La semana pasada se viralizó el video de la influencer Julia, quien a través de un TikTok capturó el acoso del que fue víctima mientras se ejercitaba en el gimnasio. La TikToker estaba grabando su entrenamiento cuando un compañero del gimnasio acercó y se agachó para poder captar una fotografía del cuerpo de Julia.
El acosador tomó las fotografías sin el consentimiento de la influencer, quien se encontraba recostada haciendo ejercicios de pierna. Aunque se le prohibió al sujeto regresar al gimnasio, la joven aseguró que temía por su persona, razón por la que ella también dejó de ir al gimnasio.
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En poco tiempo el video se viralizó en redes sociales debido a que muchas mujeres se sintieron identificadas con el acoso que han enfrentado al estar en espacios deportivos.
Acoso por parte de los entrenadores
Andrea, una joven estudiante de psicología contó en entrevista para La Cadera de Eva su experiencia con la violencia de género en el gimnasio. Narró que el acoso se dio desde la inscripción:
“En segundo semestre de psicología me quise adentrar en el ejercicio y me inscribí en el gimnasio que está cerca de la Facultad de Contaduría y Administración y de la Facultad de Trabajo Social. El caso es que cuando le entregué al coach mis documentos y todo me dijo ‘te veo acá, una carita como la tuya no se me va a poder olvidar’”,contó Andrea.
Los días fueron pasando y cuando iba a entrenar al gimnasio, el coach la tocaba de forma inapropiada bajo el pretexto de enseñarle cómo debían realizarse los ejercicios, “siempre buscaba ayudarme no enseñando, sino tocándome sin mi permiso”, dijo Andrea, quien asegura que no duró más de dos semanas en ese entrenamiento, dejó de asistir por el acoso del entrenador.
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En 2016 Andrea asistió al Centro Deportivo Tlalli para practicar natación, pero nuevamente se enfrentó al acoso ejercido por parte del entrenador, quien le hizo propuestas que la incomodaron, “en ese momento él tendría más de 30 años y yo tenía 17. Siempre fue insistente en invitarme a salir, en ir a tomar sobre todo, me era incómodo incluso pasar frente a él porque en primera usaba traje de baño y porque siempre me volvía a insistir”.
A pesar de lo mucho que a Andrea le gusta la natación, tuvo que dejar de asistir por la insistencia y acoso del entrenador. En 2017 volvió a nadar, pero el acoso del entrenador continúo, por lo que nuevamente tuvo que dejar de asistir a sus entrenamientos. Esto incluso le causó problemas con su mamá:
“Mi mamá me regañó pensando que era porque era floja, me dijo que si no quería ir no los hiciera gastar. Pero después entendió que no quería ir por la situación de acoso que viví”, contó Andrea.
Acoso, la violencia que está en todas partes
El acoso forma parte de la vida cotidiana de las mujeres, ya sea en la escuela, el trabajo o los lugares donde asisten para realizar ejercicio físico. La sensación de inseguridad a causa de la violencia contra las mujeres en espacios públicos se refleja en los datos oficiales, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) del 2020, dan cuenta de que la percepción de inseguridad es mayor en el caso de las mujeres con 72.6%, frente al 62.6% de hombres.
Por otra parte, de acuerdo con datos publicados por el diario Expansión, las mujeres son las principales víctimas de delitos sexuales: en el caso de las mujeres el porcentaje es de 21.6%, mientras que en hombres es de 5.7%; además, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2020 se reportaron 4,752 casos, de los cuales 180 fueron violaciones.
Tener que extremar precauciones para poder hacer ejercicio
El caso de Andrea no es el único, Mónica, de 22 años, sufrió acoso durante años cuando practicaba fútbol. “Era una cosa muy difícil porque si me ponía el uniforme del equipo en la calle recibía comentarios agresivos, me llamaban machorra o lesbiana, incluso me llegaron a gritar que me regresara a la cocina en lugar de jugar. Pero si me ponía ropa deportiva, que generalmente eran pants ajustados, recibía más acoso”, dijo en entrevista para La Cadera de Eva.
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Mónica contó que tuvo que tomar medidas de autocuidado frente al acoso callejero del que era víctima cuando se dirigía al club deportivo en el que entrenaba, “una vez llevaba ropa deportiva y un tipo me tocó el trasero en el transporte público, era muy joven y no supe qué hacer, tenía 16 años. Desde ese momento empecé a llevar ropa holgada sobre mi ropa de entrenamiento y me la quitaba ya en el campo, eso me hacía sentir más segura frente al acoso”.
Pero el acoso que sufrió Mónica no se detuvo en el transporte público, sino que también se hizo presente en el club deportivo. “Los hombres del equipo varonil siempre nos veían raro, de forma morbosa. Un día, mientras mis compañeras y yo nos cambiábamos en el baño entraron a intentar tomarnos fotos”, narró.
Después de ese evento las cosas se tornaron incómodas para Mónica, quien continúo siendo acosada por un jugador. Esa situación la obligó a alejarse del deporte y ahora solo hace ejercicio en casa.
“Creo que la pandemia me ha ayudado a retomar el ejercicio y sentirme segura con eso porque lo hago en casa, a solas, donde no hay ningún acosador”, afirmó
Con información de: Expansión