amenaza, veamos las posibilidades que ofrece para construir una nueva sociedad que nos beneficie a todos y todas. La suerte masculina depende del avance que logre el movimiento de las mujeres: deberíamos empezar a cuestionar seriamente de qué manera nuestros comportamientos pueden ser recreados positivamente para acelerar la igualdad de género.

* Es artículo fue escrito por René López Pérez, responsable de investigación de GENDES Género y Desarrollo.

@renelo0106