En un mundo de programadores, las mujeres se enfrentan diariamente a las desigualdades, pero también, a un pacto patriarcal que se le conoce como “brogrammer”, una relación estrecha entre hombres que se compone de “bro” (hermano) y “grammer” (programmer), una idea de hermandad que sostiene que las mujeres no poseen las mismas habilidades en la programación: “este pacto expulsa a las mujeres de esta profesión en el presente y eso significa que también del futuro”, explica la tecnóloga y fundadora de DigitalFems Thais Ruiz.
El “brogrammer” obstaculiza que las mujeres puedan acceder a estos espacios con mayor facilidad y lo más importante, que sean libres de violencia. El término se acuñó entre la comunidad de programadores de Silicon Valley California para denostar el trabajo de sus compañeras y exaltar las cualidades de los colegas varones.
Una de las cuestiones más interesantes en torno a esta palabra es la manera en que mutó y se convirtió en un significado diferente al original, es decir, en un principio era despectivo escudaba a los hombres de excluir a sus compañeras de los proyectos y con el paso del tiempo, la palabra comenzó a ser utilizada para hablar de lo degradante que es la práctica y a manera de crítica, es utilizado por las mujeres cuando se sienten violentadas por sus congéneres.
En conferencia para EFE, la cofundadora del Observatorio del Impacto Ético y Social de la Inteligencia Artificial, Idoia Salazar, explica que este fenómeno es una cuestión cultural que históricamente, ha señalado que la tecnología y las ciencias son para los hombres, mientras que las letras y el servicio, es para las mujeres.
El “brogrammer”: más que una broma entre colegas
En el mundo 3 de cada 10 personas que se dedican a la programación, tecnología y matemáticas son mujeres, según información de la UNESCO. El hecho de que exista un nivel tan bajo de mujeres en estos espacios abona a que exista poca innovación para afrontar desafíos y encontrar soluciones; en un mundo tan diverso, es impensable que las decisiones de programación e inteligencia artificial (IA), sea tomado por una comunidad reducida de “brogrammers”.
En México 2020, por cada 10 hombres que estudiaron una ingeniería hubieron 4 mujeres. En las ciencias de la computación, sólo 3 de cada 10 mujeres que entraron a la carrera pudieron concluir sus estudios, señala información del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
“La igualdad de oportunidades para desarrollar y prosperar en carreras STEM ayuda a reducir la brecha salarial de género, mejora la seguridad económica de las mujeres, además de promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas”, comenta Belen Sanz representante de la ONU Mujeres en México.
A nivel mundial, la UNESCO advierte que existe una participación muy baja de niñas y mujeres en este rubro, lo que ahonda en los estereotipos de género, estigmatización y exclusión, pues sólo el 35% de las carreras de ingeniería, matemáticas y programación son ocupadas por mujeres y de este universo, sólo el 3% de ellas concluirá su carrera.
Sobre esto, la especialista Thais Ruiz señala que en estas áreas las mujeres no se sienten acompañadas, sino abandonadas por el sistema, desde su formación académica, hasta la trayectoria profesional. Este panorama resulta alarmante para la tecnóloga, pues explica, que muchas mujeres prefieren renunciar a su puesto de trabajo al enfrentarse a desigualdades / violencias y no contar con el apoyo de la empresa: “el brogrammer es la masculinización de los espacios y provoca el abandono de las pocas mujeres que consiguen llegar a estas compañías”.
La Inteligencia Artificial (IA) es una área masculinizada que posee una gran relevancia para construir un futuro mejor para la humanidad, por ello, Idoia Salazar de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial de España, resalta que la falta de presencia de mujeres puede tener "consecuencias desastrosas", pues no puede existir una IA que sea programada únicamente por estos “brogrammers” excluyentes, sino que debe ser una herramienta útil para todas las personas, justa, capaz de extraer información sin sesgos y con una perspectiva de género que resulte benéfica para las generaciones futuras.