Cuando hablamos de teorías de conspiración, nuestra mente suele dirigirse a los reptilianos o a los chemtrails. Nadie parece imaginar que existe una teoría de conspiración sobre las personas disidentes de género, en particular, sobre las personas trans.

Hace una semana se conmemoró el Día de Visibilidad Trans, y parece irónico que las feministas radicales transexcluyentes tomaran ese día para hablar sobre cómo la existencia trans las “borra”. Las mujeres trans, especialmente las personas trans negras y racializadas, son las mayores víctimas de violencia sistémica (material y simbólica) en estos momentos. Esto no quiere decir que las mujeres cis no sufren, pero es una realidad que las personas trans sufren también las consecuencias directas del cis-tema.

Entonces, cuando las feministas transexcluyentes dicen que las mujeres trans no son mujeres y que las “quieren borrar”, me pregunto quién está empecinada en borrar a quién. Creo que hace falta hacer un poco de historia, y en este caso, iré directamente hacia la Trata Transatlántica.

Claramente, todos los análisis que puedo hacer sobre el género, los hago desde la negritud, lo que significa que no puedo definir la totalidad de la experiencia trans, y tampoco lo creo necesario.

En muchos artículos he hablado sobre la anulación del género (ungendering), término acuñado por Hortense Spillers. Según Spillers, esta anulación inición en el momento justo en que las personas indígenas africanas fueron tomadas de sus tierras y lanzadas en las embarcaciones coloniales. Ahí se transformaron en una masa homogénea sin características que les diferenciaran. Fueron deshechos culturalmente. Es lo que solemos llamar epistemicidio, es decir, el borrado sistémico de formas no europeas de vivir y pensar.

Pero lo que sucede con las personas trans va más allá de un proceso epistemicida. Es, en palabras de Calvin Warren, un onticidio, es decir, un asesinato ontológico, en el que son condenadas a la inexistencia. Esta es la premisa básica del afro-pesimismo propuesto por Frank B. Wilderson: la negritud nace muerta y es condenada a la muerte. En su caso, Warren habla de las personas negras generodisidentes. En otras palabras, las personas trans negras nacen borradas, ya en una posición subyugación. Lo que me lleva al concepto de “captive maternals” de Joy James.

SOBRE LA FEMINIZACIÓN Y LOS CUIDADOS

Un argumento importante que utilizan las feministas transexcluyentes en su teoría del borrado es que, al nombrar a las personas con capacidad de gestar de tal manera, se hace un “borrado” de la opresión y feminización de las mujeres cis. Sin embargo, la feminización y los cuidados no son solo algo a lo que están sometidas las mujeres cis. Joy James define Captive Maternals como “personas autoidentificadas como mujeres, hombres, trans o sin género, feminizadas y socializadas para cuidar dentro del legado del racismo y la democracia estadounidense” que “están designadas para el consumo en la tradición de la esclavitud; estabilizan con su trabajo las mismas estructuras sociales y estatales que se aprovechan de ellos”. Que la Maternidad cautiva no es un descriptor de una identidad ligada a un género específico es algo que James ha tenido cuidado de señalar en numerosas ocasiones. No es una identidad ni un orden biológico, sino una función.

La función de las maternidades cautivas se resume en cargar con la estructura de la democracia a costa su propia vida y humanidad, y eso no es algo que solo las mujeres cis han hecho, lo que quiere decir que cuando incluimos a las personas no binarias y hombres trans en las luchas por justicia reproductiva, no estamos borrando a las mujeres. Primero, porque “mujer no solo hay una”. Si estamos “borrando” a una, esta sería una minoría global de mujeres blancas. Segundo, porque la capacidad de gestar no pertenece a la mujer, en tanto que mujer no es una categoría fija. Hay cuerpos que fueron y son excluidos de la mujeridad, identidades sistémicamente borradas, desplazando a las mujeres trans negras/transfems al reino de lo impensado.

En fin, que el “borrado de las mujeres” suena muy similar a la teoría del reemplazo blanco, una teoría radicalmente eugenésica en la que los supremacistas blancos argumentan que la multiculturalidad y la presencia de las personas racializadas significa el genocidio de las personas blancas, justificando así la segregación, los crímenes de odio y las leyes en contra del matrimonio interracial. Ambas son teorías de conspiración nacidas del odio a la otredad y, como dicen por ahí, el feminismo radical transexcluyente no es otra cosa que la supremacía blanca con gafas moradas.

Jennifer Rubio, mejor conocida como Ciguapa, es una educadora y escritora dominicana. Divulga sobre antirracismo y feminismo a través de las redes sociales y ha trabajado como profesora de música en República Dominicana. Directorx regional de Norteamérica y el Caribe para Afroféminas.

Twitter: @soyciguapa

*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten.