Miedo al caminar sola en la calle, “piropos” asquerosos, acoso de compañeros de clase, control en el noviazgo; estas son algunas violencias machistas que viven las adolescentes día con día. Debido a la necesidad urgente de sensibilizar y erradicar este problema estructural, cinco ilustradoras españolas usaron su arte para plasmar estas problemáticas y, al mismo tiempo, enviar un poderoso mensaje a las adolescentes.

Las ilustradoras tomaron como referencia los testimonios del informe “Vivencias, actitudes y percepciones sobre la violencia de género en adolescentes” desarrollado por la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres (CIMTM) en donde se recopilaron los testimonios de chicas de entre 14 y 17 años sobre los diferentes tipos de violencia machista que han vivido a lo largo de su vida.

Las ilustradoras Almudena Vázquez de Miguel, Lucía Manzano Vidarte, Melisa Loza Martínez, María Aparicio García y María Losada Herrero fueron las encargadas de llevar los testimonios de varias adolescentes que participaron en el informe, por lo que cada una de las ilustraciones están basadas en casos reales de violencia machista.

Una violencia estructural

De acuerdo con distintas encuentras realizadas en países de América Latina y el Caribe, las principales razones por las que una mujer no denuncia la violencia que vive son que se trató de “algo sin importancia”, tuvo miedo a las consecuencias de la denuncia o las instituciones la revictimizaron.

Por otra parte, cuando logran buscar ayuda se apoyan principalmente en familiares y amistades, y un porcentaje reducido lo hace en las instituciones públicas. De los distintos grupos de edad, las que menos buscan apoyo, son las adolescentes (15-19 años), por lo que esto constituye uno de los principales desafíos para dar una respuesta efectiva a la violencia contra las mujeres.

A partir de estos resultados, el portal ¿Y si hablamos de igualdad? afirma que existen algunas estrategias para ayudar a las mujeres que buscan denunciar cualquier tipo de violencia, como lo son:

  • Mejores campañas de comunicación: Las campañas deben tener mensajes concretos basados en las realidades de las mujeres que de manera cotidiana sobreviven a las diversos tipos y modalidades de violencia. Sus objetivos tendrían que enfocarse en erradicar las normas sociales y el estigma que impiden a las mujeres tomar la decisión de buscar apoyo, y a su vez, usar imágenes que representen la diversidad de mujeres y las diferentes expresiones de violencia, sobre todo haciendo énfasis en aquellas que son más comunes y difíciles de identificar.
  • Mejor promoción de los servicios: La promoción de los servicios de atención existentes debe tener indicaciones de dónde y cuándo acudir, y qué pasos involucra el proceso, así como un llamado claro a la acción. En este caso, buscar apoyo.
  • Mejor calidad en la atención: Deconstruir el estigma que cargan las mujeres por sufrir violencia también pasa por mejorar la calidad de los servicios. Las personas que están en la primera línea de contacto deben tener la capacitación y contar con protocolos claros, para evitar enfoques arriesgados de atención que coloquen la vergüenza y la responsabilidad de la violencia en quienes la sufren. Elementos fundamentales son la calidez en el trato y la información clara, veraz y oportuna que se les proporcione a las mujeres.