El feminismo es una teoría, un pensamiento, un movimiento histórico, un posicionamiento político que pugna para que niñas y mujeres gocen de una vida digna, plena, libre de violencia machista. El feminismo es una nueva perspectiva para entender, actuar y mirar todo a tu alrededor desde el pensamiento crítico y el constante cuestionamiento. Por ello, hablamos de mirar con las gafas violetas, la cuales nos ponemos una vez que comprendemos a profundidad la raíz de la desigualdad entre hombres y mujeres. Lo anterior es muy potente, pues al partir de los conocimientos situados, el feminismo nos brinda herramientas para entender  el porqué de las asimetrías por el sistema sexo género, mismo que es posible debido al régimen heterosexual, sostén del amor romántico y todos sus mitos.

¿A qué nos referimos desde la perspectiva feminista cuando hablamos de amor romántico?

Lee: Mexicanas que lucharon por los derechos de las mujeres

Asumimos que el amor es un sentimiento vinculado con la afectividad, el cariño, la querencia; sin embargo, las maneras en que significamos, expresamos y entendemos cuando sentimos amor son construcciones socioculturales.

Es decir, el amor, sin dudas es una emoción (pasa por nuestra cuerpa[1], en serio que lo sentimos), pero está socioculturalmente tergiversada a través del amor romántico, el cual es un producto occidental que perpetúa el sistema patriarcal y por añadidura promueve las desigualdades de género, en especial entre hombres y mujeres.

Así, desde la mirada feminista se devela en infinidad de casos que eso que se mal llama amor en realidad es violencia en contra de las mujeres. Esta problemática social no distingue e incluso ha atravesado a mujeres muy destacadas en los ámbitos culturales y artísticos de nuestro país. Tal es el caso de Frida Kahlo, Rosario Castellanos, Elena Garro y el violento amor romántico de los hombres necios con los que se casaron.

Lee: Ella es Elena Garro, la escritora que vivió bajo la sombra de Octavio Paz

Frida Khalo

 

Lee: El amor apasionado entre Frida Kahlo y Chavela Vargas

Las feministas hemos adoptado la siguiente consigna: “Abandona a tu Diego Rivera”, porque gracias a la historización con perspectiva de género estamos documentadas sobre la violencia que ejerció el tan aclamado muralista en contra de las mujeres con quienes estuvo casado o sostuvo relaciones sentimentales.

Y con Frida no fue la excepción, sin embargo, a primera vista se puede decir que  ella tuvo una mayor resistencia a través de prácticas fuera de la norma social establecida, como la supuesta “libertad sexual” en su vida de pareja al relacionarse con otras personas erótico-afectivamente. Desgraciadamente, dicha "libertad sexual" nunca fue desde una dinámica de pareja  justa.

Frida Kahlo y su relación con el pensamiento feminista

Diego no tenía claridad con Frida en su relación e incluso le fue infiel con su hermana. A través de las cartas que Frida le escribía a Diego se vislumbra que las relaciones que Diego solía sostener con otras mujeres afectaron emocionalmente a la pintora:

«No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno... no sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres... ¿Cómo cayeron en tus enredos?

Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mí, primero por mí, porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Porque no nos hagamos pendejos, Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada...»

Frida Kahlo a Diego Rivera

En estos fragmentos de una carta escrita por Frida a Diego se muestra el sesgo de género cuando el acuerdo de pareja no es monogámico, es decir: que no atraviesa de la misma manera al hombre que a la mujer. Lo anterior se complejiza aún más cuando la mujer acepta el acuerdo de abrir la relación sólo para complacer al hombre, generando violencia simbólica y psicológica en contra de ella; desafortunadamente así fue la dinámica entre la paloma y el elefante.

Rosario Castellanos

Autora de El Eterno Femenino y Poesía no eres tú, así como otras obras de escritura impecable y muy potente.

En su obra denunció la dominación masculina a través de la marginalización de las mujeres en diferentes esferas de la sociedad mexicana; hecho que desafortunadamente no ha desaparecido en la época actual.

Atravesada por la heterosexualidad obligatoria, su relación con el filósofo Ricardo Guerra fue muy intensa, cosa que se puede constatar en la película dirigida por la mexicana Natalia Beristáin, Los adioses, donde se retratan las condiciones asimétricas en esta pareja; las infidelidades, la envidia y la falta de comunicación fungieron como violencia en la interacción de esta pareja.

Lee: Mexicanas que lucharon por los derechos de las mujeres

En las setenta misivas que Castellanos escribió a Guerra, llamadas Cartas a Ricardo, y que forman parte de un compendio de 600 páginas, se revela la importancia de desmantelar el amor romántico, es decir, pensar la forma en cómo lograr relacionamos afectivamente libres de violencia patriarcal.

A continuación, un fragmento de estas cartas:

El que usted me sea fiel o no, no me hace variar de actitud. Yo le seré fiel siempre, a toda costa. No me interesa coquetear con nadie. Lo amo a usted. Si usted me falla, si por cualquier motivo nuestro amor no puede realizarse, yo no quiero volver a saber nada de amor con nadie, yo quiero vivir completamente sola y sin que nadie me hable de estas cosas.

 

Rosario Castellanos a Ricardo Guerra

El fragmento da cuenta de cómo el mito del amor romántico nos enseña a idealizar las relaciones de pareja, al grado de pensar erróneamente que el amor todo lo puede incluso si no hay de por medio acuerdos justos, o si la persona no nos corresponde, lo cual es totalmente falso y dañino.

Elena Garro

 

Elenita, La Garro, que para gran parte de la crítica literaria es la mejor escritora mexicana (después de Sor Juana Inés de la Cruz), y desgraciadamente, para muchas personas es solamente reconocida como la esposa de Octavio Paz, con quien se casó en 1937 cuando ella aún era menor de edad (en esa época la mayoría de edad se cumplía a los 21, Elena se casó a los 20). 

Una vez casada, la autora de la primera novela del género realismo mágico, Los recuerdos del porvenir, ya no pudo seguir avante con su carrera profesional; dejó de ir a la universidad y dedicarse a sus pasiones, la danza y la actuación, detuvo su proyecto de vida para quedar confinada en la esfera del espacio doméstico, y centrándose en el éxito de su marido. Elena decía que durante la época que vivió con Paz estaba restringida su libertad creativa para no opacar a su esposo. Por lo mismo decidió dedicarse al periodismo durante un período de su matrimonio (donde por cierto, entrevistó a varias mujeres para develar el machismo en sus vidas, Frida Kahlo fue una de ellas).

La hija de Elena y Octavio, Helena Paz Garro, asegura que su madre abortó obligada por su padre, circunstancia producto de su relación amorosa con el escritor argentino Alfonso Bioy Casares. Paz, argumentó que, de haber tenido a el hijo de Bioy, legalmente sería de él al estar casado con Elena, y que él no quería hacerse cargo de un hijo ajeno. Lo anterior, desde la perspectiva feminista, es claro que debío ser una decisión totalmente de Elena al suceder el embarazo en su cuerpo.

Dicho acontecimiento nos habla de la sensación de propiedad que sentía Paz sobre Elena, incluyendo su cuerpo e imagen, estableciendo de manera continua un estado violento de control y manipulación sobre la relación de pareja que compartían.

Durante 1947, Elena Garro intentó suicidarse dos veces debido al lugar que le otorgaban los intelectuales de la época, la falta de reconocimiento hacia sus creaciones y la exacerbación por estar casada con Paz. Después de más de 20 años juntos, se divorciaron en 1959. Este divorcio no sólo representó una libertad emocional y física para Elena, sino una libertad creativa, que tanto había anhelado a lo largo de su vida.

Citando a Simone de Beauvoir “El amor auténtico debería basarse en el reconocimiento recíproco de dos libertades, cada uno de los amantes se viviría como sí mismo y como otro; ninguno renunciaría a su trascendencia, ninguno se mutilaría, ambos develarían juntos unos valores y unos fines.” 

Toda persona que decida entablar una relación amorosa con alguien más, puede lograrlo en reciprocidad y libre del violento amor romántico, teniendo como base el buen trato, la responsabilidad afectiva y la comunicación efectiva. Sólo así será posible desconfigurar la violencia en la vida de pareja e incluso en las interacciones sociales en la cotidianidad. 

Relacionarnos satisfactoriamente con alguien en el plano erótico afectivo y amoroso trastoca la norma establecida, pues desnaturaliza la violencia machista que en muchos casos es parte del germen que desemboca en feminicidio.

Asimismo, desde la perspectiva feminista se propone desmenuzar el concepto de amor romántico, nunca negando que éste es una emoción, pero sí develando que es construido socioculturalmente y funge como el mecanismo más potente para perpetuar el patriarcado al a través de éste reproducirse de singular manera violencia contra las mujeres; porque el amor romántico (y los mitos que de éste surgen) es violento por sí mismo y existe todo un sistema social que lo fomenta y sostiene. Cuestionarlo significa también que la lucha contra la violencia machista debe incluir la consolidación de otros modelos de relaciones afectivas.

Y para finalizar con broche de oro quiero reiterar una fortaleza feminista para la erradicación de la violencia machista en contra de las niñas y las mujeres: las redes de apoyo y los vínculos con base en el affidamento, así como la sororidad politizada entre amigas y compañeras. Porque es posible y un acto político espejearnos, reflexionar y reconfortarnos entre mujeres de las relaciones que entablamos con varones hijos sanos del patriarcado, así como  de todos los demás malestares que padecemos por el mero hecho de ser mujeres viviendo en una estructura patriarcal.

Tejer lazos afectivos entre mujeres es muy potente considerando que  los vínculos amorosos y recíprocos entre nosotras subvierten el orden simbólico establecido en una sociedad machista donde impera la misoginia.

Y porque lo personal es político:

¡Abandona a tu Diego Rivera!

¡Renuncia al dañino amor violento de tu Ricardo Guerra!

¡Nunca permitas que tu Octavio Paz no te deje brillar!

*Margarita Mantilla (Ciudad de México, 1985) Socióloga e investigadora feminista, Maestra en estudios de la mujer por la UAM-X. Cofundadora de CoCu (Colectiva Cuerpa), Feministas de la UAM-X, Me gusta menstruar y creadora de Tallercitas feministas (espacio para la formación política feminista). Especialista en teoría feminista, desde donde trata los temas de maternidad, economía feminista, acoso callejero, vientres de alquiler, relaciones de género, gordAfobia y más. Apasionada por la música, el cine y la literatura, especialmente donde las realizadoras son mujeres.

Facebook mag.mantilla

Instagram y Twitter mag_cosmos


[1] Como nombramos desde la mirada violeta nuestra corporalidad de mujeres atravesada por la experiencia de esta en un sistema donde la política sexual es la dominación masculina y la subordinación femenina. Además,las feministas  nos nombramos en femenino porque lo que no se nombra no existe y lo que se nombra construye realidades.