Durante las últimas semanas se ha incrementado la oferta de notas periodísticas y académicas sobre el retorno a las aulas. Una de las posturas contenidas en ellas hace referencia a la importancia de considerar el contexto de cada escuela y familia en particular.
En este texto queremos dejar a un lado dicho debate y reflexionar sobre un tema del cual se ha hablado poco: el significado del regreso presencial o híbrido -entendido de diferentes formas, de acuerdo con la institución académica - y sus efectos en las vidas de las mujeres.
Desde que empezó la pandemia, las mujeres han sido quienes han experimentado mayores repercusiones en sus vidas. El trabajo doméstico y el trabajo de cuidados que realizan las mujeres en casa y las madres o cuidadoras se ha incrementado considerablemente ante el cierre de escuelas y guarderías: las medidas de sanitización e higiene, la ausencia de las trabajadoras del hogar y la disminución de las redes de apoyo sororos por parte de las abuelas, tías y vecinas para evitar el riesgo de contagio.
El trabajo de cuidados
El trabajo dentro de los hogares se ha invisibilizado, el movimiento de las mujeres en su lucha por la igualdad de derechos y oportunidades en una sociedad que privilegia todo lo aquello caracterizado como masculino, condujo a identificar la categoría de trabajo como algo más extenso que no sólo tome como referente el trabajo remunerado y fuera de casa.
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Reivindicando la categoría de trabajo es posible nombrar las diferentes actividades que se realizan dentro de los hogares, las cuales no se valoran y no reciben un pago monetario, y que se han justificado como labores propias del sexo femenino; incluso hay una frase popular que versa de tal manera: como si al ser mujer ya tuviéramos inscritas en nuestra corporalidad ciertas actividades que no son posibles de cuestionar, abdicar o reconstruir.
La combinación entre el trabajo en los hogares y el trabajo remunerado
En tiempos de pandemia y las medidas de confinamiento, las actividades laborales no esenciales se desplazaron a los hogares, de tal forma que las mujeres han tenido que hacer malabares para combinar extenuantes jornadas de teletrabajo remunerado y el aumento de trabajo de cuidados no remunerado en el hogar; al cual se sumaron las actividades de ayuda en la conexión televisiva o virtual para darle continuidad al ciclo escolar 2019-2020, así como el seguimiento de las tareas escolares de los hijos e hijas y el apoyo emocional ante el confinamiento y demás factores que trastocaron la vida. De hecho, muchas mujeres dejaron sus empleos: de acuerdo con las cifras del INEGI, la Población Económicamente Activa (PEA) disminuyó 4.3 puntos porcentuales entre febrero de 2020 y 2021.
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Ahora bien, el regreso a clases híbrido complejiza la dinámica de las familias. La combinación de educación presencial y educación a distancia requiere que los padres y madres de familia desarrollen estrategias para poder llevar a sus hijos e hijos presencialmente a la escuela unos días y los acompañen en la conexión televisiva o la conexión virtual los días que se quedan en casa. La mayoría de los empleos no otorgan flexibilidad de horario a las personas para poder ausentarse de sus trabajos algunos días. Otros trabajos, como la docencia, en este regreso a clases requieren no ausentarse de sus trabajos para atender a estudiantes y a la par realizar esfuerzos importantes para poder mantenerse al tanto de sus labores dentro y fuera de las aulas, así como de sus actividades dentro de sus hogares relacionadas con el trabajo de cuidados.
Hablemos de corresponsabilidad
La responsabilidad podría quedar nuevamente en manos de las madres debido a los mandatos de género que conllevan a una escasa valoración y remuneración sobre el trabajo de cuidados, o bien, de las abuelas, tías o vecinas, con los riesgos de salud que dicha sororidad implica.
Por lo que se apela a la corresponsabilidad de los varones que forman parte de las familias; los padres de niños y niñas en este regreso a clases tienen también un papel clave para el adecuado desarrollo en todas las dimensiones de los hijos y las hijas.
En la medida en que sigamos cuestionando los lugares comunes relacionados con los mandatos de género que se han asignado a mujeres y hombres, será posible una auténtica corresponsabilidad de las parejas y familias en el trabajo de cuidados dentro de los hogares. De igual forma se requiere que las diferentes instituciones gubernamentales, como la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría del Trabajo, colaboren de forma conjunta para apoyar a las trabajadoras y los trabajadores con estrategias para afrontar el regreso a clases híbrido. El Estado tiene una deuda pendiente con las mujeres en lo que se refiere al adecuado diseño e implementación de políticas públicas que garanticen la identificación de las actividades de cuidado como trabajo, para así dar el salto a una auténtica corresponsabilidad en este regreso a clases.
Dra. Nina Castro Méndez
Doctora en Estudios de Población por El Colegio de México y Maestra en Población por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede México. Docente del curso de demografía y metodología de la investigación en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Integrante de la Red teTra “Red temática Trabajo y condiciones laborales”. Sus intereses de investigación son: trabajo remunerado y trabajo de cuidados, las desigualdades a lo largo del curso de vida, y el análisis demográfico longitudinal y secuencial.
Correo electrónico: nina_castro@yahoo.com
Twitter: @ninacasmen
Mtra. Tania Lizbeth Meléndez Elizalde
Socióloga, Maestra y Candidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: Sociología de la Familia, Sociología de la Religión, Perspectiva de Género, Cambio social y cultura.
Twitter: @MelendezTania20