Cada cierto tiempo se comparte en redes sociales la frase “Las mujeres que han cambiado el mundo nunca necesitaron mostrar otra cosa que su inteligencia”, incluso es utilizada para atacar al movimiento feminista. ¿Cuál es la verdad de esta frase?
“Las mujeres que han cambiado el mundo nunca necesitaron mostrar otra cosa que su inteligencia”
Esta frase junto a la imagen de una anciana, digamos de aspecto conservador, la he visto recurrentemente en redes sociales, es de los argumentos preferidos de aquellos que se escandalizan cuando una mujer es disruptiva para manifestarse, como lo hizo la semana pasada la cantante chilena Mon Laferte, quien mostró sus senos con el mensaje “En Chile torturan, violan y matan”, durante la alfombra roja del Latin Grammy, poniéndose en el centro de la conversación, con mensajes a favor y, por supuesto, en contra.
Respecto a la anciana en cuestión, si mal no recuerdo, también vi esa cita con la que abro este texto cuando grupos feministas en la Ciudad de México vandalizaron monumentos en Paseo de la Reforma y quemaron una estación del Metrobús por las violaciones y feminicidios en nuestro país. A mucha gente, muchísima, le preocupaban más las paredes que los delitos contra mujeres, al igual que los pechos de Mon Laferte y no las violaciones a los derechos humanos en su país.
La frase que me tenía intrigada está atribuida a Rita Levi-Montalcini. Honestamente no sabía quién era y me di a la tarea de buscar el contexto bajo el cual hizo esta aseveración y cuál sería mi sorpresa que me encontré con una mujer excepcional.
Rita Levi-Montalcini fue neuróloga, perseguida política, senadora vitalicia del parlamento italiano, medalla de la ciencia de los Estados Unidos y Premio Nobel de Medicina y Fisiología. Tuvo una larga y prolífica vida de 103 años, dedicados al estudio, el trabajo y la lucha por los derechos humanos.
Rita nació en Turín, Italia, en 1909, en una familia judía y de buena clase social y al primer hombre que se tuvo que enfrentar en la vida fue a su padre, quien era de la idea de que las mujeres deberían dedicarse al hogar. Pero quien fuera nana de Levi-Montalcini enfermó de cáncer y murió, este hecho fue fundamental para decidirse a estudiar medicina y consiguió el apoyo de su conservador papá.
A mediados de los años 30, del siglo pasado, y una vez que terminó su licenciatura, Rita hizo su especialidad en neurología y psiquiatría, estaba en la disyuntiva de dedicarse a la consulta o la investigación, pero fue destituida de la academia por el fascismo, que perseguía a los judíos. Se mudó a Bruselas y cuando los alemanes invadieron este país, regresó a Turín, donde instaló un pequeño laboratorio secreto para continuar con sus investigaciones. La guerra representó un mayor peligro para la familia Levi-Montalcini y escaparon a un pueblo cercano a Florencia donde recibieron ayuda y protección de amigos no judíos.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, Rita regresó a Turín y retomó su trabajo como investigadora. Posteriormente, recibió una propuesta para trabajar en la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, donde permaneció treinta años. Ahí, junto al bioquímico Stanley Cohen, investigaron y lograron hacer grandes descubrimientos respecto al sistema nervioso, por ello, recibieron el Premio Nobel en 1986, cuando ella contaba con 77 años y una vida dedicada a la ciencia y la cátedra.
Rita Levi-Montalcini nunca se casó ni tuvo hijos, en una entrevista publicada por El País, a propósito de su centenario, dijo “era adolescente cuando decidí que nunca me casaría. Nunca habría obedecido a un hombre como mi madre obedecía a mi padre”. Aseguraba que ella era su propio marido.
Para esta doctora e investigadora, su labor iba de la mano con el humanismo, ella estudió medicina para ayudar a quienes no tenían los mismos privilegios, posteriormente, apoyó a la fundación que lleva su nombre Rita Levi-Montalcini Onlus, creada con el objetivo de ayudar a las mujeres jóvenes africanas a liberarse de la opresión religiosa y social, con proyectos de alfabetización y becas de estudios.
El neurobiólogo Oscar Marcelo Lazo, en un artículo la define de la siguiente manera: “De personalidad fuerte, fue acusada muchas veces de autoritaria. Pero no solo con su fuerza de carácter navegó las aguas machistas de la sociedad de su tiempo: supo tomar distancia cuando era necesario, elegir sus batallas, escoger sus aliados y mantener un supremo sentido de la elegancia, el cenit de la bella figura. Desde el 2001 cuando fue nominada como Senadora Vitalicia, hizo alianza con sectores de centroizquierda y liberales-progresistas, y apoyó la agenda del primer ministro Romano Prodi —un académico y político que protagonizó el nacimiento de la centroizquierda italiana. Odiada por las derechas, hizo sentir su presencia a la hora de votar en el Senado y fue crítica de los gobiernos conservadores de Silvio Berlusconi”.
Rita Levi-Montalcini murió el 30 de diciembre de 2012 a los 103 años, en Roma, dejando un legado no solo en la ciencia, también en la justicia y en la equidad de género.
Y no, no encontré ninguna fuente que constatara que ella haya dicho que las mujeres que cambian al mundo lo hacen con su inteligencia.