El poliamor es una forma de relacionarte sexo-afectivamente con más de una persona, de forma simultánea y consensuada, donde hay un cuidado de los afectos. No se trata de la acumulación de personas sino de una nueva forma de amar a otros, comparten Merle Ilina y Agustín, personas afines a esta forma de relacionarse; y las activistas Brigitte Vasallo y Gabriela Wiener.

Desde un pensamiento neoliberal se ven a las personas como objeto de consumo, se cree que ser poliamoroso es tener libertad sexual donde “se puede consumir y desechar a la gente tanto sexual y emocionalmente, pero no es así, el poliamor habla de compromiso y cuidados hacia los otros” dice Merle Ilina en entrevista para La Cadera de Eva.

“Yo me di cuenta que era poliamorosa cuando estaba enamorada de dos personas”, Merle Ilina.

“Siento que (la sociedad y la familia) nos enseñan a amar de modos muy posesivos. El amor de pareja es muy violento en realidad, se tienen muchas violencias normalizadas que no se ven como tales, pero si te mueves un poco, como al poliamor, las empiezas a ver”, comparte Agustín para La Cadera de Eva.

El poliamor es el amar tanto en la teoría como en la práctica a más de una persona, pero en honestidad. Sin embargo, esta forma múltiple de amar ha sido cuestionada y vista como una búsqueda de tener libertad sexual, considera Agustín y puntualiza “quien esté instalado en los discursos hegemónicos verá al poliamor como promiscuidad o putería tanto del lado de los hombres y mujeres; aunque se va más a lado de las mujeres porque están más atrapadas en esos discursos. Desde la visión hegemónica, ellas tienen un papel distinto al hombre”.

Las relaciones polígamas tienen más tiempo de practicarse que la monogamia. “La cultura monógama moderna apenas tiene alrededor de 1.000 años”, destaca Kit Opie, un antropólogo evolucionista de la Universidad College de Londres. La estructura del matrimonio, una estructura monógama, obedece más a un orden económico que a una forma natural de relacionarnos. “Cada vez que lo pienso confirmo que el matrimonio, como relación monógama, se creó para sellar la paz, hacer negocios, hacer crecer a la familia y por ende tener mayor mano de obra para la fuerza de trabajo, pero no para consolidar la relación entre un hombre y una mujer”, dice la escritora del libro La historia del matrimonio, Setephanie Coonts, en el documental Monogamia de la serie En pocas palabras producido por Netflix.

El documental señala que los seres humanos han sido “pésimos monóagamos”, pese a esto, se han esforzado en cumplir este tipo de relaciones que tienen como fin último el matrimonio, que se consolida con un contrato jurídico; sin embargo, muchos de ellos terminan siendo infieles. 

De acuerdo con el Gabinete de Comunicación Estratégica por cada 32 hombres que engañan a su pareja, hay 10 mujeres que tienen una aventura extraconyugal. Por lo que el salir con más personas ha sido una práctica recurrente a lo largo de la historia, la diferencia es el grado de compromiso y honestidad con todas las partes.

“Si no quieres comprometerte no eres poliamoroso, eres güilo”

En las comunidades poliamorosas hay muchos fuck buddys que buscan solo tener sexo con mujeres, aprovechan el discurso del poliamor para tener libertad sexual, de esto no se trata, señala Merle: “en una relación poliamorosa hay responsabilidades, compromiso y cuidados hacia el otro”.

En el caso de las mujeres, las que deciden ser poliamorosas llegan a ser señaladas como “putas (...) ah pues es una puta, puedo coger con ella, puedo hacer lo que yo quiera, es poliamor y no vale, pues no, también somos personitas, no somos desechables o también nos buscan mientras encuentran su relación monógama”, dice Merle.

Las desventajas históricas y culturales que permean en las relaciones heterosexuales también son trasladadas al poliamor, para que esta nueva forma de relación funcione, hay que deconstruirse, este paso se convierte en un proceso de empoderamiento para las mujeres, es la parte donde el poliamor cruza por el feminismo, concertaron las activistas.


Aunque no necesariamente todos los poliamorosos son de la comunidad LGBTI, sí hay un gran grupo poliamoroso que tiene preferencias diversas. “En el caso de la comunidad bisexual hemos sido muy estigmatizadas ¿por qué se ve mal que una persona tenga relaciones sexuales con diferentes géneros? Si nos ponemos a pensar, éste es un cuestionamiento político, incluso nos califican como ‘promiscuos’”, dice Merle.


Sin embargo, las relaciones poliamorosas han dado libertad sexual a las mujeres y a las personalidades no binarias, esto se debe a que dejan de sentirse culpables por sentir deseo por otras personas. Sin embargo, las feministas no han aceptado el poliamor, consideran que es otra forma de servir al patriarcado, dicen “ahora en lugar de servirle a un güey, le sirves a más” (sic).

La poligamia no resuelve tus problemas emocionales

“A las comunidades poliamorosas va mucha gente rota, creen que el poliamor es la solución para sus problemas de pareja o personales”, señala Agustín. Si no se resuelven los conflictos internos, muchas veces “el poliamor se convierte en polidrama, porque no solo hay que resolver conflictos con una persona, sino con todas las que están involucradas”, dice Merle.

El poliamor es una propuesta nueva de relacionarte que rompe con estructuras de pensamiento e ideales del amor romántico. Se tiene la creencia de que en la monogamia sólo se practica la exclusividad sexual, pero no solo es eso, implican otros convenciones como todo un sistema de relacionarse.

Al respecto, Brigitte Vasallo, escritora y activista LGBTI, cuestiona la forma jerárquica de relaciones de la monogamia, ya que se pone en lo más alto la escala del núcleo reproductor (novias o novios y esposas o esposos), después el núcleo sexualizado (los amantes) y en el tercer término están los afectos que pueden ser (familiares, amigos o compañeros); lo que cambia entre una relación y otra es el esquema de compromiso y responsabilidad. Vasallo aclara que la diferencia entre los esposos y los amantes no es el sexo sino el reconocimiento social.

Las personas que deciden relacionarse de forma poliamorosa, deben tener la disposición de cuestionarse y construir nuevas cosas. “Hay muchas personas que han dejado sus relaciones y creen que el poliamor es la panacea, la solución a sus problemas de pareja o personales, pero no, llegan con todo su arsenal que les enseñaron en el amor de pareja y lo quieren insertar ahí y no cabe, terminas haciéndote daño y haciéndole daño a más personas... Hay personas que no se aman ni a sí mismas y pretenden ser poliamorosas ¿no te parece ridículo? Primero ámate a ti mismo, después ama a otras personas”, plantea Agustín.

¿Todos podemos ser poliamorosos?

La escritora y feminista peruana Gabriela Wiener habla en su libro Llamada perdida sobre el poliamor, en una entrevista para BBC, manifiesta que casi todos “han tenido a un tercero o a una tercera, en el chat, en Instagram, en el hotel, escondidos, en secreto, amantes clandestinos, o amores que suplantan a otros, que nunca suman y siempre restan, y cuando estalla finalmente la verdad, les hace daño a familias, a niños, al otro”.

Por ello, hay gente que está pensando en atreverse a vivir este tipo de experiencias nuevas, cambiar lo que nos han enseñado sobre el amor romántico, monógamo y hétero. Sin embargo, tanto en relaciones monógamas o poliamorosas el trabajo es el mismo, la comunicación y la honestidad.

Al respecto, la psicoterapeuta de Relaciones de Parejas, Sexóloga y Especialista en diversidad sexual, Nilda Chiaraviglio, comparte en Sumédico: “para que una relación monogámica o de sexo múltiple funcione, se deben disminuir cada una de las características de jerarquía, confrontación competencia y exclusión al máximo, ya que si se mantienen como regidoras en la forma de vida, el poliamor y cualquier tipo de relación será imposible, simplemente se mantendrán relaciones sexuales con un mayor número de personas que traerán consigo conflictos y un cementerio de cadáveres emocionales.

Dentro de estas exigencias de comunicación surge la pregunta: ¿las parejas se deben contar todo? Al respecto, Merle expresa que sólo se cuenta lo que se “cree importante”, hay cosas que todavía se quedan en la intimidad. “Porque conocí a un hombre y me gustó, no voy a decirle de inmediato a mi pareja, pero si me empieza a interesar, de forma natural, le cuento de él. Aunque hay relaciones que aplican la regla don’t ask, don’t tell (no preguntes, no digas), pero de eso no se trata”.

 

Tampoco la salida es el “acuerditis” expone Merle, ya que hay acuerdos muy limitantes donde se dice “puedes tener sexo con él o ella, pero no puedes quedarte a dormir”, ese no es el tipo de acuerdo que mejora una relación, son acuerdos que vienen de las inseguridades, “lo más importante, más que los acuerdos, es la comunicación constante, ésta no solo te lo exige una relación poliamorosa sino cualquier tipo de relación”.

Nuevas formas de organización poliamorosa

Existen matrimonios que practican el poliamor. “Conozco parejas poliamorosas casadas, tienen hijos y comparten, y no son con toda la gente y todo el tiempo”, compartió Merle. En la práctica del poliamor, la meta no es casarnos todo el tiempo, no funciona la lógica de primero andamos, luego somos novios, luego tenemos hijos. En el poliamor, la importancia son esas conexiones únicas; cuando quieres compartir el amor; y las responsabilidades que te traen un matrimonio, la talacha, es otra cosa, menciona Merle.

 

La idea de una relación funcional es completamente patriarcal, el poliamor es una forma de resistencia a la heteronorma, a lo socialmente construido que funcione en cuanto a los roles de género de ser hombre y mujer. Dentro de las familias poliamorosas, también se da la crianza poliamorosa, declara Merle, “es medio idílico, familias que tienen hijos, para que puedan tener una date (una cita), los cuida la otra pareja. Se crea una comunidad poliamorosa donde los niños tienen diferentes fuentes de cariño, afecto, cuidados, se van configurando familias compuestas donde no vemos a la mamá o el papá que te dicen ‘no tenemos tiempo’”.

El poliamor es una nueva forma de amar

El poliamor nos muestra una nueva forma de amar, nos hace ver que “el amor” es algo que se multiplica. “El amor romántico nos hace creer que, si te doy amor a ti ya no se lo voy a dar a otra persona o algo así como una suma cero. El amor cuando más lo damos, más se va multiplicando, el ver esa abundancia nos conectamos con otras personas y nos relacionarnos diferente” dice Agustín. El poliamor reconfigura la idea del amor como propiedad privada, lo expone como un sentimiento que se puede compartir sin estructuras jerárquicas.

 

“El amor es político”, asevera Merle, ya que “las formas en cómo nos organizamos amorosamente están subordinadas a un sistema económico, a una sociedad capitalista y de consumo, entonces se crea una especie de romantización de esas dinámicas, de poder, traducidas en ideas del “príncipe azul, el amor de tu vida, el amor es exclusivo”.

En este sentido, Francisca Millán escribe en el portal El Desconcierto que “cómo vivimos el amor también tiene mucho que decir respecto de la intelectualidad cultural de cada época y de las relaciones de poder que lo atraviesan. Es decir, la noción de amor que cada sociedad construye y transmite se define desde una ideología. Por eso, el amor es indisociable del ideal a partir del cual se lo valora y concibe”.

Las bases para tener relaciones poliamorosas son las que se deberían tener para establecer cualquier relación monógama o abierta, que es la comunicación, honestidad y cuidado del otro. Lo que viene a hacer el poliamor es a deconstruir la idea que tenemos del amor, y nos hace pensar desde dónde nos estamos construyendo con el otro y para el otro, ¿es una relación para servirle al mercado o es una relación para construirnos con el otro?