Después de un breve silencio esta será una columna de confesiones de una emprendedora en tacones. Comienzo admitiendo que pese a no ser corredora, voy a comparar el camino del emprendimiento con correr un maratón, tendré la audacia de utilizar la analogía que escuché una vez acerca de lo que llaman “la pared”, que suele suceder después del kilómetro 30 cuando el cuerpo se ha agotado todas sus reservas de energía y el desgaste tanto físico como mental lleva a coquetear con la idea de decir hasta aquí.
Traduciendo la situación a la vida emprendedora es ese momento donde el desgaste físico, mental e incluso económico te lleve a preguntar ¿por qué estoy haciendo esto? y las respuestas de siempre te son insuficientes.
2021 ha sido esa pared para muchas mujeres. Se combinan distintos factores, desde la carga inequitativa de las labores de la casa, hasta el retraso al regreso laboral, lo que contribuye a que 7 de cada 10 desempleados por la pandemia sean mujeres, de acuerdo a cifras del INEGI.
Hablando específicamente de las emprendedoras, se espera que equiparemos nuestro proyecto con maternar a un hijo en la forma más tradicional. Está mal visto hablar de esa pared cuando los días se vuelven largos y el tiempo se siente ajeno. Como yo escribo para tratar de romper ideas pétreas, mi segunda confesión es que uno de los grandes mitos de emprender es que trabajas para ti, tener esa expectativa romántica lleva a corazones laborales rotos.
LEE: El paso cero de emprender en tacones: reconciliarse con el miedo
Ser cabeza de un emprendimiento trae responsabilidades que van más allá de una, desde el SAT hasta lidiar con proveedores y cobranza, las necesidades de colaboradores, ser ágil para enfrentar un mercado cambiante, flexible para adaptarte a condiciones adversas y responder a diversos intereses más allá del tuyo.
Enfrentando mi propia pared caí en cuenta que la única forma de trabajar para ti es tener claro tu propósito. Solía ser muy escéptica de este concepto que me sonaba demasiado romántico o únete-a-los-optimistas, sin embargo algunos libros cambiaron mi opinión. Recomiendo dos: Atomic Habits de James Clear y Start with Why de Simon Sinek.
Tener claro por qué te levantas todas las mañanas a enfrentar el mundo hace la diferencia tanto a nivel personal como profesional, da claridad acerca de lo que necesitas modificar, lo que requiere de paciencia y aquello no lo amerita. El propósito no es algo que vas a encontrar de un día para otro, requiere reflexión, introspección y sobre todo mucha honestidad. Es una brújula, no un destino, eso lo hace particularmente valioso.
Una guía breve para definir el propósito
Si ya me has leído antes, sabes que el combo pluma + libreta es básico para documentar este tipo de cuestionamientos. La sobre exigencia no debe jugar en este momento, recordemos que el punto es encontrar lo que nos hace vibrar, más allá de lo que nos dijeron debíamos ser. Estamos construyendo una brújula personal, para eso hay que escucharnos.
LEE: La batalla contra el síndrome de la impostora
Las preguntas básicas que sugiero para empezar son:
¿Qué te mueve? Olvida los objetivos financieros, la idea de éxito de las revistas y logros muy concretos, vete a lo básico, aquello que haces aun cuando nadie ve, el común denominador de tus sueños guajiros y lo que te hace ser tú.
¿Qué valores o premisas son innegociables? Haciendo este ejercicio me di cuenta que la honestidad, reciprocidad, empatía y respeto son algunos valores que necesito para sentirme bien con lo que hago, también que mi tiempo y energía son recursos no-renovables de alto valor. En otra ocasión hablaba de los límites, esta pregunta ayuda a clarificar la base de cada uno.
¿Cuándo eres la mejor versión de tí misma? Piensa qué sucede a tu alrededor cuando te sientes la mejor versión, lo que sucede en ese día, las personas que te rodearon, etc. No te enfoques sólo en lo laboral, vete a los días que pondrías en un marco y haz el ejercicio forense de identificar todos los factores que lo detonaron.
¿Qué te da más energía? Hay actividades que aunque pueden ser cansadas nos llenan de energía: dar clases, hacer un pitch, una rutina intensa de ejercicio. Enlista todas, sin juicio.
¿Qué te roba energía? Esta será difícil, sobre todo porque nos han enseñado que trabajo arduo y sacrificio son necesarios para alcanzar las metas. Hay que diferenciar sacrificio con disciplina, la segunda trae interés compuesto que nos agradecerá la “yo del futuro”, mientras el primero frustración y déficit energético. Si llegaste a la pared, me temo que has llenado tus días de cosas que te roban energía y es momento de ponerles nombre y apellido. De nuevo, enlista todas, sin juicio.
LEE: Emprender me transformó en feminista
Las preguntas son sólo el punto de partida, dale varias iteraciones a tus respuestas hasta que puedas resumirlas en un párrafo que te haga sentido en el largo plazo. Mi tercera confesión es que este proceso es algo intimidante, sobre todo porque puede implicar cambios en la autopercepción y derivar en una auditoría de lo que estamos haciendo.
Se nos exige que hagamos una separación marcada entre lo personal y lo laboral, cuando en la realidad hay una interdependencia entre ambos, sobre todo como emprendedoras. Entender eso toma muchas subidas y bajadas, que se pueden evitar si se trabaja en conjunto.
Hay una frase de Alicia en el País de las Maravillas que me parece brillante: “Si no sabes a dónde vas, no importa qué camino tomes”, salir de la pared requiere una ligera modificación: “si no sabes para qué vas, no importa qué camino tomes (ni cuánto corras)”.
Internacionalista dedicada a la comunicación estratégica que decidió emprender para contar noticias desde Meraki México.
Twitter: @LaMarimer