Las mujeres con una luz infinita y muchas sombras a cuestas son apasionantes, Elena Garro (1916-1998) es un indiscutible ejemplo, considerada por varios especialistas como precursora del realismo mágico, antes de Gabriel García Márquez, es una de las grandes escritoras del siglo XX.
Al mismo tiempo es también vista como una escritora maldita, traidora y loca que vivió bajo la sombra de quien fuera su marido, el también escritor Octavio Paz. Su honestidad y autenticidad le provocaron críticas, que le dieran la espalda y la condenaron al olvido.
Sin embargo, su obra, conformada por novelas, obras de teatro y cuentos, ha contado con la devoción de lectores que la tienen presente, muchos de ellos la han reivindicado, incluso, investigando su vida caracterizada por el exilio, su lucha social en pro de los movimientos indígenas y su polémico matrimonio con Paz, a quien le manifestó un odio eterno, según sus propias palabras, alguna vez dijo: «Yo vivo contra él (...) todo lo que soy es contra él».
Pero más allá de su vida, que merece una reflexión aparte, lo mejor es disfrutar su legado, empezando por su primera novela Los recuerdos del porvenir, una historia que cuando la terminas, con un hueco en el estómago, te dan ganas de regresar a la página uno y llorar sobre esa piedra sobre la cual, Ixtepec, un pueblo de la región de la tierra caliente guerrerense, te cuenta la vida fantástica y trágica de sus pobladores.
Ixtepec te envuelve en su atmósfera, en su melancolía, en sus calles polvorientas y sus casas frescas, en sus habitantes: indígenas bajo el servicio de las familias pudientes y conservadoras, curas subversivos, el maravilloso loco del pueblo, militares tiranos y sus mujeres, las decentes y las “queridas”.
Ixtepec nos cuenta sus días felices y su tragedia, la guerra cristera, el desamor, las injusticias, el racismo, clasismo y un machismo que los personajes femeninos de Garro cuestionan:
“A Isabel le disgustaba que establecieran diferencias entre ella y sus hermanos. Le humillaba la idea de que el único futuro para las mujeres fuera el matrimonio. Hablar del matrimonio como de una solución la dejaba reducida a una mercancía a la que había que dar salida a cualquier precio”.
Las dudas, los abusos, las humillaciones y la violencia a las mujeres que puntualmente señala ese mítico pueblo, son los mismos padecimientos de hoy día, así como la fuerza, la astucia y hasta la sororidad, especialmente entre las queridas de los militares, chicas robadas de sus casas, arrancadas de sus familias, por la impunidad que podía dar un traje militar.
Además de la nostalgia del paraíso perdido, de sus mujeres, de ese tiempo que podemos ver cómo se detiene y cómo continúa su paso, las palabras juegan un papel importante.
“… las palabras eran peligrosas porque existían por sí mismas… Las palabras debían permanecer secretas. Si los hombres conocían su existencia, llevados por su maldad, las dirían y harían saltar al mundo. Ya eran demasiadas las que conocían los ignorantes y se valían de ellas para provocar sufrimientos”.
Las palabras están bajo la vigilancia de Juan Cariño, que se cree presidente de Ixtepec, amigo de los diccionarios, el loco del pueblo, y también, el sabio.
Los recuerdos del porvenir se publicó por primera vez en 1963 y recibió el premio Xavier Villaurrutia. Helena, hija de Garro, rescató esta historia de la estufa, pues la autora pretendía quemarla.
En septiembre de 2019 Alfaguara publicó una edición especial con reseñas de cinco escritoras iberoamericanas que hablan de lo que significó para ellas el relato de Ixtepec, un pueblo que puede parecerse mucho a Iguala, Guerrero, lugar donde Elena Garro vivió su infancia.
Iniciar este año con esta excepcional autora es abrir la puerta a grandes escritoras que nos esperan a lo largo de 2020.