Los estereotipos de género están presentes en todas partes a lo largo de nuestra vida, desde antes de nacer se deciden cosas como el color de la ropa de los bebés, rosa si es niña o azul si es niño. 

Después, de acuerdo con los estereotipos de género, se deciden los juegos y juguetes de la infancia. Las niñas juegan a la casita, a la mamá o a hacer la comidita, mientras que los niños juegan al fútbol, a ser héroes o a las pistolas. De acuerdo con expertas y expertos, los roles de género van marcando el camino de las y los niños, y así, se perpetúa la opresión de las mujeres, al estar confinadas en roles de sumisión. 

De acuerdo con un estudio realizado por Adriana Arroyo Ortega y María Janet Álvarez del Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano - CINDE, de la Universidad de Manizales, los estereotipos de género son parte de las violencias cotidianas que viven las mujeres, cuestión que agudiza la invisibilización de las niñas y las mujeres. 

¿Qué son los estereotipos de género?

Los estereotipos son entendidos como una visión generalizada o una preconcepción sobre los atributos o características de los miembros de un grupo en particular, así como los roles que tales miembros deben cumplir 

Muchos autores han señalado lo peligrosos y destructivos que pueden ser los estereotipos cuando la gente se adhiere a ellos inflexiblemente y los aplica a toda la gente del contexto cultural, sin reconocer las bases falsas del estereotipo o las diferencias.

La relación entre la violencia contra las mujeres y los roles de género en el hogar

De acuerdo con Adriana Arroyo Ortega y María Janet Álvarez, autoras del artículo“Violencias cotidianas: perspectivas situadas desde las experiencias de niñas y mujeres en el municipio de Medellín, Colombia”, los estereotipos de género que confinan a las mujeres en la vida privada y las labores del hogar, está directamente relacionada con la opresión que viven:

“La violencia que viven las mujeres en el ámbito doméstico les impone un estigma de marginación; de allí que no logran (muchas veces ni lo intentan), superar los límites instaurados, negándose a transgredir las dinámicas de poder acostumbradas. Se observa en esta actitud un temor a los hombres que se arraiga en su subjetividad, dando cabida a mujeres con muchas dificultades para emprender proyectos que transformen sus vidas; en el intento de asumirlos, tienen altas posibilidades de señalización y represión. Como lo expresan Cook y Cusack”.

Además las autoras señalan que los estereotipos según los cuales las mujeres carecen de capacidades para aprender, no sólo las degradan, sino que frecuentemente derivan en impedimentos para acceder a la educación y les imponen la carga de asumir roles de género sumisos tales como ser cuidadoras del hogar. 

En el pensamiento binario, los hombres están educados para lo público, mientras las mujeres para lo privado. Estas dos categorías, bajo el sistema patriarcal, van provocando un retraso en el desarrollo de las mujeres y las exponen a violencia y desigualdad tanto en la vida pública como en la vida privada. 

“Esto dificulta las posibilidades de empoderamiento para ellas, de avance social y de relaciones más justas, horizontales y equitativas para hombres y mujeres”, afirman las autoras,

De igual forma, los estereotipos de género sostienen el pensamiento de supremacía masculina, que es la base de todas las violencias contra las mujeres: la violencia física, violencia psicológica, violencia económica, violencia  institucional, etcétera.