Hace unos días, las redes sociales se inundaron con distintas opiniones sobre la acción del colectivo Just Stop Oil en donde dos activistas lanzaron sopa de tomate Heinz al cuadro Los Girasoles de Vincent van Gogh, esto como una forma de protesta contra las nuevas licencias de extracción de petróleo y gas que el gobierno inglés está a punto de implementar, la organización defiende la idea de que la extracción excesiva de combustibles fósiles es uno de los principales agravantes en el cambio climático.
Pero esta no es la única acción de ‘vandalismo’ contra obras de arte ya que, más recientemente, dos activistas del colectivo Letzte Generation (Última Generación) lanzaron puré de papa a un cuadro de Claude Monet, de la serie Les meules ("Los almiares") expuesto en el Museo Barberini de Potsdam, cerca de Berlín, esto como protesta ante el avance del cambio climático en el planeta y la sobreexplotación de recursos.
Por su parte, en México también se han presentado distintas manifestaciones donde la intervención hacia monumentos se convierte en el tema central de los medios y redes sociales. Uno de los ejemplos más recientes es la intervención realizada de manera ilegal a mural del artista plástico David Alfaro Siqueiros que se encuentra ubicado en la Torre de Rectoría de la UNAM; la razón de que algunas de las pintas señalaran “UNAM acosadora” y “violadores” es en protesta por la violación que una estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel sur denunció haber sufrido hace unos días en las instalaciones del plantel.
Las y los alumnos acusaron a las autoridades del plantel de encubrir el abuso ya que el jurídico del plantel CCH sur ‘recomendó’ a la estudiante que guardara silencio y no se acercara a las feministas ya que, supuestamente, no existían pruebas de lo sucedido. No fue hasta que la madre de la alumna se acercó a un cubículo separatista para comentarles la situación de su hija, en ese momento comenzaron las movilizaciones.
Si bien, estas acciones se han vuelto virales debido a la inmediatez de las redes sociales, el destruir obras de arte y monumentos como una forma de protesta ha formado parte de la historia de la humanidad y al tener una carga simbólica como lo son las protestas sociales, estas intervenciones ilegales pasan de ser ‘vandalismo’ a ser llamadas ‘iconoclasia’.
Pintas que representan rabia
La iconoclasia es el nombre correcto de nombrar las distintas intervenciones que se hacen a los monumentos y obras de arte, ésta es una forma de expresar digna rabia ante la ineficacia del Estado ya que al intervenir de manera evidente un monumento, se busca visibilizar la nula respuesta por parte de los gobiernos ante problemas sociales o, este caso, ambientales.
Por otra parte, el vandalismo, según especialistas en el tema, no tiene una razón de ser, detrás de las ‘firmas’ no hay una postura política ni un llamado de atención hacia la sociedad ya que éste se encuentra movido por intereses personales y banales; el vandalismo se encuentra a nuestro alrededor todo el tiempo, en los camiones, en el metro, en las calles y puentes y no parece ser incómodo para nadie.
La iconoclasia ha formado parte de la historia tanto como los monumentos y está muy relacionada con el movimiento feminista desde que las sufragistas comenzaron a usarla como una medida para ser escuchadas; del mismo modo, distintos colectivos que buscan visibilizar el cambio climático y el daño de los combustibles en el medio ambiente.
Obras de arte como testigos del cambio
A raíz de estos actos de iconoclasia y por la viralidad de las noticias, muchas personas se han posicionado a favor y en contra de la iconoclasia porque si bien es cierto que las obras de arte y monumentos materializan la historia, es necesario aclarar que los monumentos y obras de arte que existen en el territorio mexicano y alrededor del mundo fueron creados para dar una identidad nacional y entender la matriz cultural a la que la sociedad pertenece; si bien éstos marcan nuestra nacionalidad, también es posible que la sociedad pueda resignificarlos o reinterpretar su significado de acuerdo a sus propios contextos, dijo en entrevista para la Cadera de Eva, la estudianta de Arqueología por parte de la ENAH, Samantha Vázquez.
Como lo menciona Samantha, las obras de arte y monumentos representan momentos exactos de la historia, pero la historia está en constante construcción y destrucción, entonces, ¿por qué no pasa lo mismo con el arte que representa esa historia?
Lo que se entiende por arte, así como el sentido de conservarlo o destruirlo, dependen del contexto histórico específico, y varía con el paso del tiempo, la ubicación geográfica o el tipo de sociedad. Por tanto, “obra de arte”, “monumento”, “objeto cultural” o “patrimonio” se deben entender como etiquetas construidas históricamente, en medio de batallas sostenidas por diversos poderes y actores sociales, señala el autor Dario Gamboni.
En este sentido, las obras de arte y monumentos intervenidas por la iconoclasia actual son sólo un reflejo de los movimientos sociales y cambios históricos por los que el mundo pasa y se unen para visibilizar sus movimientos a pesar de quienes no están de acuerdo.
Acciones como la del colectivo Just Stop Oil o las mujeres feministas en México buscan hacer un llamado a los gobiernos y población en general para apoyar causas que parecen no aparecen en las agendas mediáticas debido y, al mismo tiempo, materializan los cambios históricos en vídeos e imágenes que más adelante servirán para reconstruir el pasado porque, finalmente, ninguna de las obras ‘atacadas’ han sufrido daños graves.