El espacio urbano tiene una gran deuda con las mujeres. La metrópoli ha sido diseñada para hacer un recorrido lineal de casa al trabajo y viceversa, ¿dónde queda la diversión o espacios de descanso?, cuestionan en la sesión inaugural del seminario “Ciudad Habitable para todas y todos. Replanteando la ciudad desde los cuidados”.
En ningún momento se ha considerado que la ruta de las mujere cuidadoras tiene numerosas estaciones al día, jamás es lineal; de casa a la escuela a dejar a los hijos e hijas, luego al trabajo, pasar a hacer compras para preparar la comida, recoger niños, llevar a una persona mayor al médico, etcétera, y todo significa horas de desplazamiento, apuntó Tamara Martínez Ruíz, titular de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM.
Durante el encuentro, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), expuso que el urbanismo feminista propone colocar el trabajo de los cuidados “en el foco” de la planeación de las ciudades.
OBJETIVO DEL URBANISMO FEMINISTA
Otro de los objetivos de los urbanistas feministas, es potenciar la colectividad y pluralidad frente al individualismo mediante la reivindicación de espacios seguros en los cuales poder socializar y efectuar reuniones, encuentros, asambleas, etcétera, volver a la idea de la plaza como un espacio para el diálogo, la comunidad y la res publica (cosa o bien del dominio público).
Este seminario responde a la necesidad de superar el déficit del urbanismo para incorporar la tarea de cuidados como una parte sustantiva de las funciones de la urbe, para complementar esa visión tradicional; es decir de esas zonas especializadas para comercio, habitación y el transporte que los une, señaló el director del PUEC, Javier Delgado Campos.
“Ahora tenemos esa necesidad de incorporar parte de la subjetividad de los habitantes de la ciudad en el caso específico de cuidados de las personas. En la sociedad actual vamos a encontrar muchas demandas de este tipo”, acotó.
Detalló que en el país, de acuerdo con datos de abril de 2020, niñas y mujeres aportaron 71 por ciento de las horas dedicadas a la labor de cuidados en los hogares; es decir, un promedio de 27 horas a la semana, mientras que los hombres 15.
Puntualizó que en 2019 se calculó que el valor económico del trabajo no remunerado dedicado a los cuidados en los hogares fue de 5.5 billones de pesos (equivalente a 24 por ciento del PIB), 18 por ciento de los cuales fueron aportados por mujeres y solo cinco por ciento por varones.
En el eventó participó la directora de Igualdad Sustantiva de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México, Yazmín Pérez Haro, afirmó: en la capital mexicana no existe lugar para las tareas de los cuidados, porque han sido configuradas a partir de una visión androcéntrica, productivista, adultocéntrica y de privilegios.
Son las mujeres de los sectores más pobres, quienes han amortizado la crisis sanitaria a través de la tarea de cuidados, ellas son quienes tienen que lidiar de la peor manera con esa carga asimétrica, mientras que en una familia de ingreso alto se reparten esa labor con el mercado; es decir, se transfieren esa responsabilidad a personas que cobran por estos servicios, por ejemplo, una enfermera, resaltó la titular.
Con información de Gaceta UNAM
DHT