Para explicar la provisión de los cuidados se ha propuesto el diamante de los cuidados (Razavi, 2007),[1] cuyos elementos son el Estado, el mercado, las comunidades y las familias. Cada uno de éstos tiene responsabilidades e interactúan entre ellos, a partir de las características en las que la vida cotidiana se desarrolle. Algunos de los elementos que se han estudiado en diversas partes del mundo son los servicios que ofrecen los Estados, considerando a quiénes, en qué horarios y si son un apoyo o no para las familias.

También se ha investigado sobre las prácticas de algunas comunidades en las que se cuidan las personas, unas a otras, sin que haya institucionalización de los cuidados, descubriendo que son las mujeres, en su mayoría, quienes hacen y llevan a cabo propuestas como comedores comunitarios y frecuentemente son mujeres que no pertenecen a la heteronorma; este es un campo aún fértil para estudiar.

Con respecto al mercado, aún se sabe poco, pero hay algunos indicios de que, si las empresas tienen beneficios fiscales, consideran importante incorporar la temática para beneficio de la producción. Así que, por el momento, se sigue investigando, se proponen ideas, se busca presupuesto para generar saberes y tener elementos para argumentar que las sociedades no pueden seguir sin reconocerlos y con ello hacer una redistribución más equitativa, en la que no sólo sean las mujeres quienes lleven “la responsabilidad de cuidar”.

La importancia de los medios de comunicación en el tema de los cuidados

Un elemento que ha sido poco mencionado son los medios de comunicación, sobre todo los medios digitales. Con la pandemia creció el uso de redes como Facebook, Twitter, TikTok y con ellas se organizaron grupos de personas en diferentes niveles, como podía ser el internacional o el local; hasta el punto en el que hubo una reorganización de los espacios en casa para poder “hablar por estas redes”.

Personas que no tenían computadora, internet o redes sociales, compraron computadora, contrataron el servicio de Internet y se dieron de alta en las redes sociales para estar comunicadas con su familia y amistades. Si bien esto fue consecuencia de la pandemia del COVID-19, también se generaron nuevas formas de cuidados que ya existían, pero no habían sido tan visibles como “estar al pendiente a la distancia; personas conectadas las 24 horas en WhatsApp o Telegram para saber de su familia”.

Así se generaron nuevas formas de relaciones en las familias, en las comunidades y esto tuvo impacto en el Estado y en el mercado, ya que el teletrabajo también creó formas diferentes de responder, muchas veces dependiendo de los espacios y la organización física de los hogares y de las actividades de las familias o de las personas que vivían juntas. Así, los medios de comunicación fueron fundamentales para seguir relacionándonos en la vida cotidiana, para seguir teletrabajando durante la pandemia. Así, se modificaron la redistribución y los lazos afectivos de los cuidados con el uso de las redes sociales y aún no sabemos el impacto que tendrán, por lo que, es un área de oportunidad para investigar y seguir reconociendo la importancia de los diversos elementos para la provisión de cuidados.

Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite.

Luz Galindo

Actualmente, docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad social, vida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).

@Luzapelusita

[1] Razavi, S. “The political and social economy of care in the development context.  Conceptual issue, research questions and policy options” Gender and Development, Paper No3, Ginebra: UNRISD.