Las violaciones a los derechos laborales son un imperante en nuestro país y en este sentido, son las mujeres quienes sortean mayores obstáculos para acceder a salarios dignos y espacios libres de violencia. En este escenario de profundas injusticias, seis mujeres económicamente activas han prestado su voz para ilustrar el cómic “Mujeres Trabajadoras”; una serie de relatos poderosos de personas que, desde el coraje y la unión obrera, denunciaron y lucharon por alcanzar mejores salarios y derechos laborales.
Impulsado por la colectiva Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ProDESC), este cómic se convierte en un parteaguas para difundir la palabra y nombrar las vivencias de las mujeres que, al interior de las fábricas / compañías, encaran acoso sexual, explotación laboral y amenazas.
“Este cómic es apenas el principio, ya nadie nos va a volver a engañar. Vamos a atacar con fuerza a todos aquellos reclutadores abusivos que lucran con la dignidad y necesidad de las trabajadoras; este cómic nos vuelve fuertes” (María Dolores Aviña de la Coalición de Trabajadoras y Trabajadores Migrantes Sinaloenses)
Durante la presentación de este material se contó con la participación de distintas líderes de colectivas de Ciudad Juárez, Puebla, Chiapas, Sinaloa y Tijuana, todas concluyeron en una verdad absoluta: es momento de que las trabajadoras se levanten y luchen de manera conjunta.
“Es momento de que tomemos lugares en donde no se nos permite, dar a conocer nuestros derechos y protegernos. Quitémonos esa venda de los ojos que nos pone la sociedad para hacernos creer que no somos valiosas o que no somos nadie, que no tenemos derechos (…) Porque dejen les digo algo, las mujeres sí aportamos y mucho” (Juana Ruiz, Red Binacional de mujeres Niu Matat Napawika)
Las mujeres contando historias: un cómic, muchas aristas
Mireya
Mireya es una mujer de Durango que migró a Ciudad Juárez, Chihuahua en compañía de su familia con el objetivo de tener mejores oportunidades. A sus 17 años se inició en el mundo laboral para apoyar a sus padres quienes, en ese momento, vendían comida para subsistir en su nuevo hogar.
Mireya tenía miedo, le hacían preguntas constantes, no hubo capacitaciones, lo que sí hubo fueron amenazas disfrazadas de obligaciones. Tenía dos minutos para desayunar, tres minutos para comer y uno para ir al baño en todo el día.
Los supervisores apostaban por ver quién podía acostarse con las mujeres recién llegadas, ella y sus compañeras tenían miedo pero también mucha rabia por encararlos y defenderse.
Mireya comenzó a informarse, leyó mucho sobre los contratos y derechos laborales, por primera vez, era capaz de nombrar qué le estaba pasando: violaciones a sus derechos humanos. Cargada de este poder informativo comenzó a esparcir el mensaje entre sus compañeras para levantar una revolución.
Sin saberlo, se enfrentaría a un fuerte proceso y a una violencia estructural difícil de sortear como mujer trabajadora.
La mujer en la maquila
Poniendo al límite su cuerpo para estirar la tela con sus brazos, esta trabajadora de maquila ha comenzado a tener fuertes dolores musculares. Su cuello ha quedado casi inmóvil y estar sentada en esa silla por horas le ha traído consecuencias aún más complejas, ¿la respuesta de los empleadores?: ir a una farmacia similar.
El dolor muscular es paralizante y sus empleadores han comenzado a ejercer violencia psicológica en su contra con el objetivo de que renuncie. Es acosada, insultada, la llaman a su hogar y le gritan que ya no la necesitan y que nunca más encontrará trabajo.
Un libro de derechos y su red de apoyo con otras mujeres se convertirían en su arma más poderosa para reconocer su derecho a la incapacidad laboral, pero antes, tendrá que resistir a otras violencias y al hostigamiento de los dueños de la maquila que, de manera incisiva, tratarán de doblegarla y hacerla desistir de su lucha.
Conoce el desenlace de estas dos historias descargando el cómic aquí.
Al igual que estas historias, este cómic visibiliza las voces de las mujeres obreras, las enfermedades óseas que generan, el trabajo no remunerado, la crianza, el acoso sexual, la falta de prestaciones y los engaños de los empleadores que las hacen trabajar dobles jornadas por salarios muy por debajo del mínimo.
La violencia laboral es un fenómeno que, creemos, debe vivirse en lo privado pero ya no más. Divulgarlo, nombrarlo, ilustrarlo y difundirlo son un necesario que Elizabeth Ávalos de la Colectiva de Mujeres Rosa Luxemburgo aborda de la siguiente manera:
“Este cómic también reivindica porque estas historias traen a la memoria que lo laboral, también es político. Queremos que las mujeres salgamos de estar viviendo solas la violencia y la precariedad porque no es algo que debemos vivir en privado y aisladas, es un tema sistémico del gobierno, empresas y Estado involucrado, quiero que se sepa toda la violencia que hemos vivido en privado y con esto, ahora por primera vez, saldrá a lo público”
En un contexto de alta desinformación y precariedad laboral, este cómic se convierte en faro para que miles de mujeres puedan verse reflejadas en estas historias, saber qué pueden hacer, a dónde acercarse, reconocer las violencias y con base en ello, que la revolución conjunta de mujeres trabajadoras comience a maquinarse. El cómic es recordatorio del inmenso poder transformador de la trabajadora que ya no está dispuesta a mantenerse en silencio.
“Contar las historias de las mujeres es antipatriarcal y antisistémico” (Elizabeth Ávalos)