El feminismo —el cual en tanto teoría es inseparable de la práctica— ha puesto sobre la mesa que en la sociedad machista —esa que dicta y promueve  que ellos son superiores a ellas— las mujeres somos cuerpo y los hombres intelecto; lo anterior en términos sistémicos y subjetivos (abstractos), ya que es un hecho que hoy en día en diferentes contextos geográficos –desafortunadamente no en todos— las mujeres hemos podido lograr injerencia en la mayoría de ámbitos de la vida social, incluido el de la cultura y la ciencia; sin embargo, no por ello se ha acabado el sexismo en todos los ámbitos de la sociedad, pues si bien  de a poco las mujeres hemos logrado cada vez más incidir y accionar en ciertos espacios, desgraciadamente no ha sido a cabalidad, pues en muchas ocasiones prevalece la figura de la mujer como objeto según su apariencia y contextura corporal.

Así, a causa del binomio patriarcal cuerpo/mujer se incrusta en la vida de las mujeres el mito de la belleza, ese que dicta estrictos estándares establecidos en torno a lo que es ser bella, como: blanquitud, simetría, juventud, rasgos finos,  DELGADEZ.  Me detendré en este último para que “Hablemos sobre GordAfobia”.

A QUÉ NOS REFERIMOS CON LA GORDAFOBIA

De entrada, puede ser que con anterioridad hayas escuchado un poco sobre la gordofobia, incluso en este espacio hay artículos al respecto. No obstante, yo en este texto quiero enfatizar el hablar sobre gordAfobia, con la “A” así en mayúsculas (porque lo que no se nombra no existe y lo que se nombra construye realidades) para enfatizar que el tema de la discriminación por contextura corporal no nos atraviesa de igual manera a las mujeres que a los varones,  existen especificidades que encrudecen la trayectoria vital de cuando una es GORDA. Porque el género —ese filtro sociocultural que instaura lo propio de las mujeres y lo propio de los hombres— también promueve que las cuerpas gordas queden supeditadas en el lugar de la invalidez, repugnancia, holgazanería, enfermedad y muchas veces hasta llegar a la cancelación.

Se deja de lado que hoy en día se viven terribles males por consecuencia de la GordAfobia que produce la cultura e industria de las dietas, mismas que inducen  la  tiranía de la delgadez imperante en una sociedad gordadóbica y gordoodiante. Me refiero a los trastornos alimenticios y no solo a los más conocidos como lo son la anorexia y la bulimia, sino también los menos conocidos: ortorexia y  salutismo.

El primero, ortorexia, se refiere a la fijación obsesiva con la alimentación sana, mientras que el segundo, salutismo, al sistema de creencias que establece que la salud es entera responsabilidad de las personas, ignorando la contextualidad y problemáticas sistémicas. Así, todo lo relacionado  con normar la contextura corporal de las sujetas y sujetos sociales pasa a ser un problema individual y no social. Es decir; se alimenta el juicio de valor sobre que las personas gordas lo son porque  quieren y no se cuidan, dejando a un lado el complejo entramado que conforman sus vidas. Lo anterior  reproduce prejuicios en torno a la gordura; principalmente si se es mujer.

Y es que  además del deber  ser buena madre, amiga, ciudadana, empresaria, estudiante, etc., hay que estar “bien buenas" —según los estrictos estándares patriarcales de belleza—. Lo anterior puede  generar mucha frustración para quienes no logran dicho estándar de belleza patriarcal y por lo tanto racista, clasista, colonialista y gordAfóbico.

Seguir promoviendo la normatividad que dicta el mito de la belleza, además de generar discurso gordoodiante genera violencia estética, un tipo de violencia contra las mujeres que no muy a menudo se nombra y que se perpreta  a través de tomar el control sobre los cuerpos de las mujeres por medio de la estandarización de la belleza, pero también a través de comentarios no solicitados sobre el cuerpo de las niñas y mujeres y que repercute de manera profunda a nivel psíquico y emocional. Muchas veces generando una distorsión  en cómo las afectadas perciben sus cuerpos, traduciéndose en  dismorfia corporal,  inseguridades por el aspecto físico, depresión, etc.

Desafortunadamente, es muy común que la violencia estética no solo se genere por parte de otras personas, sino que la misma afectada la perpetue en su contra: al considerarse en un cuerpo imperfecto y no válido por no cubrir con los cánones de belleza impuestos socialmente, produciendo rechazo y odio hacia sí misma.

 

CÓMO DETENER LA GORDAFOBIA

Para detener este tipo de violencia desde el pensamiento, lexis y praxis feminista proponemos:

-Poner límites, porque cuando lo hago me cuido. Por ejemplo, al marcar mi descontento cuando alguien  me hace comentarios no solicitados sobre mi cuerpo.

-Tomar consciencia del lenguaje que utilizas hacia ti misma con la finalidad de producir buen trato ara tí, porque tu vida es valiosa, así como tu cuerpo: tal y como sea o vaya a ser.

-Que el hacer ejercicio y escoger alimentos de mejor calidad –alimentación consciente– sean para potenciarte a ti misma, tu estado físico y emocional, más no para alcanzar los estándares de belleza impuestos.

-Considerar que cuando te reconcilias contigo, mejoras la relación que llevas con tu cuerpo y  asimismo con las personas de tu entorno, empezando por las niñas y mujeres de tu vida.

-Gústate muchísimo y trátate  con infinita ternura radical cada día desde que amaneces.

Porque el amor propio en una sociedad que todo el tiempo manda mensajes misóginos transforma la vida y da las pautas para la construcción de una realidad libre de violencias machistas.

*Margarita Mantilla (Ciudad de México, 1985) Socióloga e investigadora feminista, Maestra en estudios de la mujer por la UAM-X. Cofundadora de CoCu (Colectiva Cuerpa), Feministas de la UAM-X, Me gusta menstruar y creadora de Tallercitas feministas (espacio para la formación política feminista). Especialista en teoría feminista, desde donde trata los temas de maternidad, economía feminista, acoso callejero, vientres de alquiler, relaciones de género, gordAfobia y más. Apasionada por la música, el cine y la literatura, especialmente donde las realizadoras son mujeres.

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