Las mujeres tenemos una maravillosa fuerza para construir y solidarizarnos ante las mayores crisis y momentos difíciles. Lo presenciamos, sentimos y aún seguimos vibrando por las pasadas movilizaciones feministas del 7, 8 y 9 de marzo.

Esta capacidad de enredarnos, organizarnos y solidarizarnos la estamos presenciando  nuevamente en los últimos días con la llegada del COVID19. Hemos sido las mujeres, las colectivas quienes a través de diversos medios de comunicación y redes sociales lanzamos propuestas ante la medida de aislamiento social y el mes de “vacaciones” anunciadas por el gobierno.

 

Es maravilloso encontrarte en redes sociales con propuestas creativas y sororales de compañeras, compas, hermanas, amigas, colegas que buscamos el bienestar colectivo, proponiendo estrategias para activar la economía, convertir los espacios cibernéticos en lugares de trueques, comercio justo y solidario, así como la creación de grupos sororos de apoyo para evitar que la doble carga sociocultural del maternaje y cuidados sea un obstáculo para aquellas que no pueden estar en aislamiento social y no cuentan con posibilidades económicas o de redes de apoyo para el cuidado de sus hijas/os.

Hoy, muchas de nosotras, además de reconocer la pandemia del coronavirus, no olvidamos la pandemia que ha existido en nuestro país desde hace varios años, aquella que no tiene vacuna, esa que le arrebata la vida a 10 mujeres diariamente: las violencias machistas.

Estamos convencidas que unidas somos más fuertes y que el camino a favor de los derechos humanos es colectivo, no individual. Existen diversos sectores de la población que serán mayoritariamente vulnerados en situación de aislamiento, como las mujeres de escasos recursos, indígenas, migrantes, adultas mayores, niñas, etc.

Nuevamente presenciamos la incapacidad del Estado para reconocer que la situación de salud integral del país tiene otros trasfondos y matices, como lo es la problemática de las violencias contra las mujeres y el tema de cuidados. Es alarmante la respuesta que hemos tenido del gobierno ante el repunte de las violencias, en donde nos exigen ser quienes atendamos los casos, se les olvida que somos coadyuvantes y que el único responsable de la vida y seguridad de las mujeres es el Estado. Se les olvida que para continuar acompañando a miles de mujeres se requiere presupuesto.

El Estado tiene una gran deuda  histórica con las mujeres, más del 50% de la población mexicana, imperante generar políticas de estado presupuestarias que sean garantes de todos los derechos para todas las mujeres, así como plantear acciones afirmativas, integrales e intersectoriales que incorporen en el diálogo y en su construcción a las mujeres, ciudadanía y organizaciones de la sociedad civil que por años han acompañado a las mujeres en situación de violencias.

Seguiremos vigilantes, fortaleciendo nuestro compromiso genuino por nosotras mismas, por las que vienen, por las que ya no están y por todas aquellas cuyas voces han sido silenciadas por la desigualdad y el patriarcado, arrancándoles sus derechos y en muchos casos la vida.

Para quienes se preguntan ¿dónde están las mujeres que participamos en la cadena feminista, en la marcha del 8 de marzo y el paro feminista? Les informo que no nos hemos ido, ni nos iremos, seguimos en resistencia ante el sistema machista y patriarcal, tal vez no nos hayan visto (o no nos quieran ver) porque estamos haciendo lo que el Estado no hace y continuaremos alzando nuestras voces retumbando ¡ni una menos, vivas nos queremos! hasta que sea una realidad en México.

¡La revolución feminista ya inició y nada la detendrá!

*Wendy Figueroa es activista feminista y directora de la Red Nacional de Refugios

@SayetziMariposa