La poeta Kaneko Misuzu es hoy en día una de las figuras centrales de la literatura japonesa, siendo su obra incluida en las escuelas como parte de los planes de estudio y estando aún vigente para la sociedad japonesa. Pero, tuvieron que pasar 36 años, después de su muerte, para que el mundo pudiera conocer su talento.
Misuzu nació en 1903 en Nagato, Japón, un pueblo dedicado principalmente a la pesca. A pesar de no ser de una familia acaudalada logró estudiar hasta los 18 años gracias a que su familia era dueña de una librería y en ella leía tanto a los autores clásicos japoneses como a los occidentales. Fue a los 20 años de edad que comenzó su carrera, escribiendo poesía infantil, con un relativo éxito, logrando publicar alrededor de 51 poemas en diversas revistas.
Pero su éxito se vio interrumpido a raíz de formar parte de un matrimonio arreglado, “en una época en el que el papel de las mujeres comenzaba y terminaba en el cumplimiento de su rol de esposa y con una ley que privilegiaba a los hombres”, recuerdan las traductoras Yumi Hoshino y María José Ferrada.
Fue así como Misuzu se vio obligada por su esposo a dejar de escribir y a alejarse de todos los círculos literarios, siendo este sólo el inicio de su desgracia. Su matrimonio además de ensombrecer su prometedora carrera, la hizo soportar infidelidades y el contagio de una enfermedad de transmisión sexual por parte de su esposo.
La pareja se divorció unos años después, y Misuzu regreso a casa de sus padres sola y enferma, ya que su esposo fue quien conservó la custodia de su pequeña hija Fusae. Como protesta ante la pérdida de su hija la poeta se suicidó con una sobredosis de calmantes, el 10 de marzo de 1930, no sin antes dejar una carta donde pedía que la custodia de su hija pasara a manos de su madre y confiando todos sus poemas a su hermano.
Pero fue hasta 1966 que el poeta llamado Setsuo Yazaki, tras 16 años de profunda investigación, pudo localizar al hermano de Misuzu quien conservaba sus manuscritos, y así rescatar su obra, un total de 512 poemas.
Tanta ha sido su influencia que, en el año 2011, tras el devastador tsunami que arrastro el norte de Japón, las autoridades japonesas utilizaron uno de sus poemas titulado Eres un eco, un canto a la empatía y solidaridad, como un símbolo para abrigar y consolar a los millones de personas que fueron afectadas por este desastre.
“¿Eres un eco?”
Si digo, "¿Vamos a jugar?"
tú dices, "¡Vamos a jugar!"
Si digo, “¡Estúpido!"
tú dices, "¡Estúpido!"
Si digo, "No quiero jugar más",
tú dices, "No quiero jugar más."
Y luego, después de un tiempo,
volverme solitaria
Digo “Lo siento".
tú dices: "Lo siento".
¿Eres sólo un eco?
No, tú eres todos.
Actualmente la poesía de Misuzu fue recuperada por primera vez al español en el libro titulado El alma de las flores, publicado por Poética Satori en una edición bilingüe, japonés y español, que recoge un nutrido resumen de su poesía.
Con información de efeminista