Dentro del mundo digital también está presente la lucha feminista. El hacktivismo que busca descifrar el código del lenguaje de programación y está en la búsqueda de crear otras formas de navegar en Internet donde las mujeres se sientan mejor representadas, más libres y sin violencia de género; en este movimiento, las ciberactivistas son quienes enseñan a otras personas a protegerse del robo de datos de la red y a cómo apropiarse de la tecnología para su beneficio.

El hacktivismo que busca descifrar el código, el lenguaje de programación y está en la búsqueda de crear otras formas de navegar en la red; y las ciberactivistas quienes enseñan a otras personas a protegerse del robo de datos de la red y como apropiarse de la tecnología.

Con la web 2.0 surgieron muchas redes y espacios ciberfeministas que continúan hoy en día, como mujeresenred.net (España), apcwomen.org (EEUU), rimaweb.com.ar (Argentina), famafrique.org (África), que después se trasladaron a las redes sociales, escribe Soria. Sin embargo, en América del Sur también se han formado colectivas tecnofeministas que plantean la necesidad de infraestructuras feministas, su cohesión se relaciona con el entorno violento en el que viven y las obliga a mantenerse unidas.

Hackfeminismo y ciberfeminismo en América Latina

A nivel centroamericano existe Escuela Feminista que se formó en 2018 y comparte talleres, ésta ha unido esfuerzos con otras colectivas como La Colocha en El Salvador, y Laboratorio de Interconectividades en México, éste último, conformado por Liliana Zaragoza quien promueve talleres de defensa hackfeminista que incluye auto defensa personal en el mundo físico y auto defensa digital para el mundo virtual, desde una perspectiva feminista.

Imagen tomada del Laboratorio de Interconectividades

En Brasil se encuentra cl4ndestina conformada por dos mujeres brasileñas que ofrecen servicios de hospedaje de páginas web a organizaciones, colectivas y movimientos sociales feministas en América Latina. En el mismo país, también opera Marialab, colectiva que se auto define como una hacker feminista, es decir, como feministas interesadas en la cultura hacker y los conocimientos que unen política, género y sus tecnologías, ofrecen "servidoras web" a través de vedetas.org, y tienen el proyecto Escola de Ativismo que se han encargado de llevar talleres a organizaciones civiles y fomentar el cuidado de la información y la seguridad digital.

En entrevista para la Cadera de Eva, Irene Soria, hackfeminista, nos comparte que ella entró al mundo hack cuando se cuestionó como diseñadora gráfica por qué tenía que batallar con crackear los programas.

“Yo era una usuaria de la tecnología promedio, usaba Windows, tenía una compu armada, agradezco no haber tenido un Mac, tenía que crackear los programas de diseño. Me pregunté sino había otra forma posible de hacerlo”, comenta Soria.

Así fue como Irene se fue adentrando a la cultura hack, que después de la “ola morada” sumó a su lucha el feminismo, se siente orgullosa de que en 9 años no ha abierto una Mac, no ha usado Word ni los programas de diseño de Adobe; los ha sustituido por Inkcape (simula a Ilustrator); Gimp (Photoshop), Scribus (Indesign) y el sistema operativo Debian, una distribución de GNU Linux.

La apropiación de la tecnología

Mientras que el hacktivismo busca otras formas libres y sin vigilancia para usar la red, las ciberactivistas como el colectivo Insubordinadas se dedican a dar talleres donde enseñan prácticas de seguridad para utilizar la tecnología ya existente.

“Les enseñamos a las usuarias lo que tiene su teléfono, muchas veces no conocemos datos básicos como cuántos contactos tenemos, qué permisos les estamos dando a las aplicaciones las cuales tienen acceso a nuestros contactos, fotografías, datos y micrófonos”, señala Candy Rodríguez, del colectivo Insubordinadas.

De acuerdo con una investigación del la BBC, una periodista trató de probar si realmente nos espían mediante los micrófonos de nuestros smartphones, esto porque después de una conversación sobre una persona que sufrió un accidente, al buscarlo en Google le apareció el nombre exacto en las opciones predictivas. "La conclusión a la que llegamos es que sí es posible, es probable que haya gente intentando activar el control por voz. Nos hemos rodeado de estos dispositivos y nos están escuchando a la espera de palabras de control que los activen", señala.

Aunque comprobaron que era realmente fácil espiar a alguien por medio de su micrófono, no pudieron asegurar que las aplicaciones lo estén haciendo. "Todas las compañías niegan absolutamente que usen los datos recabados por voz y niegan que compartan esos datos con terceros", apunta la periodista de la BBC.

Protección contra el acoso cibernético

Las herramientas de seguridad que enseña el colectivo Insubordinadas también se enfocan en protegerse de los trolls y el acoso cibernético hacia las activistas. “Hemos capacitado a muchas mujeres en la periferia de la ciudad de México y en algunos estados, principalmente sobre seguridad digital. A un colectivo sobre el aborto, les enseñamos en cómo administrar su grupo de Facebook para no recibir ataques y cómo no estar expuestas, también les compartimos como mandar mensajes cifrados”.

“En los talleres enseñamos herramientas que ya han sido desarrolladas, las hacemos pensar en su seguridad, buscamos que se pregunten de qué manera están utilizando la tecnología, qué están haciendo para cuidarse, cómo van a cambiar su entorno para fomentar esta cultura de protección digital”, comenta Candy Rodríguez del colectivo de Insubordinadas.

La falta de conciencia sobre la tecnología es parte de que no vemos lo que hay detrás del hardware que “al parecer es invisible”, comenta Irene, esto porque los códigos se cerraron a finales de los 70''s, siendo que antes se compartían como si fueran recetas de cocina, ahora este lenguaje cibernético es cerrado y no lo conocemos, por ello no sabemos cómo opera Facebook u otras aplicaciones que hacen uso de nuestros datos, aclara la hacktivista.

Bases de datos, la mina de oro de las empresas

La preocupación sobre lo que está pasando con nuestros datos debería alertarnos, porque no solo se está haciendo dinero con ellos, también se está manipulando la información que afectando nuestra vida política y cotidiana.

Basta mencionar las grandes empresas del 2019, de acuerdo con Statista, las que más ganancias tuvieron fueron Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet, Berkshire Hathaway y Facebook, todas a excepción de la penúltima se dedican al almacenamiento de las bases de datos, con los que pueden focalizar la publicidad y determinar patrones de consumo.

Estas empresas globales tienen el control de datos de la mayoría de los países, por ello Europa exigió en 2018 auditar a Facebook. Al respecto, el relator especial para la libertad de expresión de la ONU, David Kaye escribió en The Guardian que la industria global de desarrollo de tecnología de vigilancia está fuera de control, porque los Estados tienen la capacidad de extorsionar o silenciar al rastrear los movimientos de las personas, ya sean críticos, reporteros o activistas. Un caso en México fue el descubrimiento del software espía Pegasus.

Sin embargo, los ejemplos al respecto abundan alrededor del mundo, con empresas como NSO Group y FinFisher, que han permitido a gobiernos autoritarios o con un pésimo historial en el respeto a las libertades espiar con tecnologías extremadamente invasivas los dispositivos de activistas, periodistas y personas que defienden los derechos humanos. Por ejemplo, WhatsApp demandó recientemente a NSO Group por utilizar su plataforma para atacar a un número indeterminado de personas con Pegasus entre abril y mayo de 2019.

Crear otro Internet es posible

Soria señala que en el entorno digital también opera el patriarcado y por ello debemos crear otras propuestas de navegar en la red que garanticen nuestra seguridad y libertad.

“Habría que pensar cómo utilizar la basura tecnológica que podría dar otros resultados. Así como el software, al descifrar el código podemos liberarlo, por ello hay que adentrarnos a los fierros ideológicos y pensar otras formas de navegar en al red”.

Que el feminismo atraviese la tecnología permite derribar a la estructura patriarcal, donde configuran los poderes hegemónicos, estos monopolios como Amazon, Google, Microsoft y Facebook que concentran toda la información y cierran el código. Además, donde los contenidos se vuelven privados y hay que pagar por ellos.

Imagen tomada del Laboratorio de Interconectividades

Ante ello, Irene Soria como líder de Creative Commons, una organización sin fines de lucro dedicada a promover el acceso y el intercambio de cultura, busca la compartición de bienes digitales culturales, películas, canciones que pasan por los digital, y que se han liberado para que la gente pueda acceder.

Imagen tomada del Laboratorio de Interconectividades

No podemos pensar que Internet es un territorio libre, señala Soria, sino un espacio que tenemos que conquistar con otras formas de navegarlo. “No hay que dar por hecho cosas vinculadas a nuestros quehaceres tecnológicos, sino que debemos cuestionar nuestras prácticas tecnológicas, ni sentir culpa, si no más bien reflexionar esas prácticas, ser críticas como mujeres, así como el feminismo cuestiona todo, cuestionar esas herramientas y saber qué existen posibilidades, ver el sí, volver a ver lo que sí hay posibilidad tener herramientas más libres, voltear a las chicas que hacer códigos”.