El distanciamiento social como medida para combatir la epidemia del coronavirus ha modificado nuestras rutinas cotidianas. Durante este periodo, se ha registrado que las emociones negativas han incrementado, lo ha señalado la Secretaría de Salud y la OMS; por ende se han modificado los hábitos alimenticios.

En ese sentido, existen diversos factores involucrados en nuestras decisiones alimentarias cotidianas; en estos momentos hay personas que experimentan ansiedad y depresión que pueden influir de forma importante en se elección de alimentos y cantidades de alimentos.

La presión social sigue presente, aunque no sea cara a cara, aunque no tenga enfrente a otra persona, los juicios de valor no terminan si no, pensemos en la cantidad de imágenes y memes compartidos en las redes sociales en las cuáles se dice que, si no salimos de esto sin haber leído un libro, aprendido alguna habilidad impresionante u otras cosas, es que nunca realmente lo quisimos hacer.

Si pensamos lo anterior de la mejor manera, pensaremos en una invitación para mejorar nuestro intelecto, nuestros hábitos, pero en otros casos, ¿no estamos siendo muy duros con una bien intencionada sugerencia que elimina la condición y necesidades particulares de cada persona? Lo mismo está pasando y ha pasado con la alimentación.

En el contexto de pandemia, podemos ser particularmente “excesivos” más que reflexivos

No negamos el contexto. En México ocupamos los primeros lugares en sobrepeso y obesidad que son factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas, las cuales ocupan los primeros lugares como causa de enfermedad y muerte en el país, tanto en hombres como en mujeres.

Lo anterior lo entendemos; el alto consumo de refrescos, la alta disponibilidad de productos industrializados, el sedentarismo, la falta de atención en los hábitos alimentarios, de forma individual, colectiva o institucional que puede responder a diversos factores. Sin embargo, todo lo anteriormente mencionado no justifica caer en la trampa de la generalización o la analogía.

Ante la pandemia por el nuevo coronavirus, las personas pueden comer más o menos alimentos y elegir opciones que en otros momentos no elegirían, esto por el factor relacional de los alimentos con las emociones, por ello, es importante saber que la nutrición es importante, por ejemplo, para prevenir enfermedades crónicas no transmisibles y optimizar la función del sistema inmunológico, pero no es un tratamiento mágico, inmediato y tampoco debe relacionarse con la belleza.

La culpa es una de las emociones que más refieren sentir las personas luego de comer algo que consideran “malo” o después de comer en “exceso”, ambos entre comillas porque lo que para alguien es excesivo para otros es su requerimiento adecuado, y entrar en lo “malo” y lo “bueno” no suele ser un criterio para que los especialistas elaboremos un plan de alimentación equilibrado y adaptado para las condiciones particulares de cada persona.

Te invito a preguntarte ¿por qué estoy comiendo esto, por qué como lo que como?

De esta manera, al tener una clara razón para elegir y consumir tus alimentos evitarás culpa, cada uno tenemos nuestros motivos y si tu motivo es la salud, es importante que acudas con un especialista en nutrición que elabore ese plan de alimentación conformado por los alimentos y porciones adecuadas para ti.

Debido a que la alimentación depende de diversos factores, la mejor atención que se puede dar a una persona con enfermedades como la obesidad, sobrepeso, diabetes, anorexia, bulimia, entre otras, es aquella con enfoque multidisciplinario, es decir, que incluya a diferentes especialistas como psicólogos, médicos, entrenadores físicos, entre otros. En el caso de la actual pandemia y con la disponibilidad de algunos especialistas para la atención remota, un equipo recomendable sería el que incluye a un psicólogo y a un nutriólogo para manejar el tema emocional y su influencia con la ingesta, para, con base en ello, elegir una opción de alimentación factible, que se adapte a tu condición y necesidades.

Lo que la pandemia nos revela: tiempos de reflexión, empatía y ¿comida?

A la presión existente antes de la pandemia, agreguemos entonces la pandemia y pensemos entonces que incluso antes de ella, ya teníamos problemas para relacionarnos con nuestros alimentos y en los casos más graves, incluso falta de recursos para su adquisición: ¿podemos decir que la gente “come mal” o “come bien” porque quiere?

Es claro que las mujeres tienen más presión social para cumplir con un estereotipo de belleza, con un ideal de belleza corpóreo asociado con la delgadez, pero delgado no quiere decir saludable y te invito a pensar nuevamente, en por qué comes lo que comes: ¿para verte como los demás esperan?, ¿para cumplir expectativas?, ¿para condicionar tu autoestima a las opiniones ajenas?, ¿para las redes sociales o estados de WhatsApp? o,  ¿realmente tiene que ver con tu salud o nutrición?

Cualquiera que haya sido tu respuesta a las preguntas anteriores, no es razón de juicio, sino de reflexión y valoración, aprendamos a disfrutar nuestros alimentos, conociendo nuestros alimentos y reflexionemos sobre por qué nos hemos enemistado con la comida, por qué hemos etiquetado a las ensaladas como “buenas” o “saludables” y por qué decimos que la tortilla o las frutas “engordan”.

Más allá del bien y el mal: lo saludable y lo que enferma…

Es necesario comer para nosotros, sentarnos a la mesa sin sentir que todos a nuestro alrededor nos señalarán por lo que hay en ella, creemos una relación sana con nuestra comida y evitemos culpas para asumir responsabilidades y tomar decisiones informadas.

Para los especialistas en nutrición es determinante aclarar que no hay alimentos “malos” y tampoco alimentos “buenos” hay alimentos de calidad nutritiva, es decir que aportan nutrientes esenciales para la salud, hay alimentos en porciones adecuadas o inadecuadas y hay alimentos de baja o nula calidad nutritiva. La alimentación diaria debe ser de calidad nutritiva y en cantidades adecuadas, pero eso sí accesible no solamente en lo económico, también en los gustos y cultura.

La alimentación cambia conforme el contexto, el contexto actual es de pandemia. Al no poder salir de casa para mantener la medida de sana distancia, se ha sugerido la adquisición de determinados alimentos con la aclaración de no hacer compras de pánico, entre ellos el atún, las frutas o verduras congeladas, entre otros.

Una guía para tu alimentación es el Plato del Bien Comer, un instrumento que se utiliza para la orientación alimentaria de los mexicanos y que divide a los alimentos por grupos conforme a su aporte nutritivo y que invita a consumirlos “mucho”, “poco” o moderadamente.

 

Finalmente, la sugerencia en este caso es aceptar que estamos en una situación que compromete la salud, no es un día como otros, no… Por ello, no podemos esperar salir a un gimnasio u obtener determinados alimentos o una consulta de nutrición con la facilidad de antes. Tampoco vas a cumplir las expectativas de alguien o convertirte en esa persona que ostenta la “belleza” impuesta por las redes sociales o anuncios, en todo caso hay que convertirnos en personas empáticas con nosotros mismos y entendernos, sin presión social, simplemente conocernos y así conocer nuestras necesidades reales y saber cómo actuar y a quienes consultar para mejorar nuestra salud o nutrición. Si tienes la opción, consulta a un especialista en nutrición a distancia, aprende de tu comida y salud no para señalar después a quienes no han accedido a esta alternativa (por los motivos que sean),  tampoco para presionar o crear etiquetas de “personas sanas” y “personas enfermas”, hazlo por ti y tus razones, come sin culpa.