Es la mamá del marido quien puede decir que la esposa fue por las tortillas pero se tardó demasiado, y correr el rumor de que se le vio hablando con un hombre, o que iba con una falda corta. Ella le hace saber a su hijo que su pareja no se comporta del todo bien, que hay sospechas de que platicó con alguien o que visitó el centro de salud, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Con frecuencia, las mujeres indígenas afirman que la agresión verbal, en forma de humillaciones, desprecios o ataques a la dignidad, es más dolorosa en el sentido de que no se puede olvidar, y expresan más indignación por la que proviene de la suegra, que la del propio marido, señaló la responsable de la investigación, Carolina Agoff Boileau, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.

Los datos fueron revelados en la investigación “Violencia de género en comunidades indígenas”. Se encontró un dato relevante: el papel de la suegra como perpetradora de actos violentos en contra de su nuera, de acuerdo con Carolina Agoff Boileau, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.

Las agresiones por parte de la suegra o cuñada ocurre porque las esposas no le son simpáticas a las suegras, o porque hubieran preferido a otra joven como nuera; no logran observar que el problema es sistémico. Sin embargo, al preguntarles cómo serían como suegras en el futuro, afirmaron: “probablemente igual”.

A pesar de la existencia de leyes como la General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en numerosas comunidades indígenas se rigen por usos y costumbres; ahí, ante un conflicto de pareja el objetivo es preservar la unión familiar y no se aconseja la separación, aunque con frecuencia sea necesaria, recalcó la experta.

Una de las entrevistadas relató el ejemplo de un cacique: avaló que un marido y sus familiares retuvieran a la esposa por la fuerza, que la encerraran, porque quería volver a casa de sus padres por la situación de extremos ataques que vivía. “Esto es un caso que no necesariamente es típico o representativo, pero da una idea de las formas extremadamente injustas en que se intentan resolver esos problemas”, subrayó la especialista.

Las indígenas, por supuesto, sufren otras formas como la obstétrica, porque la estrategia de planificación no siempre se da de un modo que les resulte respetuoso de sus derechos; o la política, porque se impide su participación en la vida pública.  

Aunque en general las encuestas reportan un sospechoso bajo número de abuso contra las que viven en las comunidades, “encontramos en un grupo mixe, que no era bilingüe, que las mujeres de ninguna manera hablan de su vida íntima o de cualquier expresión de violencia con alguien que venga de una institución gubernamental. Sin lugar a dudas, hay un subreporte y habría que pensar en estrategias para llegar a información más cercana a la realidad”, acotó.

Carolina Agoff reconoció que las políticas públicas que han acompañado a la legislación contra la violencia de género, han sido exitosas en términos de conciencia de derechos, sobre todo entre las jóvenes. Se entiende que ese es un delito, por lo que ellas hablan de “demandar” al marido “si sigue así”; sin embargo, es el sistema de justicia el cual aún no logra darle solución.

 

MUJERES BAJO ESCRUTINIO DE LA COMUNIDAD

Las mujeres en México padecen violencia de género en los espacios públicos, privados e institucionales; sin embargo, una diferencia sustantiva entre la que ocurre en zonas rurales y en las urbanas es que en el primer caso el comportamiento de ellas está bajo el escrutinio de la comunidad, afirmó la investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, Carolina Agoff Boileau.

“Generalmente cuando hablamos de violencia de género pensamos solo en un hombre y una mujer, donde él la ejerce y ella es la víctima; hacerlo así nos limita en la comprensión de un fenómeno que es mucho más complejo, porque se asienta en instituciones, en la cultura y en las personas cercanas del entorno social; en este caso, la familia, puede contribuir a esas dinámicas”, precisó.

SITUACIÓN DE ABUSO

La más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016) muestra que aproximadamente 42 por ciento de indígenas o no, quienes se casaron o iniciaron su actual o última unión, se fueron a vivir con los padres u otros parientes de su marido o pareja. Esta situación perpetua las prácticas de abuso por miembros de la familia de él.

“Llevamos a cabo grupos de discusión para recabar información cualitativa. Logramos acceder a 15 mujeres líderes en sus comunidades, provenientes de diferentes poblaciones indígenas, como rarámuri, otomí, nahua, maya y mixe. Con una amplia conciencia de la desigualdad de género y de la situación de ellas y las niñas en sus pueblos, nos dieron un panorama de los diferentes tipos de agresiones que se padecen, y a partir de ahí se hicieron cuatro grupos más: dos en Oaxaca con mixes, y dos en Yucatán, con mayas”, abundó.

Se creería que las mujeres deberían ser aliadas, en el estudio se encuentra que la rudeza no sólo la emplea el marido sino la suegra, las cuñadas y hasta las concuñas “porque lo que está en juego es el sistema patriarcal; y el patriarcado en este tipo de sociedades se define por la subordinación al varón, la residencia y la propiedad. Ellas quieren asegurar lealtad con el varón que trae dinero a la casa. Asimismo, está en juego la ‘decencia’, que la mujer joven no ponga en riesgo el ‘honor’ de la familia”.

La suegra violenta a la nuera o instiga a su hijo para que lo haga; pero no se trata de maltrato físico necesariamente, sino de humillaciones o hacer correr chismorreos o rumores sobre la conducta de la joven. Su “mala conducta” tiene que ver con la reputación sexual: ella no debe provocar a los hombres, ni acudir a los centros de salud con el propósito de planificar su familia, por ejemplo. Hay un control estricto sobre su conducta pública que, en general, ejerce la suegra porque el marido está trabajando, detalló Agoff Boileau.