Según análisis feministas, la caza de brujas podría considerarse feminicidio, ya que, las acusadas de brujería eran asesinadas en razón de su género. Mencionan que las niñas, adolescentes y mujeres de América Latina no fueron ajenas a la quema de brujas pues también sufrieron las acusaciones de brujería de los tribunales de la Inquisición que los españoles llevaron  a Lima, México y Cartagena de Indias.

En la época del colonialismo en América la quema de brujas "no fue un fenómeno masivo" como lo fue en algunas partes de Europa, en donde la "ilegitimidad del poder de las mujeres era enfrentado a través de la cacería de brujas, en las que se convertían en un blanco principal de la persecución y el exterminio", relata la investigadora Ana Carolina Palma en una investigación de la Universidad Icesi de Colombia para BBC Mundo. 

Sin embargo, antes de la llegada de los españoles a la región, ya existía allí una antigua tradición mágica, ligada a sus propias visiones de la religión y la medicina, que acabó mezclándose con las propias supersticiones de los españoles, mencionan investigadoras.

Han pasado siglos, se han acabado enjuiciamientos oficiales contra las brujas en Europa y en América Latina, pero la violencia contra estas mujeres no iba a desaparecer. Las supersticiones dejaron un sesgo cultural en las poblaciones latinoamericanas, que siguieron creyendo en las brujas y en sus conexiones con el diablo pues a mediados del siglo XX, las brujas seguían siendo asesinadas en la región, mencionó Gema Kloppe-Santamaría, historiadora y docente de la Universidad de Loyola (Chicago).

En su investigación, algunas de las preguntas que le surgieron fueron: ¿por qué una violencia tan cruel contra estas mujeres? ¿Qué tenían en común? 

"Estas mujeres eran vistas como transgresoras, se alejaban del rol que se esperaba de ellas en la época. Desafiaban las nociones de sumisión, domesticidad, pasividad y cuidado maternal que esperaban de las mujeres sus coetáneos", explica Gema Kloppe-Santamaría.

"Por un lado, eran personas influyentes a las que acudían en busca de ayuda debido a las supersticiones, pero por el otro eran percibidas como subversivas, desafiaban el dominio de los hombres en la esfera pública y privada" dice Gema. "A estas mujeres había que ''sobrematarlas", precisa la historiadora, que incide en esa doble dimensión. 

"La creencia en lo sobrenatural hacía que tuvieran que impedir que el espíritu de la bruja volviera a vengarse, por eso había que quemarlas, pero también se trataba de mandar un mensaje a la mujer: este tipo de conductas no serán toleradas. El que la matanza fuera un acto social y público, en la calle, tenía un objetivo ejemplarizante", insistió la investigadora, pues explica que este tipo de violencia extrema se ha replicado en los asesinatos de mujeres hoy en día. 

Con información de BBC Mundo

SC