“Mejor ponte pantalón, no me gusta que los demás te vean las piernas”, “No me gusta que hables con Juan porque aunque tú dices que es tu amigo, yo sé que quiere contigo”,  “¿Ya no me amas o por qué no quieres tener sexo conmigo?” Son algunas expresiones que podemos oír en una relación de noviazgo, sin embargo, son violencia. 

La abogada feminista Sheila McIntyre introduce el término ignorancia cultivada y lo explica  como la opción que tiene un individuo privilegiado para no saber. De esta forma se permiten ignorar hechos para reafirmar la inocencia individual en un ejercicio sistémico de hábitos opresivos. Es un proceso de autoengaño para evadir actos y seguir gozando de privilegios. Una venda en los ojos que durante años ha permitido que los actos de violencia hacia las mujeres sean normalizados. 

Denuncias públicas 

Actualmente los tendederos se han convertido en una práctica común para las feministas que deciden denunciar actos de violencia, acoso o abuso en su entorno. Sin embargo, muchas de las denuncias son traducidas como papeles escritos por diferentes personas que de forma anónima no presentan ninguna prueba. 

Académicos afirman que los tenedores son una acción que falta a la presunción de inocencia y aunque sí existen publicaciones falsas, de broma y/o revanchismos, es importante señalar que hay un discurso hegemónico manifestándose y reproduciendo. “Se ha visibilizado la naturalización de la violencia. Se le ha otorgado un peso a la mujer para ya no ser vista como objeto”, explica la antropóloga y escritora mexicana Marta Lamas. 

En marzo del 2020 un grupo de cinco alumnos de la Universidad Iberoamericana, estudiantes de comunicación, organizaron un tendedero de denuncias en su comunidad titulando “Cuelga a tu abusador”. Cientos de denuncias, en su mayoría anónimas, fueron escritas y pegadas en tres columnas de la institución. 

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“Por años, las estudiantes en el mundo han denunciado violencia dentro de las universidades, porque actualmente la violencia sexual no es la única violencia a la que se esta expuesta”, explica Lamas en su libro ¿Denuncia legítima o victimización? No obstante, el privilegio es invisible para aquellos que lo gozan y en este caso cientos de hombres se sintieron desconcertados al ver su nombre escritos. En la comunidad se podo escuchar a varones afirmar ser víctimas de discriminación o violencia por ser expuestos de forma pública sin pruebas e ignorando los actos de abuso y acoso denunciados en las paredes. 

Los departamentos de Derechos, Estudios Empresariales, Comunicación, Arquitectura, Urbanismo e Ingenierías presentan el mayor número como generadores de violencia de género. Setecientas setenta y siete personas fueron mencionadas en el tendero; doscientas sesenta y siete pertenecientes a la comunidad universitaria. Ciento trece personal docente, diecisiete personal administrativo, veinticinco ex alumnos y ciento doce alumnos. 

Legitimidad de la violencia 

Cada vez son más comunes los protocolos de género y denuncia dentro de universidades, empresas o instituciones. Mata Lamas explica que la exigencia de las denuncias es legitimar la violencia de género para poder ser parte del sistema por medio de quejas formales, actos dentro del marco legislativo y/o la forma “correcta” de hacerlo ya que las denuncia públicas desatan pánico sexual e incertidumbre. 

Sin embargo, la antropóloga mexicana sugiere que ver a los tendederos como denuncias individuales sería sinónimo de tapar el sol con un dedo e ignorar que una comunidad denuncia actos de acoso, violencia y abuso de forma sistémica. 

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El psicólogo José María Jiménez docente en la Universidad Iberoamericana explica que es amenazante para el hombre reconocerse como violento ya que el mandato de la masculinidad es una exigencia implícita y explícita para demostrar a los otros que se es: hombre. Afirma que las denuncias en los tendederos representan una explosión,  polarización de género y desbalance en la personalidad. 

A pesar de que los protocolos de género y las denuncias por acoso, violencia o abuso dentro de empresas universidades e instituciones son un gran avance para la lucha de género, la exigencia de las denuncias por medio de una formalidad de forma individual y la no concientización colectiva refuerzan que persista el término Ignorancia Cultivada que propone McIntyre al no evidenciar y deconstruir la normalización de actos  de forma colectiva por personas con mayores privilegios.