La idea de que el sexo es algo sucio y se puede hacer con cualquier persona y el amor solo se da con una persona especial es parte del mito del amor romántico. Coral Herrera, feminista española y creadora del Laboratorio del amor, escribe “por eso se dice que en una relación ‘solo es sexo’, cuando queremos dejar en claro que es nada”.

Al respecto, Brigitte Vasallo, escritora y activista LGBTI, cuestiona la forma monógama de relacionarse, ya que se pone en lo más alto la escala del núcleo reproductor (novias o novios y esposas o esposos), después el núcleo sexualizado (los amantes) y en el tercer término están los afectos que pueden ser (familiares, amigos o compañeros); lo que cambia entre una relación y otra es el esquema de compromiso y responsabilidad.

La diferencia entre los esposos y los amantes no es el sexo sino el reconocimiento social. A las amantes se les oculta a las esposas se les expone. Estas ideas del amor romántico se sostienen en las frases populares de tener la catedral y las capillitas o ella es solo para sexo, pero a ti te amo.

Cuando la regla de la relación es “solo sexo”, deja en claro que ese alguien no es importante para nosotros, señala Herrera, “es toda una declaración de intenciones para que él o ella sepa que no sentimos nada bonito o especial, ni lo vamos a sentir”.

No puedo ir a la cama sin mi alma

Una de las mujeres que dejó en claro que, a la cama ella no podía ir sin su alma fue Antonieta Rivas Mercado quien se distinguió por traer ofertas culturales a México, hija del arquitecto Antonio Rivas Mercado, quien se enamoró de José Vasconcelos, político de la revolución mexicana. Al parecer, para las mujeres la separación de las emociones y “solo sexo” es complejo, es como si en la cama solo te relacionaras con el cuerpo del otro u otra, pero no con la persona que habita ahí.

Esta idea de la separación del cuerpo y el alma viene de Platón y la hemos heredado de la cultura cristiana que desprecia el cuerpo, el erotismo y el placer, que cree que el deseo sexual es una necesidad fisiológica tan aberrante como comer, orinar o defecar, escribe Herrera.

El mensaje que se da cuando decimos que solo queremos tener sexo es que no nos podemos enamorar de la otra persona que no merece cuidados ni atenciones. Las mujeres, en algunos casos, creen que aceptando este camino podrían llegar “al trono”,  es decir, convertirse en la pareja estable de la relación, lo que solo fomenta las relaciones patriarcales, donde la mujer espera a que el hombre decida reconocerla.

Es solo sexo, la salida para la infidelidad

Herrera señala que muchos hombres creen que si son infieles y les dicen a sus parejas que solo hubo sexo, serán perdonados con más facilidad porque están dejando claro que la otra mujer pertenece a una categoría inferior y que, por lo tanto, no es un peligro para la mujer oficial.

Es decir, la mujer a la que se utiliza para tener sexo no es una señora ni se merece el mismo respeto que la señora, y no es una amenaza para ella porque no le llega ni a la suela de los zapatos. Una se merece amor, a la otra solo la utilizo para descargar mis líquidos en algún agujero. Una se merece todo, la otra nada.

¿Se puede pasar del sexo a una relación?

A las mujeres nos hacen creer que si amamos al macho con devoción y le demostramos que podemos ser unas buenas esposas, si somos pacientes y entregadas, si somos sumisas y nos portamos bien, quizás podamos ser elevadas de categoría y así dejar de ser solo un objeto para uso sexual.

Hay una diferencia para los machos entre el sexo y el amor, resulta que hay mujeres dispuesta a tener sexo para probar a ver si son elegidas como esposas y madres de los hijos, hay miles, millones. El tema es que casi ninguna quiere quedarse ahí, como servidora de sexo, porque sabe que puede ser sustituida en cualquier momento, puntualiza.

Con información de CuerpoMente